El nepotismo es una práctica muy antigua, incluida la utilización de la mujer del gobernante para duplicar o prolongar el poder. Pero los Kirchner han dado una nueva vuelta de tuerca con la designación directa de la pareja como sucesión presidencial al margen de todo procedimiento político.
Esta singular distorsión electoral permite presuponer la continuidad de la política kirchneriana, a pesar de las promesas de cambio. La permanencia de casi todo el elenco ministerial, y aun de los funcionarios más cuestionados como De Vido, acentúan la sospecha. No ha habido nunca un nuevo mandato que se inicie con tan pocas expectativas.
El ministro de Economía, Martín Lousteau, pareciera ser la excepción. Curiosamente este tiene como mentores intelectuales a los virtuales ministros de la oposición: Prat Gay con Carrió y González Fraga con Lavagna. La economía, aunque con matices, parece no ofrecer demasiadas variantes Sin embargo Kirchner –que se interesa más por la economía que cualquier político, pero sabe menos que cualquier economista– no dejará de formar, desde el bunker de Puerto Madero, un Ministerio de Economía en las sombras. Para empezar, ha participado en la selección de funcionarios del próximo elenco de Economía.
¿Tendrá Lousteau la suficiente autonomía? ¿Se verá obligado a seguir el camino de su maestro Prat Gay? Una significativa foto publicada en Clarín el sábado 1º de diciembre mostraba a Cristina Kirchner en una reunión con empresarios, departiendo muy amablemente con Moreno y de espaldas a Lousteau que miraba para otro lado con una expresión indefinida.
Sea como sea, la pareja gobernante y su ministro Lousteau deberán enfrentar los graves problemas provocados por la política del anterior gobierno sin que puedan echarle la culpa a “la pesada herencia”. Deberán enfrentar la inflación, la crisis energética, la falta de inversiones, la deuda pública, y todo esto en un contexto internacional menos favorable.
Por el lado de la política, la situación no es mejor. Es presumible que Cristina seguirá gobernando con superpoderes y con decretos ante un Congreso con mayoría sumisa y obsecuente.
Como respuesta al colapso del sistema de partidos, Kirchner se dispone a forjar un partido o movimiento político con los requechos de los partidos mayoritarios en vías de extinción. No dudamos de la voluntad y energía que pondrá en esa tarea. La incógnita está en saber si la oposición tendrá igual habilidad para coaligarse y enfrentar el proyecto hegemónico. De no ser así, seguiremos en la zona gris de esta semidemocracia.