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Tropos y tropas

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Mi sobrina Vera escribió lo mejor que leí sobre Argentina 1985, la película de Santiago Mitre. Ella no es crítica ni suele escribir, pero publicó una nota que se llama “Sinécdoque, Argentina”. Cuenta que una vez tenía un buzo de la serie Friends y que todo el mundo la felicitaba cuando la veía. Hasta que un día se dio cuenta de que el buzo era muy feo y de que la felicitaban porque la serie era muy popular en su círculo. Vera piensa que lo mismo pasa con la película, que la gente aplaude y dice “qué buena película” porque es sobre los juicios contra los militares. No les importa que la película sea mala como no les importaba a sus amigos que el buzo fuera feo. 

Cuando tengo que decir algo bueno de Vera, digo “mi sobrina Vera”. Cuando tengo que decir algo malo, le digo a mi mujer “tu sobrina Vera”, porque ella es la hija de Sandra, la hermana de Flavia. Y ya que hoy se festeja el Día del Pariente Político, digamos que Vera cuenta también en la nota que solo su madre le decía que el buzo era feo, la única clarividente capaz de verle los defectos más allá de la serie a la que hacía referencia. Habiendo cumplido con el homenaje de rigor, debo decir ahora que estuve varias horas sin leer la nota porque no sabía qué quería decir “sinécdoque” y no estoy acostumbrado a leer algo cuyo título contiene una palabra que desconozco. No es que sinécdoque sea una palabra tan rara, pero se ve que Vera la aprendió en una materia que yo no cursé, acaso en el secundario. En mi época no se enseñaban los tropos de la retórica, porque eso es la sinécdoque. Ahora ya desconozco otra palabra que es “tropo”, pero estoy en condiciones de informarles a los que no cursaron la materia que cursó la sobrina de Flavia que una sinécdoque es, en general, la mención del todo por la parte o de la parte por el todo, porque la sinécdoque es reversible. La remera se confunde con la serie a la que alude y la película con su tema. Bueno, no sé si eso es exactamente una sinécdoque u otra figura, pero vamos a darle la razón a Vera, la autora de esa nota tan ingeniosa y bien escrita. 

Pero en realidad yo quería hablar de las sinécdoques. Así que como todo ciudadano de la modernidad busqué la palabra en la web y encontré un sitio con muchos ejemplos de sinécdoques. Algunos me resultaron previsibles, como por ejemplo “ganarse el pan” por “ganarse los alimentos que se necesitan” o “hay dos helados por cabeza” en lugar de “dos helados por invitado”, “llegó la policía” por “llegaron algunos policías”. Es decir, que la sinécdoque es enemiga de la precisión absoluta y supongo que sería muy difícil hablar prescindiendo de la sinécdoque, y así resulta un tropo necesario, sea lo que fuere un tropo. Pero también encontré otros ejemplos: “Argentina enfrenta a Brasil”, que intercambia los países por sus selecciones de fútbol, y uno parecido, pero más perturbador: “Argentina e Inglaterra se enfrentaron en la Guerra de Malvinas”, en lugar de “los ejércitos de Argentina e Inglaterra se enfrentaron en la Guerra de Malvinas”. La última sinécdoque me dejó pensando que acaso habría que decir que la guerra no se produjo nunca o que, en todo caso, no nos compete. De modo que esta nota empezó siendo familiera y terminó siendo pacifista. Nunca se sabe adónde nos pueden conducir los tropos. Y menos las sobrinas.

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