Todo es tan casual. De pronto, en la lista dispuesta al voleo suena el tema Ecos y la voz de Gustavo Cerati canta: “Llenando vacíos/ todo es tan normal/ tan frío...”. Es normal. Colgado de una palabra, te quedas ahí frente a la realidad, como mirando llover. Cerati canta: “Llenando vacíos/ todo es tan normal/ tan frío”.
“Normal”, decía el Néstor candidato peronista en 2002 que venía de apoyar en los 90 al “mejor presidente de la historia”, el peronista Carlos Menem. “Tenemos que volver a ser un país normal”, declaraba. Hacia el final del discurso que leyó en el Congreso el 25 de mayo de 2003, cuando asumió la presidencia, Néstor dejó por escrito su deseo: “Quiero una Argentina unida, quiero una Argentina normal...”.
Cuatro años más tarde, en diciembre de 2007, le concedió una entrevista a TN. Entonces, Néstor y Magnetto eran socios, Clarín no mentía, no tiraba “mala onda” y ambos tenían una relación de amistad. Satisfecho, Néstor aseguró que ya estábamos “a las puertas de ser un país normal”. Ahicito nomás. Qué pena que no vivió para disfrutar finalmente del prometido éxito al que nos había condenado el peronista Eduardo Duhalde, se sentiría tan orgulloso.
Porque todo es tan normal ahora. Quien mira con sus ojos lo ve. Las casas enrejadas, las alarmas, las cámaras, los botones de pánico, los vecinos armados, los barrios cerrados, countries y villas miseria a los que no puede entrar el Estado para hacer justicia, legal y social. Es tan normal aceptar que eso es y va a ser así. Que si te tocó de este lado del alambre tal vez puedas elegir, y que si caíste del otro sólo el azar o la muerte te van a sacar de ahí.
Es tan normal perder la vida en el tren, ahogado por una inundación, por entrar, por salir, por andar en auto, en bici. Y en el entretanto, es tan normal viajar mal y apretadito, ¿no? En el bondi, en el subte. Las mujeres aferradas a su cartera, abrazadas al bolso, los hombres apretando el bolsillo con las manos, metiendo los codos. Deseando llegar vivos a casa para ver la tele, comer algo, beber, olvidar que todavía no pagaron, que se anuncian despidos, que los adolescentes largan la escuela, que no consiguen trabajo, que con la limosna de los planes no alcanza, que no les ofrecen otra cosa.
Ay, Néstor, qué lástima que no escuchaste al nene. Tal vez pensaba que esto de la política era más complicado, pero vio cómo le fue a la familia después de 27 años viviendo del Estado y se animó. Conserva y administra los recursos que le dejaste, más de 100 millones, pero, tranquilo, habla de seguir sacando, no de poner. Armó una banda de cuarentones para conducir a la juventud. Les dio ministerios, empresas y reparten contratos. No sabés cómo los siguen los pibes para la liberación.
Y así de normal es todo por acá, no como en Uruguay, Chile, Perú o Bolivia. La inflación al 40%, los planes para mantener todo bajo control hasta las elecciones, meta fútbol, 5 mil millones de pesos para que los clubes gasten sin control y sigan fundidos, otro tanto para mantener periodistas y medios que relatan la historia y la recrean a tu memoria, sin recordar algunos detalles molestos. Están por ponerle tu nombre al Obelisco. Al de acá y al de Washington, para que los buitres te tengan adentro.
El resto, también, normal. Pibes desnutridos, sin agua, sin luz, gobernadores ricos, pobreza, indigencia, Conurbano, Insfrán, Closs, Alperovich, Formosa, Misiones, Tucumán, nada nuevo. Qué te voy a contar a vos de Julio De Vido, Báez, la obra pública, Schoklender y demás. ¡De Boudou! La mafia de los sindicatos peronistas, los gordos, los Moyano, los Cavalieri, los Barrionuevo, los Andrés Rodríguez, los Gerardo Martínez, a veces cómplices de los milicos, a veces adentro, a veces afuera, jugando para Scioli, o para Massa, pero siempre peronistas, nada nuevo.
O sí, los narcos. En eso también crecimos.
Una mala: murió Cerati. Queda su voz: “Llenando vacíos/ todo es tan normal/ tan frío”. Es normal que suceda la muerte después de tantos años en coma. Pero no deja de ser muy triste.
*Periodista.