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Todos los fuegos

El fin de semana pasado, aprovechando el tiempo bueno, volvimos al campo. Teníamos que envolver con telas de arpillera el joven jacarandá, que no resiste las heladas, e inaugurar el hogar construido para calentar la casa durante el próximo invierno, que imaginamos gélido, sobre todo teniendo en cuenta la crisis energética que ya se hace sentir (los tubos de gas han aumentado de precio, la provisión eléctrica se corta una o dos veces por día durante unos minutos).

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El fin de semana pasado, aprovechando el tiempo bueno, volvimos al campo. Teníamos que envolver con telas de arpillera el joven jacarandá, que no resiste las heladas, e inaugurar el hogar construido para calentar la casa durante el próximo invierno, que imaginamos gélido, sobre todo teniendo en cuenta la crisis energética que ya se hace sentir (los tubos de gas han aumentado de precio, la provisión eléctrica se corta una o dos veces por día durante unos minutos).
La construcción del hogar no fue barata, y faltan las terminaciones, pero nos pareció que la inversión era necesaria a largo plazo. Tuvimos que comprar un chispero y, ya que estábamos, un juego de herramientas de ésas que, en las películas, tanto sirven para manipular la leña prendida como para defenderse de asesinos seriales.
La tonelada de quebracho costó más de seiscientos pesos. Yo supongo que debería durar todo el invierno, pero mi mamá, mucho más escéptica, vaticinó que para julio ya se habría acabado. Probamos, para abaratar costos, introducir algunos leños de los pinos y cedros que nos vimos obligados a cortar la primavera pasada, moribundos como estaban por esa plaga imprevista por los antiguos introductores de especies exóticas en nuestras pampas, el clavel del aire. Pero el chisporroteo que la resina produce, si bien es sumamente entretenido, supera el umbral de seguridad que nos fijamos. Quedará esa leña para el asador y el quebracho para el fuego interior.
Si todo sigue tan mal como esperamos, en lo que a energía se refiere, plantaremos árboles de crecimiento rápido para poder alimentar el hogar a leña. Las maderas blandas se consumen muy rápidamente, pero al menos ya tenemos motosierra para encarar nuestro autoabastecimiento.