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Terrores nocturnos

Como Macri ha declarado que no construirá subterráneos (achacando su incapacidad a una vaga conspiración en su contra), como el proyecto de agujerear Buenos Aires para que quienes odian la ciudad la atraviesen rápidamente ya cayó para siempre en la bolsa de ocurrencias reaccionarias, como la ciudad seguirá abandonada a los inescrupulosos proyectos del sector privado

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Como Macri ha declarado que no construirá subterráneos (achacando su incapacidad a una vaga conspiración en su contra), como el proyecto de agujerear Buenos Aires para que quienes odian la ciudad la atraviesen rápidamente ya cayó para siempre en la bolsa de ocurrencias reaccionarias, como la ciudad seguirá abandonada a los inescrupulosos proyectos del sector privado..., la actual gestión municipal ha concentrado sus esfuerzos de desarrollo urbano en dos áreas políticamente insignificantes, pero muy adecuadas como expresión de los terrores del alcalde.
La ofensiva asfáltica que actualmente sufrimos es un vasto dispositivo para facilitar el deslizamiento superficial, para evitar a toda costa cualquier tropiezo o inmersión en quién sabe qué agujeros de ignominia, para sellar la posibilidad de intervenir en el subsuelo agobiado de Buenos Aires. ¡Asfaltar, asfaltar (a toda costa y al instante)! ¿Quién podría negarse al asfalto? Los enemigos del progreso. Ahora bien: ¿quién querría sólo asfaltar? Los enfermos mentales, los monomaníacos, los dominados por el pánico a todo lo que se encuentra más allá de lo visible (las cloacas, los subterráneos, etc.).
Con la luz nocturna sucede lo mismo. La municipalidad promociona su manía lumínica como parte de una batalla en favor de la seguridad. El terror a lo oscuro nos retrotrae a los tiempos de Caperucita Roja, involucra un componente racista (¡clarificar! ¡clarificar!) y otro mitológico: iluminada a giorno, Buenos Aires dice que, purificada por la beatitud de la luz que viene de lo alto, la puerta del Infierno debe estar en otra parte. Pero el pánico a las profundidades y a la noche, se sabe, es de índole sexual. El infierno es uno mismo.