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gastos discutibles

Una Ferrari para las calles porteñas

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Aviones. La firma del contrato por la compra de 24 cazas F-16 Fighting Falcon. | cedoc

Se consumió como un fósforo 10% del mandato gubernamental, ya pasaron cuatro meses y quince días de los 48 meses que le concedió el electorado. Y aún faltan funcionarios por designar, firmas en los expedientes, cierta demora general se advierte a pesar de un mandatario terminante en anuncios. Solo ciertas áreas cumplen requisitos casi a pleno (Economía), para bien o para mal. Luis Caputo y Santiago Bausili (Banco Central) se ganan el sueldo. Sin embargo, la carencia administrativa en esta etapa –según un atento medidor– revela que las dilaciones de Javier Milei no son diferentes a los primeros tiempos de Mauricio Macri y Alberto Fernández. Solo sorprende porque más de uno imaginaba ahora otra ejecutividad, acorde tal vez con la personalidad de un conductor religioso que arrastra multitudes aceptando sacrificios humanos. Como los aztecas, entre otras comunidades.

Resulta injusta la presunción: el Presidente aterrizó en la Casa Rosada más despojado y desarmado que sus antecesores, casi sin equipos, con pérdida de soldados por ambiciones desmedidas antes de la llegada, comprando jugadores para el plantel (Caputo, el viejo) y planes (Federico Sturzenegger) ante su propio desierto. Y, lo peor, cargado de anomalías por una formación partidaria de mínima distinción con otros colegas de la “casta”, ejemplares legislativos surgidos de la última oferta de temporada como deshechos que no colaban en ninguna facción conocida. Mejor no hacer nombres, los resultados a la vista. Para colmo, como la necesidad obliga, hoy la hermana presidencial se encomendó constituir una fuerza que sea superior a un sello, voluntarios no faltan y avivados tampoco: el país es grande.

En el Congreso, se repiten desavenencias en Diputados (avanzada de Karina y Lilia Lemoine para impedir que Marcela Pagano accediese a pilotear la Comisión de Juicio Político: hasta la mandaron al hospital liquidando en la pelea a Óscar Zago como titular del bloque, quien montó una tribu aparte) o la comprobación en el Senado de que los mismos oficialistas acompañaron un incremento salarial para todo el cuerpo que Milei luego fulminó. Tal vez se disuelva esa suba como la de las prepagas. Insólito país: se da libertad para aumentar tarifas y luego se prohíbe su alza mientras se convierte en vergüenza el orgullo de reclamar mejores ingresos para los legisladores. Demasiada confusión. En la marea, los gobernadores defienden fideicomisos y, como padres postizos de la mayoría de los representantes legislativos, padecen la ignorancia que el Presidente les manifiesta: no recibe a casi ninguno de ellos, distante, los confiesa por su ministro del Interior, Guillermo Francos, quien les pide paciencia para los reclamos. (“Esperen hasta el segundo semestre”, igual que los “brotes verdes” de antaño) o cambia la canción que les había prometido reiterar la semana anterior con la siguiente excusa: “Bueno, ustedes ya saben cómo es Javier”. Desconcertados, consienten a disgusto y luego van corriendo a la Justicia por los fondos que creen merecer: no llegaron a sus cargos por falta de picardía, son alrededor de veinte los que ingresaron causas en los estrados.

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A Milei le cuesta eliminar al enemigo, en especial si no le conoce sus secretos

Como la Corona se la puso el solo, igual que un Napoleón del subdesarrollo, Milei también conserva discreta lejanía con los empresarios: los conoce por experiencia previa, pueden considerarlos héroes, pero evita ser su instrumento. Se demostró en la última foto del mitin de Bariloche esta semana, con transitorios afines a su gobierno: viajó a la noche, por la mañana dio un discurso y volvió enseguida sin quedarse a almorzar con la ávida muchachada. Justo cuando lo querían capturar para una estadía más extensa. Hubo discurso emblemático, aplaudido de pie, y una observación poco registrada: aludió a su devoción por la economía del futuro, poco habitual en otros mandatarios, reconociendo a quien le entregó esa misión: Demian Reidel. Con los empresarios, mucha simpatía, abrazos, poca intimidad: alguno ya le pidió lugar en un helipuerto del Estado porque se le venció el alquiler en otro privado, algunos asistentes –casi todos vestidos con camisas guayaberas, mientras el Presidente estuvo con traje y corbata– se aproximan por las privatizaciones futuras, creen en la eficacia de repetir un acceso personal como el que algunos tuvieron con Carlos Menem. Y, ahorrativos, en este caso sin pagar la entrevista.

Parece que hay bastante atracción por Aerolíneas, aterrizan visitantes internacionales de Europa y EE.UU., también de países orientales que piensan como occidentales. Más de un candidato local, bancos y seguros, curiosean por la sospechada Nación Seguros atendida bajo sospecha hasta de Alberto Fernández. Ciertos fondos astronómicos se interesan por las supresiones tributarias que anuncia el Gobierno, hay grupos cercanos a su pasado corazón que temen al Milei que cualquier abuela definiría como una chapa: se calienta rápido y se enfría del mismo modo. Se abre una caverna con emisarios del oro e ilusionistas con espejitos de colores. Mejor evitar nombres, y eso incluye a los complejos financieros que han ofrecido abrir el crédito al país con  préstamos que merodean los 5 mil millones de dólares, a una tasa del 11%. Decidió esperar el ministro Caputo: para él es caro ese servicio bancario. Aunque contempla ese crédito eventual debido a que el dinero fresco del FMI se atragantó en apariencia en la garganta de Joe Biden.

Ni siquiera parece que alcanza el gesto de buena voluntad por la discutible decisión de adquirir los 24 aviones F-16, uno de los cuales fue a observar el ministro Petri como si fuera una atracción de Disney, subiendo a la Big Thunder Mountain. Reemplazó a Milei, cuyos asesores de seguridad le sugirieron no viajar a Dinamarca por peligros terroristas luego del enfrentamiento entre Irán e Israel con drones y misiles –no hubiese sido mejor comprar esos elementos en lugar de los aviones– y el reciente fallo de la Corte Suprema condenando al antiguo imperio persa por los atentados en la Argentina contra la embajada judía y la AMIA; (a propósito, nadie pareció reconocer que esa resolución judicial reivindicó la opinión sobre la autoría del gobierno de Carlos Menem y del maltrato que sufrió Hugo Anzorreguy por su investigación). A pesar de las pobres explicaciones sobre la compra de los cazas, queda más de una incógnita sobre su servicio (nadie conoce las opciones de guerra del país), la oportunidad económica de incorporarlos y, en particular, sobre la prioridad de un gasto a tres puntas: un tercio para el vendedor, otro para el sistema de armas o artillería y un tercero para la construcción de una pista nueva, especial. No se incluyen comisiones ni el fee que se llevará un diplomático de otro país. A un aeronauta (brigadier Xavier Isaac) lo expusieron al público haciendo docencia sobre la calidad técnica de los aviones, un tema que nadie discute: a quién se le puede ocurrir objetar las cualidades de una Ferrari, sí en cambio, preguntarse sobre el servicio que pueden brindarle a quien vive en el campo y sale de su vivienda con un tractor o a un ciudadano común que debe recorrer las procesadas calles porteñas. Eso sí: sirven para dar una vuelta en el autódromo.