COLUMNISTAS
crisis en el ejecutivo

Una explosión que se gestó y detonó en el interior del Gobierno

default
default | Cedoc

Nació en Chivilcoy, su poder creció en Santa Cruz y ahora recorre Puerto Madero en un enero de pesadilla, mientras observa cómo los hombres que tenía bajo su mando chocan en una guerra paranoica.

Héctor “el Chango” Icazuriaga era el jefe de la Secretaría de Inteligencia hasta que Cristina Kirchner lo separó junto a su segundo, Francisco Larcher, y lo reemplazó por Oscar Parrilli. Aunque fue alejado de la pequeña galaxia que gira alrededor de la Presidenta, Icazuriaga todavía recibe las consultas desconcertadas de sus compañeros de ruta del Gobierno, que le preguntan por Jaime Stiuso, el espía que era la sombra del fiscal Alberto Nisman, y por su adversario, Fernando Pocino, el otro lugarteniente de la Secretaría de Inteligencia que sobrevivió a la purga. Icazuriaga aún cree que era posible contenerlos, que eran más manejables desde el interior. “Mirá lo que pasó”, le respondió días atrás a un interlocutor que lo cruzó tras su partida del Gobierno. “Lo que pasó” es el sordo enfrentamiento entre agentes financiados por el Estado, en una contienda que tiene la muerte del fiscal Alberto Nisman como su emblema más sangriento.

Las convicciones de Icazuriaga, la certeza de que era mejor mantenerlos en el interior, están bien lejos de la nueva cruzada lanzada por la Casa Rosada tras las señales, vía Facebook, de la Presidenta. Como se dijeron unos a otros, ministros y gobernadores, en el encuentro del jueves del PJ, el nuevo lema es enfrentar a Stiuso. No sería extraño que el flamante eslogan sea “democratizar” los servicios de inteligencia. El kirchnerismo toca los tambores de una nueva batalla y se repite a sí mismo otro relato que transforme un desastre en una expedición épica. Como siempre, el lema tambalea cuando se cae en la cuenta de que los nuevos enemigos son los mismos que el kirchnerismo coronó, ensalzó y financió durante más de una década. Como Jaime Stiuso.

Esto no le gusta a los autoritarios
El ejercicio del periodismo profesional y crítico es un pilar fundamental de la democracia. Por eso molesta a quienes creen ser los dueños de la verdad.
Hoy más que nunca Suscribite

El poder del gobierno de Cristina Kirchner se deteriora por las ondas expansivas de un explosivo que detonó en su interior. La crisis es consecuencia de la acción del Gobierno y sus aliados, viejos y presentes. El acuerdo con Irán, que Néstor Kirchner rechazó firmar, fue una decisión de Cristina Fernández que la dejó en el peor de los enredos, donde los únicos ganadores fueron los diplomáticos de Teherán. ¿Por qué el Gobierno mantiene como aliado a Luis D’Elía? Sólo razones inconfesables pueden justificarlo. Las mismas que le otorgan protección y que le permiten intimidar a toda la cúpula del Poder Ejecutivo, cuando en su cuenta de Twitter difunde un mensaje donde afirma: “Yo soy Cristina, yo soy Timerman, Yo soy el cuervo”. Una forma de decir: si caigo, no me voy solo.

Incluso el opaco jefe de Quebracho, Fernando Esteche, compartió actos con uno de los líderes de La Cámpora, el diputado Andrés “el Cuervo” Larroque. Se los vio juntos, por ejemplo, en trabajos solidarios en La Plata tras las inundaciones de 2013. Pero se conocen hace más tiempo. Ahora son protagonistas de escuchas escandalosas. Cosechar en la marginalidad tiene
consecuencias.