El largo discurso de la Presidenta tuvo una característica principal: su tono conciliatorio. Y eso fue muy importante. A la luz de los tiempos que se viven, la actitud de Cristina Fernández de Kirchner fue clave para que la Asamblea Legislativa se desarrollara normalmente, en un ámbito que fue copado totalmente por el oficialismo.
Fue también conciliatoria la breve alocución que le dedicó a la militancia K, movilizada principalmente por los intendentes del conurbano bonaerense, desde la explanada del Congreso. ¿Marcará esto el comienzo de un tiempo mejor para la convivencia política en la Argentina?
Por lo demás, del análisis de los aspectos concretos del discurso presidencial, surge la semblanza de un país idealizado
y, por ende, alejado de muchas de las circunstancias que componen su realidad:
◆ No se habló de la inflación, ni de sus causas, ni de qué se va hacer para enfrentarla.
◆ No se habló de la devaluación.
◆ No de habló del cepo cambiario.
◆ No se habló de la caída de la actividad económica que se verifica en estos últimos meses.
◆ No se habló de la crisis energética.
◆ No se habló de la inseguridad.
◆ No se habló del creciente problema del narcotráfico.
◆ Se habló de negociaciones paritarias libres a las que, en los hechos, el Gobierno trata de ponerles un límite, tal como reconocen los dirigentes gremiales que se han reunido con la Presidenta.
◆ Se insistió en que por YPF se pagarán 5 mil millones de dólares, cuando en realidad, sumando los intereses, el pago será el doble.
◆ Se habló mucho del pasado.
◆ Se repitió la estrategia de referir todos los índices socioeconómicos al año 2003, índices con los que cualquier comparación es infinitamente mejor.
◆ Se criticó fuertemente a los empresarios.
◆ No se habló de calidad educativa.
◆ La televisión oficial casi no mostró al vicepresidente, Amado Boudou, signo inequívoco de su ostracismo político.
◆ Se invocó la designación al frente de la presidencia provisional del Senado del radical K Gerardo Zamora como un gesto de convergencia política con la Unión Cívica Radical, de cuyas filas el ex gobernador de Santiago del Estero fue expulsado en 2010.
◆ Se fustigó a los piquetes, a los que, cuando estaban a favor del Gobierno, no sólo se toleró sino que también se alentó.
◆ Se puso en duda el acuerdo con Irán, que tanto se había defendido.
◆ Se defendió la estabilidad institucional de Venezuela –lo cual está muy bien– pero no hubo una sola palabra de condena para la persecución política que, con su secuela de muertes, lleva adelante el presidente Nicolás Maduro.
El discurso de la Presidenta duró dos horas y cuarenta y cinco minutos, a lo largo de las que habló de un país distinto al que la mayoría de la ciudadanía padece día tras día.
En el final, al mencionar la designación de Zamora como presidente provisional del Senado, Cristina Fernández de Kirchner hizo una convocatoria a construir una sociedad más tolerante y plural, ideal que representa todo lo contrario de lo hasta ahora hecho desde su gobierno. ¿Cambiará?
Producción periodística: Guido Baistrocchi.