El partido número mil de la Selección no podía terminar mal. Para la estadística, pero sobre todo para la tranquilidad de Lionel Scaloni, Argentina venció 1-0 a Uruguay en Brasilia y cortó una racha de actuaciones esperanzadoras que terminaban en empates y frustraciones, tanto en la Eliminatoria como en el debut de esta Copa América.
Al igual que en las anteriores semanas, el partido contra la Celeste dejó algunos saldos favorables para Scaloni, que sigue buscando -a veces por decisión propia y otras veces por imprevistos- que las piezas que elige logren generar un andamiaje aceitado. Falta, es cierto, pero pareciera haber un plan.
Ayer una de las novedades fue el mediocampista central, Guido Rodríguez, quien reemplazó a Paredes, el jugador fetiche de Scaloni. Fue Rodríguez el que inició el camino de la victoria con un cabezazo incómodo que se metió en el arco de Muslera tras una jugada y centro de Messi por izquierda.
Pero no solo fue el gol: Rodríguez, criterioso en el manejo de la pelota, prolijo en la marca y solidario en la complementación con la defensa, fue uno de los puntos más altos de un equipo inconstante, irregular, que por momentos es dinámico y rápido, y por momentos impreciso y endeble. El tiempo y el trabajo determinará el porcentaje de cada aspecto.
Esa fragilidad argentina no puede estar desvinculada de los cambios que planea Scaloni partido tras partido. Se nota que hay una búsqueda incesante y que el proceso por supuesto es largo: no se resolverá en esta Copa América, aunque sí puede solidificarse. Ayer el DT hizo cuatro modificaciones con respecto al empate contra Chile, y tres fueron en la defensa con los ingresos de Cristian “Cuti” Romero, Nahuel Molina y Marcos Acuña por Lucas Martínez Quarta, Gonzalo Montiel y Nicolás Tagliafico.
Más allá de los cambios de nombres, hay algunos jugadores que ya tienen la confirmación descontada. Es el vaso medio lleno de esta Selección. Messi, obvio, sigue siendo de lo mejor (vaya novedad). Por el desequilibrio individual (evidenciado en una jugada en el final del segundo tiempo en la que arrancó en la mitad del campo) y por todo lo que implica tenerlo en el campo, la Pulga es clave. Ayer estuvo bien acompañado por Rodrigo De Paul, que de a poco se consolida como otro de los indiscutidos de este recambio generacional que comanda el joven técnico argentino.
El otro hombre que empieza a afianzarse es el arquero Emiliano Martínez. Con sobriedad, algo indispensable para custodiar un arco pesado, transmite confianza y no se equivoca. Es otro de los puntos altos de una Selección que necesitaba ganar, y que anoche ganó. No es poco si lo que se necesita es confianza para consolidar un equipo.
El cansancio, un duro rival
Entre el partido que la Selección argentina disputó anoche ante Uruguay y el próximo, frente a Paraguay, sólo van a pasar 72 horas. Y los dos rivales, el de anoche y el del lunes, tuvieron una semana de descanso previo. Más allá de las ventajas que puede presuponer más tiempo sin competencias, el tema pasa por cómo afectará a los jugadores argentinos estos tres días de furia.
Además de esta seguidilla, la logística propuesta de jugar en Brasil la primera fecha el pasado lunes y volver a la concentración de Ezeiza para viajar nuevamente hacia la capital del país organizador, no pareció resultar todo lo beneficiosa que se preveía.
Los jugadores argentinos recién tendrán una semana de descanso por fecha libre luego del partido con Paraguay y antes de cerrar la fase de grupos, el lunes 28 frente a Bolivia en el estadio Arena Pantanal.