COLUMNISTAS
tras las elecciones

Un gran acuerdo nacional

Desgraciadamente la pasión y la actitud de algunos políticos vulneró la doctrina para judicializar la lucha por el poder.

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Candidatos. Gane quién gane hay que lograr un acuerdo nacional que incluya a todas las fuerzas políticas, las dos que hegemonizan el escenario, y también a las minoritarias. | cedoc

En la sociedad anterior a la revolución liberal la tortura estaba socialmente aceptada porque se creía que solo los culpables cedían ante el dolor. Los jueces usaban la ordalía, la prueba con agua fría o caliente, para descubrir si un acusado era culpable. Si no, se arrojaba al sospechoso desde lo alto de un castillo para que los ángeles le llevaran indemne a la Tierra si era inocente y para que muriera estrellado si era culpable. La expresión "no pongo la mano al fuego" viene de otra institución de esa época. Se obligaba al acusado a meter la mano en las llamas, sabiendo que su inocencia le haría inmune al fuego.

El Malleus Maleficarum sirvió para que el papa Inocencio VIII iniciara la lucha en contra de la brujería y formara la Santa Inquisición. En la segunda parte describe los tormentos a los que se debe someter a las acusadas de pactar con el Maligno para que confiesen su pecado. Pocos textos hay tan misóginos y crueles como éste. En general, el índice de culpabilidad era muy alto porque los ángeles ayudaban poco a los acusados. Con la revolución liberal surgió una doctrina jurídica que prohíbe la tortura, presume la inocencia del acusado, asegura su derecho a la defensa, la prescripción de los delitos, establece que la prisión preventiva debe ser una excepción que debe evitarse.

Pasión y persecución. Desgraciadamente la pasión y la actitud de algunos políticos vulneró la doctrina para judicializar la lucha por el poder. Eso, más allá de no ser ético, suele ser inútil. Cuando representan un fenómeno social relevante, los líderes no desaparecen con la persecución. El ecuatoriano José María Velasco Ibarra, quien había sido elegido presidente con amplias diferencias, fue derrocado por los militares a los pocos meses y deportado a Buenos Aires. Sus caídas fueron estrepitosas, pero la proscripción fue el resorte para renacer en hombros de la “chusma” velasquista. Perón volvió en triunfo en 1973 después de 18 años de proscripción desde la llamada Revolución Libertadora. Víctor Haya de la Torre en Perú sufrió todo tipo de persecuciones, pero tuvo una influencia decisiva en el país hasta su muerte. El dudoso proceso exprés que inventaron en Brasil para sacar a Lula da Silva de la competencia presidencial probablemente terminará con su vuelta a la presidencia, cosa que probablemente pase en Ecuador con Rafael Correa por la obsesiva persecución de la que es víctima.

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Democracia y alternancia

Cuando asumió la Presidencia Mauricio Macri algunos pedían que presione a los jueces para que apresen a Cristina Fernandez y termine con su carrera política. El Presidente no cedió a esas insinuaciones porque mantenía el principio de la independencia de poderes y porque creía que sería algo inútil. Los líderes que permanecen en la historia no existen porque son carismáticos sino porque expresan fenómenos importantes que existen en la sociedad. Cuando eso no es así, son líderes de ocasión, juegos de artificio que pueden sacar una votación importante, otra muy pobre pobre y desaparecen. En 2010 Tiririca fue el diputado federal más votado de Brasil, pero no creó una alternativa. Cuando esos dirigentes arman un membrete, tienen un lugar de paso que no cohesiona de manera estable a los dirigentes y necesitan un partido para convertirse en alternativa.

Proyectos. Cristina y quienes los rodean expresan un fenómeno social con raíces en la historia, que provoca entusiasmo en algunos y rechazo en otros, divididos en los últimos años en dos partes casi iguales. Mauricio Macri ganó con el 51% frente al 49% de Scioli. En las PASO Fernández y Cristina estuvieron cerca del 50%, mientras un porcentaje semejante se opone a su esquema. Macri mantiene el apoyo de más del 30% de los votantes que además de votar por él, rechazan los resultados de su política económica en la vida cotidiana. No se ablandaron por la derrota de las PASO, se han fanatizado. ¿Tiene una visión crítica del Gobierno que explica la dureza de ese voto?

