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Una bola de nieve

El Gobierno admite en secreto que subestimó el rebote del tema docente. Dictadura y olvidos.

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VEINTICUATRO amonestaciones Roberto Baradel | PABLO TEMES

Cometimos un error al no dimensionar adecuadamente el alcance del problema con los docentes”, se sinceraba un dirigente del PRO que desempeña funciones de alta relevancia institucional en la Ciudad de Buenos Aires, y que tiene llegada directa al Presidente. Hay una regla de la política que indica que cuando un conflicto salarial con un sector de la importancia de los docentes se prolonga sine die, termina transformándose en otro mucho más complejo que es de naturaleza política. Salvando las distancias, es lo que pasó al comienzo del primer gobierno de Cristina Fernández de Kirchner con la ya legendaria Resolución 125. No queda claro, al respecto, por qué se decidió cambiar la metodología de la negociación utilizada en su primer año de gestión, que fue claramente exitosa y que permitió no sólo que las clases comenzaran en tiempo y forma sino que el año lectivo se desarrollara sin mayores contratiempos.

En paralelo, y agregando mayor tensión a la ya existente, la carrera electoral parece haber largado de manera descarnada. A los clásicos pero tristes desmanes ocurridos luego del acto de la CGT les siguieron movimientos mucho más sigilosos pero efectivos. El escenario ha quedado dividido en dos extremos sin ninguna gama de grises en el medio. “El peronismo no buscó esta polarización entre el macrismo, que se autodenomina ‘el cambio’, y lo viejo, representado por Cristina Kirchner, pero sería necio negar que existe. El massismo intenta levantar la voz pero nadie repara en ello”, grafican en una intendencia peronista de los municipios más poblados del conurbano.

La misma fuente sostiene algo que cualquier analista podría anticipar: “El kirchnerismo duro ya no parece ser una opción viable dentro del peronismo para reconstruir el país en el mediano o largo plazo. Pero, ¡ojo!, si hay algo que es innegable es el pragmatismo de los muchachos del PJ. Siempre juegan a ganador. Si CFK se lanza y mide bien como hasta el momento indican las encuestas, más de uno se va a tragar el sapo y votará con la nariz tapada. Después habrá que esperar hasta que aclare”, vaticinó. Así son las delicias de los tiempos de campaña.

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Economía difícil. La realidad socioeconómica sigue presentando al Gobierno dificultades de compleja solución. Es repetitivo decir que ha faltado un plan para hacer frente a los desafíos que plantea la coyuntura. El aumento de la pobreza generado por el sinceramiento de la economía muestra la falta de medidas paliativas. Sobre ello se agrega la impericia con que se adoptan otras. Dos ejemplos sirven de muestra de la anterior afirmación: recién en la semana que pasó se terminó de reglamentar la implementación de la emergencia reclamada por los diferentes movimientos sociales.

No queda claro por qué, luego de aprobada la ley, se demoró tanto su implementación. El otro caso es el de los así llamados “precios transparentes”, que, en los hechos, terminaron encareciendo el pago en cuotas, única manera en la que la mayoría de la población puede acceder a bienes sobre todo del rubro de los electrodomésticos. Llevó casi dos meses rever esa medida que, finalmente, sólo benefició a los que más tienen y derivó en una significativa caída del consumo.

Los brotes verdes –eufemismo utilizado para mencionar la reactivación de la economía– siguen siendo mustios. Algunos sectores muestran una recuperación significativa, con el campo a la cabeza. Otros, en cambio, muestran caídas alarmantes. El Centro de Estudios Económicos de la Unión Industrial Argentina acaba de emitir un informe ciertamente preocupante. Allí se informa que, a pesar de haber cesado su caída en enero, los datos de febrero distan de asegurar que la industria en su conjunto haya retomado el camino. Se detalla en esa comunicación que el mes pasado “la producción automotriz cayó 29,7% durante febrero en términos interanuales, la de acero descendió 9,9, los despachos de cemento fueron 0,8 menores, y la producción de insumos para la construcción cayó 6,7% en términos interanuales”.

El párrafo final es para lo ocurrido en la conmemoración de los 41 años del golpe militar del 24 de marzo de 1976, que dio paso a la dictadura más cruel de la historia de nuestro país. Siempre hubo divisiones entre los organismos de derechos humanos, divisiones que la cooptación producida por el kirchnerismo buscó y logró ahondar. Por eso, en los actos desarrollados tanto en la Plaza de Mayo como en la ex ESMA dominó el sentimiento de animadversión hacia Macri y su gobierno.

Nada de lugar hubo para recordar a los integrantes de la Comisión Nacional sobre Desaparición de Personas (Conadep) –Ernesto Sabato, Ricardo Colombres, René Favaloro, Hilario Fernández Long, Carlos Gattinoni, Gregorio Klimovsky, rabino Marshall Meyer, monseñor Jaime de Nevares, Eduardo Rabossi, Magdalena Ruiz Guiñazú, Santiago Marcelino López, Hugo Diógenes Piucill, Horacio Hugo Huarte, Graciela Fernández Meijide, Daniel Salvador, Raúl Peneón, Alberto Mansur, Leopoldo Sigueira, Agustín Altamiranda–, al fiscal Julio César Strassera y a sus adjuntos Aníbal Ibarra y Luis Moreno Ocampo, a los jueces de la Cámara Federal –Carlos León Arslanian, Ricardo Gil Lavedra, Jorge Valerga Aráoz, Jorge Torlasco, Guillermo Ledesma y Andrés D’Alessio–, que condenaron a las Juntas Militares, y a quien con gran coraje y en soledad política promovió ese juicio histórico e inédito en la historia de la Argentina y del mundo: el ex presidente Raúl Alfonsín. ¡Cuánta desmemoria!

Producción periodística: Santiago Serra.