Leonardo da Vinci murió el 2 de mayo de 1519; dentro de pocos días habrán pasado 500 años. Es por esa razón que en todo el mundo hay muestras y celebraciones para recordar sus obras artísticas y sus inventos. Por un artículo publicado por The Economist me entero de que hay una exposición en el Quirinale romano que muestra cómo la imagen del genio universal que tenemos de Leonardo es algo bastante reciente. En Italia Leonardo da Vinci fue usado en los años del fascismo para celebrar la inventiva de los italianos. En general, siempre según el artículo de The Economist, se debe al hecho de que en muchos aspectos Leonardo se asemeja mucho a un contemporáneo.
Si se considera lo que Leonardo efectivamente hizo en vida y dejando de lado lo que proyectó hacer y nunca hizo, no alcanza los niveles de otros artistas e inventores del pasado. Leonardo, naturalmente, era un pensador brillante que jugaba siempre bien en distintos campos –como lo demuestran sus estudios que van desde la anatomía a la hidráulica–, pero dado que no realizó muchos de sus proyectos ni los publicó en vida (el famoso Codice Atlántico, es decir su más importante compilación de dibujos, fue publicado recién a fines del siglo XIX), muchas de sus invenciones fueron descubiertas siglos después, sin que contribuyeran directamente al progreso de las respectivas ciencias, o, dicho de otro modo, cuando por otras vías otros inventores y científicos habían llegado a resultados análogos sin su participación.
En lo referente a la historia del arte, Leonardo nunca terminó ninguna de las obras que se le encargaron, como la Adoración de los Magos, que se conserva en la Galería de los Uffizi de Florencia. Pintó algunos de los cuadros más famosos de la historia, desde la Gioconda a la Virgen de las Rocas, pero sus experimentos en ese terreno dieron como resultado obras muy sensibles a los daños provocados por el paso del tiempo, como La última cena, que se encuentra en el convento Santa Maria delle Grazie, en Milán, condenado a perpetuas restauraciones. Por esta razón, la celebración del quincentenario de la muerte de Leonardo en Florencia consiste en realidad en una muestra dedicada a Verrocchio, su maestro.
Según Martin Kemp, profesor de Historia del Arte en la Oxford University, su mérito principal en el campo artístico consiste en haber influenciado a muchos artistas que vinieron después de él: “Para encontrar alguien que haya hecho tanto por desviar el curso del arte hay que llegar a Picasso”. Según Jonathan Nelson, profesor de Historia del Arte en la Syracuse University de Florencia, fue el primer artista que pintó a las mujeres con cuerpos realistas, anatómicamente cuidados.
Cuenta The Economist que parte de la responsabilidad que llevó a reconsiderar su figura la tiene el hecho de que Leonardo mantuvo siempre una posición laica, algo que lo acerca mucho a la sensibilidad contemporánea. Por ejemplo, a pesar de las prohibiciones religiosas que regían en el siglo XV, Leonardo diseccionaba cadáveres y nunca pintaba aureolas en la cabeza de los personajes de sus pinturas. Todo eso lo convierte en el símbolo del artista contemporáneo, lejano de la influencia de la Iglesia.
Además era vegetariano y homosexual. Curioso y excéntrico, amaba ir a contracorriente de algunas convenciones de su tiempo, características que bien o mal reúnen casi todos los inventores e innovadores más cercanos a nosotros.