El proyecto político liderado por Macri creció de manera constante a lo largo de casi 20 años. Después de una derrota en la Ciudad de Buenos Aires en 2003, obtuvo una serie ininterrumpida de triunfos hasta las PASO de hace pocas semanas. Además de lograr incorporaciones importantes, se mantuvo un núcleo inicial que acumuló experiencia. Los partidos con proyección histórica se constituyen así: afrontan elecciones exitosas y derrotas, presiden gobiernos más o menos exitosos, sus cuadros no se dispersan, asumen responsabilidades, se foguean y maduran.

Alguien que es presidente, intendente, ministro, legislador o alto funcionario por algunos años, adquiere habilidades y conocimientos que no se consiguen en la academia. Más cuando alguien ha ocupado varias de esas funciones. Un partido que ha administrado por varios períodos la Ciudad de Buenos Aires, la provincia de Buenos Aires, el gobierno nacional, tiene diputados, senadores en todos los niveles, representa algo más que un hervor electoral.

Blanco y negro. La realidad no existe en blanco y negro. Algunos macristas son arcaicos y algunos opositores comprenden la política contemporánea, pero quienes se relacionan con el mundo y la tecnología de manera inteligente se sienten mejor expresados por Macri y quienes tienen actitudes más nacionalistas suelen rechazarlo.

Unos quieren una Argentina que se integre a los países que están llegando a enormes niveles de prosperidad y desarrollo gracias a la revolución del conocimiento, se ilusionan con el tratado de integración con Europa, quieren impulsar el cambio. Los otros tienen un discurso centrado en la pobreza, en los valores de lo nacional y popular y ven con temor el desarrollo de la ciencia y la tecnología.

El macrismo corresponde a la nueva etapa de la historia. Es la expresión política de millones de argentinos que navegan, viajan, aprenden idiomas, estudian o se conectan con el extranjero. Quisieran vivir en una país globalizado en el que se desarrolle la mejor tecnología. Aprecian que millones de ciudadanos se hayan integrado a la red en estos años, que haya mejores y más comunicaciones, rutas, vuelos. Son parte de la democracia que nació con internet, en la que la gente común participa como sujeto activo, impone una agenda y demanda un liderazgo horizontal.

Rebeldía. En Occidente se generaliza todos los días un sentimiento de rebeldía en contra de lo establecido. Crecen las comunidades de youtubers, de veganos, de terraplanistas, de militantes sexuales verdes, azules o de cualquier tipo. Son distintos, pero coinciden en su antipatía por lo establecido, por la política, por los partidos, por las encuestas, por los medios de comunicación, por todo lo que admiraban sus padres. Algunos simpatizaron por el Macri del 2015, pero Balcarce se extravió en los corredores del palacio, el Presidente apareció tratando con los reyes y gente importante y pidiendo sacrificios. Vieron mejor a Alberto, “un hombre común”, que paseaba a Dylan, tocaba la guitarra, se contradecía, chocaba con la prensa.

Su actitud ante su hijo Estanislao fue probablemente el hecho que provocó más conversación en la campaña, suscitando la simpatía de los sectores liberales de la sociedad, y en especial de estos grupos contestatarios. Fue un gesto inclusivo y cuestionador de los viejos prejuicios.

En varias etapas hubo presión para que el gobierno de Macri amplíe su base política con dirigentes cristinistas que estaban de vacaciones antes de volver al redil, logre unos diputados más y llame a un acuerdo nacional que “haga lo que hay que hacer”, prescindiendo del kirchnerismo.

La propuesta no tenía mucho sentido porque “lo que hay que hacer” es distinto, según la percepción de la realidad de cada uno.

Por otra parte, un acuerdo nacional en contra de la mitad de la población no era un acuerdo sino un despropósito. No cabía componer al país proscribiendo a la líder de la mitad de los argentinos ni haciendo un acuerdo excluyente. Pasadas las elecciones, gane quién gane, es necesario lograr un acuerdo nacional que incluya a todas las fuerzas políticas, las dos que hegemonizan el escenario y también a las minoritarias que representan otras formas de ver la realidad. El país está en un momento crítico y es necesario superar las pequeñeces personales para lograr algunos acuerdos que incluyan a todos.

*Profesor de la GWU. Miembro del Club Político Argentino.