Hoy la Argentina tendrá un nuevo presidente: Scioli o Macri. La experiencia inédita del ballottage marcará así el final de un año electoral rico en enseñanzas y pobre en campañas. En el derrotero proselitista de este largo proceso que hoy culmina, uno de los hechos más importantes que se produjo fue el debate que los dos candidatos sostuvieron el domingo pasado en la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires. Fue un acontecimiento fundacional: a partir de ahora, ningún futuro candidato presidencial podrá negarse a debatir con sus contrincantes. El enorme interés con que la ciudadanía lo siguió por la cadena nacional de hecho que conformaron todos los medios demostró que latía en su seno una necesidad de escuchar y ver a los aspirantes a la presidencia protagonizando un contrapunto de profunda raíz democrática.
En el fragor de la campaña quedó claro que la economía volverá a ser la vara con que se medirá la gobernabilidad de los primeros días del futuro gobierno. La preocupación acerca del nivel de reservas y del patrimonio neto existentes en el BCRA y la falta de certidumbre acerca del estado real de las cuentas generan preocupación y alarma en los equipos económicos de los dos candidatos.
El escándalo por la venta de dólares a futuro terminó en una causa penal llevada adelante por Claudio Bonadio. Según peritos técnicos citados por el juez, entre los que se encuentra el ex presidente del BCRA Martín Redrado, se estima que entre junio y octubre la entidad pasó de una posición vendedora neta de 1.800 millones de dólares a otra de 15 mil millones. Según el propio Redrado, “las circunstancias actuales no justifican la operatoria de dólar a futuro y se estima una pérdida para el BCRA en torno a los 45 mil millones de pesos. Se trata de una muy pesada mochila que le quedará al próximo gobierno, que se verá obligado a emitir pesos para cubrir estas pérdidas”.
En el informe técnico que está en manos de Bonadio se destaca, además, que se están violando los preceptos establecidos en el artículo 18 de la carta orgánica de la institución, en cuanto a que éste habla de “operaciones a precios de mercado” y los precios a los cuales vende futuros el BCRA nada tienen que ver con aquéllos, ya que son bastante menores. Más allá de los aspectos técnicos de su peritaje, Redrado fue muy claro en sus apreciaciones: “Vanoli no puede desconocer esto. Hay una apropiación de los recursos del Estado. Cristina cree que los dólares son de ella”.
Guillermo Nielsen, hombre clave en la exitosa renegociación de la deuda externa encarada por Néstor Kirchner en 2004, fue aún más duro: “Al presidente del BCRA y a todo el directorio le caben responsabilidades penales. Los funcionarios de Economía hipotecaron el futuro. Están timbeándose los dólares que no hay y que además hay que comprar con pesos que imprimen gratuitamente. Una locura”, sentenció.
Gradual. Ante esta situación, en Cambiemos continúan evaluando la conveniencia de ejecutar medidas de ataque inmediatas o añadir una cuota cada vez mayor de gradualismo a la hora de fijar el tipo de cambio, recortar subsidios y corregir los desequilibrios de las cuentas fiscales en una serie de acciones que hoy se engloban bajo el término “sinceramiento de la economía”. Una fuente que pidió no ser identificada se lamentó por la “ingenuidad inicial de creer que la sola llegada de Macri a la presidencia era señal suficiente como para que llovieran los dólares necesarios para atenuar la situación”. Hoy hay una clara conciencia de que ello requiere de mucho más trabajo, lo que está trayendo más de un disgusto a los equipos económicos de Cambiemos.
En el FpV la visión de la problemática económica es similar. En lo que puntualmente se refiere al caso de la venta de dólares a futuro por parte del Banco Central, existen la misma preocupación y las mismas sospechas que las que hay en Cambiemos.
Otro de los escandalosos hechos de estos días es el de los nombramientos que, a troche y moche, está realizando el Gobierno. El copamiento del Estado que ha ordenado Cristina Fernández de Kirchner refleja su objetivo de mantener cuotas de poder una vez que haya dejado el Gobierno. El llano será duro para el kirchnerismo. Las decisiones judiciales de estos días marcan una situación de fin de ciclo que es independiente del resultado de hoy y, por lo tanto, inexorable.
Más allá de estas cuestiones, el nuevo presidente enfrentará un gran desafío: restablecer el patrón de convivencia democrática severamente deteriorado durante los doce años de kirchnerato. En la sociedad argentina de hoy en día merodea el miedo al que piensa distinto. El miedo al triunfo del otro ha dominado la campaña. Ello es producto de un germen de división e intolerancia en niveles que no se habían visto desde la recuperación de la democracia en 1983. La Plaza de Mayo de aquel 10 de diciembre en que asumió Raúl Alfonsín nos trae la imagen de una sociedad en la que había triunfado la convivencia en la diversidad. Era la Argentina del uno y del otro; era la Argentina del uno con el otro.
Hoy, en cambio, se asiste a algo diametralmente opuesto: el país del uno o del otro; el país del uno sin el otro. Es ésta la herencia más pesada que deja el kirchnerismo. La democracia es pluralidad. Recuperar esta idea como valor de nuestra vida diaria es uno de los desafíos que el nuevo presidente y la sociedad enfrentarán en busca de un mañana mejor que nos aleje de los fracasos del pasado.
Producción periodística: Guido Baistrocchi con la contribución de Santiago Serra.