Todo indica que no habrá posters para el difunto Mono Jojoy. Ni posters ni remeras ni tampoco prendedores. Ninguna hinchada colgará en ninguna cancha una bandera con su rostro. Ningún futbolista (no digamos ya un Maradona) se tatuará su figura en un brazo. Y cuando le toque a Colombia ser el país invitado en la famosa Feria del Libro de Frankfurt, Mono Jojoy no estará entre los íconos elegidos para la ocasión. Nada de eso ocurrirá, es casi seguro. La mostración obscena del cuerpo muerto, del cuerpo vencido, rodeado por sus vencedores, es por eso lo único que en este final se parece al del Che Guevara.
Es obvio que no corren vientos favorables para las luchas guerrilleras en el mundo. Las usinas que producen mitos emplean otros materiales: rockeros autodestruidos sí, deportistas dentro o fuera de estado también, estrellas de cine con vicios siempre; pero combatientes en selvas ya no. Para ellos, ya no hay una épica de eficacia comprobada, como existe desde Homero para erigir héroes a partir de las batallas; ni mucho menos un romanticismo redentor. Nada de eso, apenas la noticia periodística (“Mataron al jefe de las FARC”) que combina parejamente la crónica de guerra con la crónica policial. Que el aura de la guerrilla furtiva pasa por un período de deslucimiento se nota más que nada en las muertes y en el efecto de los cuerpos mostrados: hoy trasuntan un puro final; antaño, también un principio.
En su libro La guerra de guerrillas, el Che Guevara dejaba dicho que para el guerrillero, el calzado no es menos importante que el armamento. A Mono Jojoy lo detectaron y lo ultimaron gracias a un chip que le pusieron en una bota. ¿Ironía del destino? Eventualmente. Pero también, en todo caso, algo más. Por empezar, que la tecnología ha venido a ocupar el lugar de la delación, que en otro tiempo era el signo que indicaba la falta de apoyo de las bases populares. Y por fin, una evidencia lingüística: no hay nada más definitivo que las metáforas que viran hacia un sentido literal. “No perder pisada” podría ser un ejemplo; otro ejemplo podría ser: “Morir con las botas puestas”.