Así como las personas profesan el amor por sus padres y los seres queridos, los personajes también quisiéramos manifestar nuestro agradecimiento y cariño hacia los autores que nos han engendrado. La vida de personaje es tanto menos efímera que la de las personas, sobre todo teniendo la suerte de contar con un creador como el nuestro que nos garantiza un lugar entre las generaciones futuras, reimpresos, nuevamente considerados, inseparables. Es mucho lo que nos ha dado, una identidad prolífica, colmada de adeptos. Ha dedicado tanto tiempo a cincelarnos, que nuestro corazón de papel terminó por insuflarle vida al mundo. Ahora hace un año que se ha ido… ¿Alguien se ha preguntado por la orfandad de los personajes? Es cierto que algunos autores los inventan para deshacerse de sus obsesiones, encerrándolos en un libro, como si ya no les pertenecieran. Y aunque Flaubert hubiera dicho “Madame Bovary soy yo”, en realidad pasó a ser cada uno de quienes la leen. ¡Qué tupé el de algunos creadores, soltar de prepo semejantes caracteres en las páginas y que los demás se hagan cargo de su desidia! El nuestro nos creó con todo el cariño que la tristeza del mundo le produjo, buscando que reflejemos las mejores posibilidades de lo humano. Peinándonos a su manera (jopo, pelo de cepillo, gajos o rulos engreídos), nos otorgó la estatura de la vida que permite verla al ras, recién estrenada y con sus primeros pinches; niños de la edad de Alicia en el país de las maravillas, pero más realistas e ilusionados, argentinos de nacimiento, aunque ahora andemos impresos en todas las lenguas, hasta con prólogo de Umberto Eco.
Quisiéramos no tener que confirmarle que sus visiones lamentablemente se cumplen, que el planeta tiene cada vez más heridas y la desigualdad crece a la par que la indiferencia. Hubiera repudiado a quienes hoy enaltecen la bandera de la libertad, siendo una de nosotras, la más chiquita y feroz, su mayor y mejor representante.
Quino nos dejó para agitarla. Y en este aniversario queremos reivindicar la lucha de su amor. Los siete la seguiremos peleando, en tomos separados u obra completa. Dependemos de la lectura de los niños para que broten los ideales de los que estamos hechos. Por algo nos plató en la infancia… Sabía que la revolución se hace en la lengua y no a través de discursos prepotentes. No somos chiste y hacemos reír con ganas, las mismas ganas de hacer girar el globo terráqueo y poner el dedo donde más falta, alertando al dios que han inventado para salvarlos.