Supongamos que hubiera una máquina del tiempo y que hoy no fuera sábado sino miércoles. Qué raro es este Senado en TV. ¿Hace años que esto es así? El evento es un pésimo espectáculo televisivo, lo cual le otorga cierto interés. Menem ha tomado la palabra. Y los silencios. Es vengativo, y aprovecha para matar de aburrimiento a sus colegas con un relato mesiánico en el que el vago Mesías es un tal general Perón, fuente inagotable de conceptos, eterna colección de sonetos para ejemplificar tanto una cosa como su contraria. En fin, la votación quedó 36 a 36, Cobos hará de réferi (es por contrato) y tendrá que desempatar este lío.
¿Qué lío? Me voy a dormir. Toda la semana nos han estado preparando. Nos han mostrado un país dividido, sí, pero ¿dividido por dónde? La frontera, como en el Canal del Beagle, pasa más o menos por cualquier parte. Ambas marchas, con sus oradores pletóricos de populismo y de mentiras, fingen una escisión falsificante: la Resolución 125. ¿Ninguno de ellos habló de los planes de EE.UU. para la región? ¿Nadie asocia esta crisis a la baja del dólar, que busca devolver a EE.UU. el protagonismo exportador, perdido mientras se entretenía con sus negocios en Irak? ¿De verdad cree la gente en las lágrimas de la Sociedad Rural o en las buenas intenciones de redistribución de un gobierno que ha demostrado una represión selectiva en Las Heras? Y hablando de Roma: el informe de los abogados en Santa Cruz es elocuente: los seis presos carecen de causa con sustento legal, y la jueza Ruata de Leone dilata la instrucción aduciendo argumentos insostenibles, como “la complejidad de la causa”, o que “son muchos los involucrados”. Una manera nada sutil de reconocer que la cosa tiene razones políticas.
Hoy es sábado de nuevo. Salteemos jueves y viernes. Presidente y vice descubren que el frentismo tiene sus sinsabores. ¿Nunca leyeron las advertencias de Trotsky al respecto?
Para enterarse de otras cosas, quizás haya que ir hoy a las 16 a un acto-festival en la Facultad de Psicología, un encuentro en pos de la libertad de los presos políticos, los trabajadores petroleros reprimidos que no tuvieron la cívica suerte de agricultores y ganaderos.