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Un país normal

El borrón y cuenta nueva que cada gobierno plantea amenaza la estabilidad de todo el sistema social.

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País Moebius. | Pablo Temes

Un deseo que se renueva todos los fines de años es que la Argentina se vuelva un país normal. Claro está que el significado de la “normalidad”, como prácticamente todo en el país está en disputa.

Explicaciones. Talcott Parsons (1902-1979) fue uno de los sociólogos más importantes que generó el siglo XX. Impresionado por el alto nivel de conflictividad social de los Estados Unidos, desarrolló quizás el último intento de construir una teoría social completa que explicara todos los fenómenos y las contingencias de los procesos sociales. Fue injustamente olvidado porque sus críticos los acusaron de conservador ya en su esquema el sistema social podía tensionarse y transformarse pero no quebrarse, es decir tendía a su autoregulación: de ahí el título de su escuela “estructural funcionalismo”.

El autor estadounidense, acuerda en lo básico con Max Weber que la unidad social mínima de la sociedad es el actor y la dinámica social depende del despliegue de sus acciones a lo largo de su vida. Ese actor obviamente va trazando metas y objetivos para su vida desde las más sencillas hasta las más complejas. Si bien parte de las posibilidades para el cumplimiento de esas metas están en sus manos en términos de su voluntad y capacidades (incluso dependiendo de su “personalidad” término caído hoy prácticamente en desuso), pero también existen una serie de circunstancias y factores que escapan a su control y que son condicionantes (en mayor o menor medida) para el cumplimiento de sus objetivos. Con esta simple explicación Parsons muestra que ni la postura meritocrática ni la inclusivista logran completar la explicación sobre el “éxito social”.   

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AGIL Más interesante resulta la lógica de la dinámica social que propone Parsons. Obviamente los sujetos funcionan en sociedad en relación a otros, y sus acciones se van articulando en forma cooperativa o en conflicto con los otros en términos de los intereses planteados. Esta interrelación se manifiesta como sistema organizado (y tensionado) por cuatro mecanismos o funciones que se sintetizan en el modelo cuyo acrónimo en inglés fue AGIL. La A se refiere a la adaptación y trata de la relación de los actores con el entorno, así como el sistema con su contexto. La G (goal attainment) trata específicamente de las metas y habla también de logros tanto de los actores individuales como de sociedad en su conjunto.  Luego la I hace referencia a la integración, probablemente el concepto más borroso para el caso argentino. La integración supone cierta igualdad de punto de partida y cierta paridad de recursos para la interacción. Finalmente la L significa latencia, que trata el problema del mantenimiento de los patrones normativos generales y la relación de los actores individuales con esos patrones, los que se refieren tanto a las normas generales como a los valores compartidos.

Adecuación y valor. Evidentemente los argentinos tienen gran capacidad para la adaptación. Esta aptitud se ha ido sobre desarrollando a través de las décadas en la medida que ese sistema social que se llama Argentina se ha caracterizado por su inestabilidad política y económica. Esa capacidad forzada es la que ha hecho famosos a los argentinos en distintas latitudes del mundo. Pero el problema es que esa adaptación planteada en términos individuales no ha podido evitar la fragmentación del país, y para ponerlo en términos parsonanios en su desintegración social. En esa desintegración los goals attainment, las metas individuales pueden terminar contradiciéndose con los logros como sociedad, precisamente porque las metas comunes se han tornado borrosas, o en todo caso contradictorias entre las distintas fracciones que tienen objetivos diversos: pobres, no pobres, no pobres vulnerables, ricos. Cuando un determinado gobierno pone explícita o implícitamente su intención de beneficiar a un sector, termina poniéndose a los demás en contra. (Es cierto que uno de los problemas de la tesis de Parsons es asumir la igualdad de origen de todos los actores en su trato con los demás, cosa que obviamente no se comprueba fuera del tablero).

El cuarto criterio es el que Parsons denomina con el extraño título de latencia. Allí coexisten valores compartidos con normas generales y es quizás el aspecto que lejos de estar en disputa está definitivamente roto en el país. La falta de integración genera cuerpos de valores muy diferentes en las diferentes fracciones sociales, en ese sentido, la idea de una comunidad nacional se puede poner en cuestión en la actualidad. La famosa grieta no es una simple diferencia de opinión entre políticas puntuales, sino cuerpos de valores diferentes y en contradicción al punto del enfrentamiento.

Obstáculos. La estabilidad normativa es una responsabilidad primaria del subsistema político y gubernamental. Y la falta de esa estabilidad es un problema que se termina volviendo un obstáculo para los actores individuales. El borrón y cuenta nueva que cada gobierno en Argentina plantea, ya sea en nombre de la normalidad o la emergencia, y la imposibilidad de trazar metas comunes y compartidas pone en juego la estabilidad de todo el sistema social. Un ejemplo de esto es la inflación persistente. En términos metafóricos se lo puede asimilar a un cuerpo con fiebre en forma permanente, un percance que obstaculiza la vida cotidiana e imposibilita el logro de objetivos individuales. Por supuesto, que como la fiebre, la inflación es un síntoma de otra cosa, de un sistema económico con problemas en su estructura. De este modo se puede obviar el síntoma y seguir como si nada pasara, pero siempre con alto costo social.  Este entorno inestable activa la adaptación, los sujetos se las ingenian para saltar el obstáculo, tramas que incluso reactivan el problema como cuando los empresarios aumentan sus precios previendo los aumentos de costos futuros.

Reparar. Es fundamental que el “sistema político” pueda enfrentar este problema que obviamente afecta mucho más a los más pobres, quienes dedican prácticamente todos sus escuetos ingresos a la compra de alimentos. Un primer peldaño para transformar a la Argentina en un país normal.

*Sociólogo (@cfdeangelis)