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¿Y dónde está la gente?

No somos dueños de la verdad y, somos eficientes, solamente si aprendemos a trabajar en equipo. Debemos desarrollar la humildad en una sociedad en que hay tanta información.

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Abandono. Después de la campaña, su sentido desaparece, como el de los muebles de una casa cuando muere su propietario. | cedoc

En los próximos días saldrá a la venta el libro "¿Y en dónde está la gente? Campañas y encuestas en la sociedad del presente extremo" publicado por Debate, que contiene los apuntes de clases de dos materias que se imparten desde hace algunos años en la Maestría en Comunicación Política y Gobernanza de la Graduate School of Political Management de la George Washington University, en la que se han graduado algunos centenares de cursantes americanos y europeos. Las materias son "Estrategia Política", que estuvo a mi cargo desde el inicio del posgrado y “Metodología de la Investigación” cuyo titular es Santiago Nieto desde que nos dejó su titular inicial, Manuel Mora y Araujo, profesor argentino que gozaba del cariño y respeto de todos sus colegas. Se hará un acto de lanzamiento del libro en diciembre en Washington. Reproducimos algunos de sus fragmentos, que tienen más actualidad:

"Los objetos pierden sentido cuando se destruye el contexto en el que tienen significación. Después de la campaña las calles quedan sucias, las paredes manchadas, hay por todos lados carteles espectaculares, hojas volantes, rostros, lemas, escarapelas. Su sentido desaparece, como el de los muebles de una casa cuando muere su propietario. Las personas tratan de explicar la realidad con hechos aislados y causalidades lineales, pueden ver las hojas, pero les es difícil concebir cómo es el bosque. En el caso de las campañas, algunos atribuyen el éxito del candidato a una foto en la que tenía la mirada perdida en el horizonte, como quien registra el vuelo de una gaviota muerta. ¿Qué puede tener de mágico una foto que se toman todos los meses, en todos los países, miles de candidatos que pierden y algunos que ganan? En algunos lados pervive una política que valora los lemas. En toda elección aparece alguien diciendo “Pasión por México”, por Chihuahua o por cualquier sitio, o cualquier otro conjunto de palabras pintorescas. Otros sobrevaloran los colores. Los antiguos trataban de manipular a los electores con los colores de la bandera. Hasta hace diez años en Argentina casi todos usaban el celeste, el PRI en México usa el tricolor, en Ecuador la mayoría de partidos usa el amarillo. Algún mexicano y algún argentino pasaron por allí y la bandera de Bolívar terminó de símbolo de la izquierda mexicana y de la Ciudad de Buenos Aires (...).

Otros suponen que lo importante son los debates presidenciales. Ni siquiera en México, en donde su rating supera a los encuentros deportivos, hubo uno que mueva los números de las encuestas, aunque algunos fueron muy comentados como el de 1993 en el que el claro triunfador fue Diego Fernández de Cevallos, quien luego perdió las elecciones, o el del 2012 en el que gracias a su generoso escote, pasó a la historia mexicana una hermosa presentadora argentina que opacó a los presidenciables. Los candidatos más elementales intelectualmente, hacen campaña sucia con carteles, correos, denigran a sus enemigos. Como creen que eso es importante, atribuyen después su fracaso a una campaña sucia imaginaria de sus adversarios. En cursos dictados en decenas de universidades los últimos veinte años repetimos siempre que esas campañas no sirven para nada y generalmente engrandecen a sus víctimas (...)

En 1960 nacieron con la campaña de Kennedy la consultoría política y la leyenda de Joseph Napolitan, el consultor más importante de la historia. Después de una brillante carrera en la que trabajó en los países más diversos del mundo, Napolitan pronunció una conferencia en 1985 en la que expuso “Las cien cosas que aprendí a lo largo de mi vida” en la que dijo que hay dos cosas que determinan el resultado de una campaña: el candidato y la estrategia. Si el candidato es malo, es imposible tener éxito. Mienten los asesores que dicen que “hicieron ganar” a alguien y los candidatos que acusan de su derrota a los asesores. Los responsables del resultado son ante todo los candidatos triunfadores o vencidos, con sus aciertos y errores (...).

El otro elemento que determina el resultado de una campaña es la estrategia, que se diseña a partir de investigación de calidad y que da sentido a todo lo que se hace, se deja de hacer, a lo que se dice o se silencia en la campaña. La estrategia no es uno de los elementos de la campaña, sino aquello que permite que todos tengan sentido. La política supone una actividad incesante y pocos líderes se dan tiempo para pensar y discutir en equipo. Con algunos analistas pasa lo mismo, están urgidos por el dato aislado y no se esfuerzan por entender la política de una manera más compleja. En este texto abordamos el tema de la estrategia y de la investigación, específicamente de las encuestas que son el corazón de una campaña moderna.”

