COLUMNISTAS
La mira en Macri

Un Bonadio al revés

Es Federico Villena, juez de Lomas de Zamora, que lleva adelante la causa del espionaje M.

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ADIOBON. | Pablo Temes

El juez que se vuelve Bonadio al revés. Uno, el ya muerto Claudio, resultó un fantasma que le sacó canas verdes a Cristina y al que, de sorpresa, le apareció un tesoro de pruebas con los cuadernos de un arrepentido que complicaron a buena parte del anterior gobierno Kirchner y a una multitud de empresarios especializados en sobornos, sobreprecios, arrreglo de licitaciones o apresuramiento de pagos. Se reveló entonces un emporio de coimas, confesadas en muchos casos.

Al otro magistrado, Federico Villena, devenido en Bonadio al revés para magullar a Macri (a ningún ex se le niega una asociación ilícita), hoy el cofre preciado le llegó desde el Conurbano por alguien que prefiere ser imputado como narco y no como sicario (son más años de cárcel), cuyo testimonio desveló una red de espionaje ilegal bajo la administración de Macri.

Un escándalo con materiales probatorios, filmaciones, fotos, grabaciones, cuentas bancarias, transferencias y seguimientos que no solo afectó a una fracción del cristinismo, a ella misma y a su instituto ad hoc (Patria),  también actuó sobre la privacidad de la propia tropa que gobernaba junto al ingeniero boquense, de Rodríguez Larreta a María Eugenia Vidal, entre otros.

Curiosidad 1: no se conoce la razón por la cual funcionarios públicos vigilaban a otros funcionarios públicos, inclusive de mayor relevancia en el mismo gobierno, a menos que intentaran conocer –como en el caso del Instituto Patria, según confesaron– si en algún momento había traslados de bolsos u otros enseres. Se supone que ese interés era para conocer el deporte que practicaban los funcionarios, no para replicar el caso de marroquinería del recordado Josecito López en un convento de Luján, aquel hijo casi adoptivo que Cristina reconoció en un discurso en la Casa Rosada.

Curiosidad 2: al margen de la ilegalidad de la secta descubierta en el área de Inteligencia, o del Servicio de Inteligencia mismo que, en apariencia, operaba con más chapucería que otras de los tiempos de Kirchner, asombra su impericia en el rubro para dejar más rastros de culpabilidad que Hansel y Gretel y, sobre todo, su ignorancia en la marginalidad política, sea de ellos o de sus mandantes: casi no hay registros de que pesquisaran a ninguno de los que hoy gobiernan con Alberto Fernández, ignoraban a los que iban a ser sus reemplazantes. Del manual de la risa.      

Notables. Han desfilado ante Villena varios de los notables perseguidos, muchos ya convertidos en querellantes. Por ejemplo, Cristina, quien le acercó al juez materiales sobre los ingresos de los denunciados de la AFI a la Casa Rosada, el tiempo que permanecieron y con quienes se entrevistaban, una forma de establecer connivencias. De ahí provino –entre adicionales elementos que se descubrieron–  la nueva velocidad de la causa, que desde hace 48 horas incluye el allanamiento del domicilio de un ex secretario de Macri (Daniel Nieto), realizado por la misma unidad policial que hace unos años intervino en la casa de la misma viuda del ex presidente Kirchner.

Hubo una pequeña peripecia en ese episodio judicial: cuando lo notifican a Nieto del procedimiento, este se encerró en su auto, nervioso se puso a hablar por el celular y, después de cierta negociación, aceptó destrabarse, que revisaran su casa y lo llevaran a declarar al juzgado. A Nieto, a quien le negaron la eximicion de prision,  lo convocan para que explique  por qué, según los datos obtenidos, varios agentes bajo sospecha sostenían que debían llevarle a él los elementos obtenidos ilegalmente.

Hay más gente de la Casa Rosada de aquellos tiempos que quizás llamen del juzgado, ya en calidad de indagatoria. El delivery no se concentraba solo en Nieto, finalmente los agentes imputados se dedicaban a buscar información que otros procesaban. Entre ellos, una dama: Susana Martinengo, de máxima confianza de Macri, quien ocupaba la misma dependencia de Miriam Quiroga, mujer famosa en el mandato de Néstor. A su vez, Martinengo reportaba en el escalafón a Fernando D’Andreis, un íntimo en la cercanía del ex presidente. Y en esta lista no se incluye a otras dos personalidades de quienes cobraban sus salarios y extras los chambones del espionaje descubierto: Gustavo Arribas y Silvia Majdalani, sus jefes en la AFI.

En la semana quizás aparezcan más interesados en conocer las violaciones a que fue sometida su privacidad, transformarse en querelllantes, caso Graciela Camaño –quien ya tuvo Zoom con el magistrado–, Monzó y Massot, o el vicejefe de Gobierno Santilli, quien ya pasó por el despacho de Villena, o una suerte de secretario de Elisa Carrió, Juan José Calandri, ahora auditor en el Gobierno de la Ciudad, quien era seguido en sus recorridos porteños o bonaerenses cuando su jefa política se quedaba en la chacra.

Hay datos complementarios de la investigación: un importador de materiales sofisticados confirmó haber tramitado la llegada al país de nueve cámaras y seis micrófonos de alta sensibilidad para el Servicio Penitenciario. Hasta el momento, solo aparecieron dos unidades de esta compra, se supone que la nueva directora a cargo podrá encontrar la sofisticación tecnológica restante.

Como para Bonadio la causa de su vida fue la de los cuadernos, Villena debe suponer lo mismo para su carrera en esta cuestión del espionaje. Pero su protagonismo se sacude: los magistrados federales, en general, entienden que debe desligarse del caso y remitir la investigación a su localía, Comodoro Py, que no corresponde mantenerla en un juzgado de Lomas de Zamora. Se entiende que Macri debe estar atento a esta veloz evolucion judicial, ya que aparece salpicado, mientras ex gobernantes como Scioli y su colaborador Pérez brindan con champagne por la posible nulidad de causas que les imputaban por corrupción: inducir desde el Estado a testigos parece una razón suficiente.

Estas no son las únicas derivaciones que habrán de irrumpir en el estrellato de Villena: será interpelado su historial, a favor y en contra, al tiempo que deberá lidiar en otra interna judicial: la lista celeste, de origen K, a la que adhieren Cristina Caamaño, Lugones, varios nuevos funcionarios y la fiscal de Lomas, Cecilia Incardona, no digieren al magistrado y pretenden que la causa se traslade a otro juzgado del mismo distrito. A muchos de Justicia Legitima no les satisface, él pertenece a una lista diferente, la bordó.  O sea que, de frente y perfil, tendrá problemas funcionales y la definición quedará en manos de la Cámara de La Plata.

No son todas malas noticias para él: ya cuenta con querellantes de nota en su patrimonio judicial, el de Cristina, el de Rodríguez Larreta, Santilli y monseñor Lugones, entre otros.

Además, con  todos los materiales que ha visto se convierte en una carga explosiva en este cruce de tantos intereses.