Daniel Scioli se desprendió por fin de su tradicional parquedad en las definiciones y ayer, en una entrevista con PERFIL, confirmó aquello que todos sabían pero que hasta entonces eludía expresar: que es candidato a presidente y que aspira a suceder a Cristina Kirchner. Las razones que llevaron a Scioli a quebrar su obsesión por la prudencia tiene razones matemáticas y se observan claramente en la encuesta que acompaña el artículo.
Mauricio Macri mejoró sus desempeño en los últimos meses y amenaza con dejarlo fuera de un eventual ballottage. Scioli necesita consolidar su lugar y, a un año de las primarias, ya no le alcanza con valerse de la herramienta que en el pasado lo había convertido en favorito: mostrarse como víctima del kirchnerismo.
Los próximos meses exhibirán indefectiblemente un Scioli de perfil más alto, dispuesto incluso a confrontar con Macri.
Sergio Massa logra mantener el primer lugar. Pero la distancia es corta como para dormirse en los laureles. Su objetivo principal es, por lo tanto, evitar errores y reducir el riesgo. La cautela que Scioli abandona ahora la retoma Massa.
Su obsesión es que nadie lo saque del libreto, mantener los ejes de su discurso como las críticas al impuesto a las ganancias y las alusiones a la seguridad que los analistas le recomiendan como la mejor forma de garantizar votos.
Los números también explican el empeño macrista por romper Unen y llevarse una parte de la coalición. Es el camino que eligieron para llegar al ballotage, además de consolidar su alcance nacional.
La confluencia liderada por radicales y socialistas aún esquiva una definición y pretende, por ahora, crecer con identidad propia. Falta un año para las primarias. Las matemáticas indican que el final aún está abierto.