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el peronismo y los kirchner

¿Un gobierno nacional y popular?

Desde el peronismo popular y doctrinario, la pregunta sobre si progresamos o no en 2009, no elude, pero no se centra en el tema Gobierno-PJ y las luchas internas.

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Desde el peronismo popular y doctrinario, la pregunta sobre si progresamos o no en 2009, no elude, pero no se centra en el tema Gobierno-PJ y las luchas internas.
Un gobierno que se pretende “nacional y popular” tiene que ostentar ciertas medallas: el nacionalismo, dada la política de la minería y del petróleo, no puede ser reivindicado con nitidez. Indeleble es el veto de Cristina a la prohibición de explotar los glaciares. Y allí, la prédica terrible de Pino Solanas, un peronista que va por fuera del PJ. El Gobierno no es popular, pues cuenta con el 20% de opinión favorable. Este es un tema básico, porque hace a la caracterización esencial de un gobierno. Además, perdió las elecciones.
El por qué no es popular, habiéndolo sido es todo un tema. El pensamiento de derecha acentúa lo institucional, el “orden democrático”, el respeto a las leyes, la honestidad de los funcionarios, el diálogo político sin trampas. Elementos, claro está, de importancia.
Desde el enfoque popular, hay una crítica que algo explica: el general Perón sumaba sectores de base, aunque fueran de orígenes ajenos. Y, como se hacía una política positivamente popular, la mayoría de esos sectores terminaban peronizándose. En el actual Gobierno, se discrimina entre “sectores a favor” y “sectores críticos”. Así, en políticas positivas de construcción de viviendas, se otorga lugar y dinero a los amigos (D’Elía, Pérsico y otros) y se discrimina a los que tienen objeciones (Corriente Clasista y Combativa, Barrios de Pie, por ejemplo), de donde se divide el campo popular en función, no de ideales y proyectos, sino de adhesiones gubernamentales. Además, esa construcción de viviendas se terceriza por medio de los intendentes para asociar a dirigentes políticos intermedios. Así, se diluye la presencia de la Patria benefactora y se acentúa el personalismo de ciertos caciques lugareños.
También Perón aceptaba ideas o proyectos anteriores a él si constituían un avance, como fueron numerosas propuestas del viejo Partido Socialista, y lo importante es que las convertía en realidades.
El subsidio parcial a la niñez de $ 180, hecho sin duda positivo, no se entiende por qué no se ha hecho universal, como deben serlo las ayudas que no admiten discriminación. ¿Acaso porque alguna agrupación opositora lo exigía? Lo importante no es que alguien salga a decir “la idea fue mía”, sino que el beneficio funcione en forma universal. Eso es peronismo popular. Y ahí están las vergonzosas colas en las ANSES de todo el país de gente que necesita inscribir a sus hijos y que debe probar que es desocupada, trabaja en negro o, peor, que es indigente.
Estas cosas son las que a nivel popular desvalorizan al Gobierno, que perdió las elecciones en junio y que reaccionó con oportunismo para aprovechar la mayoría que le quedaba en las cámaras legislativas hasta hace pocos días. Logró prolongar la “emergencia económica”, que le da el manejo arbitrario del dinero del Estado. Pero la habilidad de los tejes y manejes de palacio no basta para lograr popularidad.
El tema inseguridad no es secundario, y se ha creado un clima acusatorio hacia el Gobierno, no sólo por la difusión que los medios hacen de los hechos, sino porque la gente realmente tiene miedo.
Nuestra sociedad se ha latinoamericanizado por la pobreza, y –peor aún– por la falta de esperanza. Entran también la droga (el paco como terrible hábito extendido) y la indudable complicidad oficial –en el nivel regional y aún en un ámbito más amplio–, con el robo de teléfonos celulares y automóviles. La ubicación de los desarmaderos que nunca se encuentran no es un misterio y de allí, una extendida protesta popular. Pero cuando los ministros y hasta los máximos dirigentes ostentan riqueza de dudoso origen, todo se complica.
Y la “teoría del INDEC” de que la realidad es como se me ocurra dibujarla, hecha doctrina oficial, choca contra el sentido común que todavía queda en la sociedad. También el líder decía que la única verdad es la realidad.

*Ensayista. Autor de La encrucijada argentina. Verdad y mentira del sueño peronista.

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