Límites de las encuestas.

* Predecir el futuro. Tome en cuenta que la opinión pública es efímera y cambia permanentemente. Los electores están sujetos a un sinnúmero de estímulos que les hacen cambiar de actitudes durante el proceso electoral. La encuesta es una foto válida para el momento que se aplica, por lo tanto, es importante que los datos se levanten en el menor tiempo posible (...).

La existencia de internet aceleró los intercambios de opiniones y desde el año 2007 creció esta interacción de manera exponencial. Hace décadas la mayoría de los ciudadanos votaba casi siempre por un mismo partido a lo largo de su vida. Actualmente todos estamos comunicados con el mundo de manera permanente con nuestros teléfonos celulares y cambiamos de opinión con frecuencia. Los electores se han vuelto muy independientes y en reiteradas investigaciones realizadas a lo largo de décadas, hemos encontrado que un porcentaje importante no decide cómo votar hasta la víspera de las elecciones. Todo eso hace que sea cada vez más difícil predecir lo que ocurrirá el día de los comicios con exactitud. Las encuestas no sirven para predecir el futuro. Todavía entre los políticos y en la población en general, existe la idea de que la encuesta es una herramienta mágica de adivinanza. Pero eso es errado: no es una bolita de cristal, mide lo que ocurre en un momento determinado en la opinión pública.

* La tendencia. Una encuesta es una foto que nos da la información de lo que está ocurriendo en este momento, pero eso no es suficiente. Necesitamos saber cómo se están moviendo las cifras. Y para eso son indispensables las encuestas periódicas que nos permiten conocer de forma objetiva el movimiento de las principales variables que necesitamos estudiar. Una cosa es que un candidato tenga 15% de imagen positiva viniendo de 5%, y otra que su cifra anterior haya sido de 30%. De hecho como explicamos ya en el texto, hay un tipo de encuesta, el tracking que busca averiguar tendencias más que cifras que describan la realidad del momento.

* La estadística y su uso. Las escalas, los índices y los factores llevan a veces a conclusiones abstractas, que nos desvían de la realidad. Esas herramientas, por sofisticadas que sean no pueden sustituir a la experiencia de quienes han trabajado en esta materia durante años. Finalmente las computadoras pueden acumular mucha información y procesarla con velocidad y eficiencia. Pero las máquinas tienen limitaciones, aunque puedan realizar estas acciones con más destreza que los seres humanos, no son capaces de hacer las preguntas que son necesarios en cada caso. Y tampoco de interpretar los resultados integrando la información de otras investigaciones. Nunca podrán tampoco acumular datos que provienen de la experiencia, que están más allá de lo cuantificable.

Los candidatos más elementales intelectualmente, hacen campaña sucia

* Las contradicciones. Los seres humanos no funcionamos con una lógica cartesiana. En muchas ocasiones las respuestas que dan los encuestados son totalmente contradictorias. Estadísticamente alrededor de un 2% de latinoamericanos responde de esa manera. Hay que saber interpretar esas actitudes a partir de la experiencia y de la orientación que nos proporciona la investigación cualitativa. Más allá de las contradicciones frontales que pueden tener que ver con que no le interesa el tema al encuestado, debemos recordar que los ciudadanos más que racionales son razonables. El libro de Samuel Popkin The Reasoning Voter desarrolla este tema adecuadamente.

* Los cambios tecnológicos. En los últimos años la revolución de las comunicaciones y las transformaciones producidas por la sofisticación de las computadoras en toda la realidad, generaron un nuevo tipo de elector. La sociedad líquida hace que la función de adivinar el futuro que se demanda a las encuestas, sea cada vez más difícil de cumplir. Mucha gente está en permanente interacción con otros y cambia de actitud por razones que escapan a la lógica de análisis tradicional. Se hace más necesario que nunca integrar los métodos cuantitativos con los cualitativos. En nuestros cursos insistimos en que, aunque no esté de moda, es indispensable pensar, estudiar, leer. Solamente con una formación holística el consultor y el político pueden enfrentar los nuevos retos que aparecen en una sociedad en permanente transformación (...)

Finalmente lo que aconsejamos siempre a los políticos lo debemos aplicar a los propios consultores. Debemos ser conscientes que no somos dueños de la verdad, de que somos eficientes solamente si aprendemos a trabajar en equipo. Necesitamos desarrollar la humildad para trabajar en una sociedad en que hay tanta información, en la que los ciudadanos se han desarrollado tanto y necesitan ser tratados como sujetos activos de la política y no como simples seguidores.”

*Profesor de la GWU. Miembro del Club Político Argentino.