Hemos analizado en estas columnas el régimen inflacionario esperable para 2016 en torno al 40% replicando el patrón de pase a precios de la devaluación del año 2014, réplica consistente dadas las condiciones económicas similares. Igualmente la consultora Bloomberg da por perdido 2016, el PBI argentino no crecerá y la economía que con tanto optimismo pilotea Prat-Gay se ubicará sexta entre las peores diez de este año en materia de crecimiento. Pero se puede no crecer, y sin embargo, mediante políticas contracíclicas amortiguar los efectos sociales del parate, como ocurrió durante la década kirchnerista en los años 2009 y 2014, por ejemplo. Nada de eso se hará bajo el paradigma neoliberal que hoy impulsa Mauricio Macri. Por ejemplo, la destrucción de empleo sigue firme y sostenida, y ya ha desbordado la esfera estatal.
El número aún parcial de despidos de empleados públicos al momento de escribir esta columna supera los 20 mil, la obra pública está paralizada e involucra a 150 mil trabajadores que ven amenazada su fuente de trabajo.
En la esfera privada las cosas marchan peor. Holgadamente se exceden ya los 10 mil despidos, y la curva de desvinculaciones es creciente según el Observatorio de Derecho Social de la Central de Trabajadores Argentinos.
Para imaginar lo que viene obsérvese que la industria automotriz, que llegó a producir un millón de unidades durante la década ganada, planea en 2016 disminuir a la mitad esa producción, retornando a los niveles de los años 90. Esto supondrá una ola de despidos que el Smata ya observa con preocupación, más sabiendo que el gremio que pilotea Pignanelli pasó de 50 mil afiliados en el año 2003 a 250 mil en la actualidad.
En este contexto, de manera extorsiva, canjeando salario por empleo, el Gobierno impulsa actualizaciones salariales que no excedan el 30%. Si los gremios aceptan esta propuesta oficialista y pactan actualizaciones por debajo del 40%, que es la inflación esperada, impulsarán por primera vez en los últimos 12 años una pérdida del poder adquisitivo del salario de 10 pp, inédita desde el año 2003, como se observa en el gráfico adjunto que muestra la evolución del salario real, que creció 71% en el lapso 2003-2013, en plena dictadura K.
En fin, en materia socioeconómica hoy las cosas no podrían estar peor.
Sin embargo y como es costumbre ya en esta columna, hay que cerrar la grieta y terminar bien arriba, con optimismo, con fe y con esperanza, porque no todas son malas noticias, las hay buenas y hay que darlas.
Hemos roto el aislamiento internacional y el FMI aceptó nuevamente monitorear la economía argentina y garantizar la marcha del ajuste.
Mientras, el nivel delirante de endeudamiento bonaerense multiplica por tres el acordado en 2015 según Axel Kicillof. “Macri decidió regalarle a CABA $ 18.727 millones, un incremento del 17% adicional al presupuesto que tiene la Ciudad para 2016. Considerando que la Policía Federal demandará recursos por $ 9 mil millones, esta decisión implica que CABA tendrá $ 9.727 millones de libre disponibilidad. Sólo un poco menos de lo que el Gobierno de la Ciudad necesita para pagar los vencimientos de deuda del año (más de US$ 800 millones). Porque recordemos que Macri endeudó en dólares al distrito como nunca en su historia”. Al respecto, el informe elaborado por los economistas Fernando Manzano y Alejandro Robba señala: “Cuando el ingeniero Macri asumió la Jefatura de Gobierno a fines de 2007, la Ciudad tenía un pasivo público de US$ 458,1 millones, monto que por ‘magia PRO’ alcanzó los US$ 1.904,3 millones a fines de 2014, es decir que su deuda medida en dólares se triplicó (316%)”.
Finalmente, la buena nueva más pulenta, porque no creceremos, no tendremos laburo, caerá nuestro salario, pagaremos deuda a lo pavo, pero gracias al nuevo decretazo del ingeniero Presidente, ¡ya podemos derribar aviones!, estimados lectores de PERFILl!
*Director de Consultora Equis.