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Un programa de radio que mantiene vivos a los rehenes

Describir cómo viven los secuestrados no es ni siquiera imaginable, menos aún es descriptible la tragedia de más de 16 mil personas secuestradas que han pasado por los frentes guerrilleros y que han recibido mensajes a través del programa radial Las voces del secuestro, que se emite por Caracol Radio de Colombia en 14 años de existencia. Cada historia es única. Cada dolor no tiene comparación. Cada tragedia no tiene igual.

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Describir cómo viven los secuestrados no es ni siquiera imaginable, menos aún es descriptible la tragedia de más de 16 mil personas secuestradas que han pasado por los frentes guerrilleros y que han recibido mensajes a través del programa radial Las voces del secuestro, que se emite por Caracol Radio de Colombia en 14 años de existencia.
Cada historia es única. Cada dolor no tiene comparación. Cada tragedia no tiene igual. Cada familia se siente sola en su duelo. Indefenso como una paloma, perdido en la selva, amarrado a un árbol con cadenas de hierro y candado, encerrado en una celda con alambres de púas, metido entre un hueco en la tierra tapado con tablas donde escasamente se filtra la luz del sol o tendido en el suelo frío cubierto con un plástico protegiéndose de la lluvia y de fe, sintiéndose abandonado hasta por Dios, en un conflicto que desgarra no sólo almas sino vidas enteras marcadas para siempre.
Estar secuestrado es ir muriendo lentamente. Cada segundo, cada minuto, cada hora se hace eterna. La víctima tiene a su lado todo el tiempo a su verdugo. Lo siente apuntando su fusil día y noche, advertido que al menor intento de rescate tiene la orden de matarlo. A la mínima sospecha de fuga lo sorprenderá con una ráfaga por la espalda o, simplemente, “si se le da la gana” (como dicen ellos) por saciar el instinto asesino, el secuestrador aprieta el gatillo de su AK47 contra el secuestrado que se ha resistido a morir por años. Pruebas de esa ignominia cruel y despiadada son los once diputados a la Asamblea del Valle del Cauca masacrados por las FARC.
La fuerza de los secuestrados se desvanece y quieren morir frente al dolor perpetuado en el tiempo. Menguados por las enfermedades típicas de la selva como la lechsmaniasis, que es tratada por los guerrilleros con pólvora. El “pito”, un mosquito infeccioso, la produce. Al acercarle un fósforo o un cigarrillo explota dejando un cráter después de arrancar el trozo de tejido, cauterizando de esta forma el edema. Con todo esto junto, es natural desistir cuando no hay esperanza. Si se desvanecen las fuerzas, morir es un descanso. Allí es cuando aparece una luz de esperanza. La voz de un ser amado que se filtra por entre la espesura de la selva a través de una pequeño radio se vuelve salvación. Es la única forma de aferrarse de nuevo al deseo de vivir. Es el único compromiso con el hilo de vida que le queda. Su mente vuelve a visualizarse libre. El secuestrado se transporta mentalmente a la libertad, se vuelve omnipresente frente a los que esperan y pareciera que las mentes se conectasen entre sí, tanto, que los mensajes en una sola vía le dan repuesta a los interrogantes que divagan en la soledad del “cambuche”. La única respuesta a este efecto de mentes conectadas entre sí, no puede ser otra, que la fuerza del amor.
Depende de muchos factores salir con vida en un secuestro. La fortaleza de las voces que escuchan los secuestrados diciéndole que los esperan de regreso les recarga el alma. “Amor, ya son ocho años de tu secuestro. Nuestro hijo está yendo al colegio, ha sacado las mejores notas, se parece tanto a ti que puedo confundir las fotos de los dos cuando tu tenías su edad. Dice que va a ser como tú. Recibió un premio al mejor dibujo. En el colegio todos lloramos cuando nos sorprendió en el concurso de pintura al descubrir lo que había dibujado. Era un Superman rescatándote de tus captores. Por él y por mí tienes que volver. Te ama, la que siempre te esperará. Tu esposa, Paty.” Mensajes como éste, a través de una radio que los captores facilitan estratégicamente porque necesitan al secuestrado vivo, son la única razón por la cual los rehenes han logrado sobrevivir. Un programa de radio que une a secuestrados con sus familias cargadas de dolor en espera de la libertad, mientras en la selva un guerrillero apunta de nuevo su fusil a la cabeza de la víctima, siendo la medianoche de los sábados en Colombia cuando inician Las voces del secuestro.

*Periodista colombiano, ex secuestrado, creador y conductor de Las voces del secuestro y Premio Perfil Internacional a la Libertad de Expresión 2007.