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debe y haber

Una nueva identidad existencial

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Después del fallecimiento del ex presidente Néstor Kirchner y de la profunda conmoción que su desaparición produjo en el país, surgió en mí la necesidad de expresarme sobre su mandato y su legado. Qué cosas me afectaron durante su gestión:
Su posición latinoamericana, con una identidad latinoamericana absolutamente diferente. Castro-Lula- Morales-Correa-Mujica-Chávez-Lugo y nosotros formando parte de este conjunto de hombres dispuestos a luchar por fin, por la identidad de nuestros valores, de nuestra cultura, de nuestras economías, de nuestra independencia.
Parecía increíble ver que mientras estaba Bush en el país debatiendo el problema del ALCA, Chávez y Hebe ocupaban otro espacio para hablar de nuestros problemas y de nuestras luchas latinoamericanas.
La política de Derechos Humanos dignificó el sentido de las luchas marginales y devenires revolucionarios durante la dictadura. Le dio sentido a toda esa lucha cuyo emblema fundamental fueron las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo.
Como dice Bayer, Kirchner nunca fue revolucionario. Lo creo. Pero tomó medidas revolucionarias. Formó nuevas subjetividades. La devolución de la administración estatal a las jubilaciones y la conformación de una nueva Corte Suprema con valores propios e independientes del Poder Ejecutivo fueron medidas dignas de mencionar.
No hubo un muerto durante su gestión. Ni legisladores baleados como lo fue Pino Solanas durante el gobierno de Menem.
Un sector de la población vive mejor que nunca. Y con fe que es lo importante.
Las nuevas formaciones de subjetividad que se formaron durante el velorio del ex presidente, la aparición de la gente joven y su saludo a Cristina estaban llenos de sentido. Pero uno de ellos, tal vez el más importante, fue la devolución a los jóvenes de un nuevo lugar en la sociedad: su militancia perdida durante la dictadura y el menemismo y que hoy parecen recobrar y retomarse como proyecto político, cultural e ideológico aportando un nuevo sentido a sus vidas. Fue un momento bello y emocionante. Un proyecto de una nueva identidad existencial. Un vacío que se llenaba de sentido. Como no emocionarse frente a tanta gente joven llorando y con “esperanzas”.
En su libro Representaciones del Intelectual, W. Said (ese gran luchador e intelectual palestino) nos decía que una de las funciones primordiales de un intelectual debiera ser su función crítica. Sus ideas. Sus valores. Y sugería que en algún momento tiene que escuchar en su silencio su singular pensamiento crítico, donde la soledad lo debe dejar con su propia conciencia. La función crítica del intelectual es fundamental en su aporte a la democracia.
Dije hoy que un sector de la población vive mejor que nunca, pero otro sector vive peor que nunca. El diez por ciento de la población más rica gana 32 veces más que el diez por ciento más pobre. Esto es francamente inmoral. El 30% de la población vive debajo de la línea de pobreza, con un subdesarrollo de los recursos humanos: alimentación, educación, sanidad.
Al respecto Monseñor Casaretto, presidente de la Pastoral Social, dice: “Desde el Estado se intenta ocultar la realidad de la pobreza porque no genera votos”.
Venimos de un período de bonanza económica pero paradójicamente la redistribución de la riqueza generó más excluidos, más vidas desperdiciadas, más vidas sin existencia.
Los excluidos de la sociedad no son vistos tan sólo como un cuerpo extraño, sino también como un brote canceroso que corroe los tejidos sanos de la sociedad y enemigos declarados de nuestra forma de vida y de aquello que defendemos. La pobreza infantil tiene que ser borrada de la vista de los más favorecidos. Promiscuidad, hacinamiento, incesto se han interio-rizado como obvios y normales para un gran sector de la población. “¿Qué significa niñez en riesgo, la familia en riesgo, adolescentes en riesgo? ¿En riesgo de qué? De no ser. En riesgo, al borde de no ser niño, de no ser familia. A él ya muchos le bajaron la edad de imputabilidad y lo declararon culpable de todo lo que le pasó. A los 15 años se lo trata como culpable del delito de haber nacido en este lugar, de haber elegido alimentarse mal, ser abusado y todo lo que sabemos. El Estado brilla por su ausencia… En todo el país se repiten historias semejantes. Niños que son mal nutridos, tratados como esclavos o dedicados a los prostíbulos. Son excluidos. ¿De qué? De la vida digna de los derechos. Del trabajo, de la mesa, del aula, del consultorio, del baño, de la canilla, del pelotero, de la canchita, del descanso, del amor. Ante esa miseria es una bofetada que haya despilfarro y lujos obscenos. Funcionarios que están sospechados de enriquecimiento ilícito. Es inmoral, inhumano, inmerecido, indigno.” (Jorge Lozano, obispo de Gualeguaychú.)
Un país recortado y que parece ignorar el dolor de ese recorte. Como si se hubiera instalado una complicidad civil para no ver la pobreza, la indigencia en su real dimensión. La criminalización de la pobreza y de la indigencia. Los niños que beben agua con arsénico aquí en el Riachuelo o en la explotación a cielo abierto de la minería. La carencia de agua potable.
La palabra derechos humanos parece emblemática en el sentido de las víctimas del Terrorismo de Estado. Por lo menos así figura en el imaginario colectivo. Pero cuando muere un niño por desnutrición o por causas evitables yo creo que es el peor crimen y violación de los derechos humanos.
Los jóvenes revolucionarios asesinados por la dictadura de turno tenían creencia e información del grado de peligrosidad de su accionar. Pero elegían la lucha como método revolucionario.
No así los niños que mueren al nacer o los dejan morir con 600 gramos en los hospitales, porque no están las condiciones económicas sociales para su viabilidad.
Los que sobreviven en muchos lugares de nuestro país forman parte del gran sector de los excluidos. Las vidas desperdiciadas, los superfluos, los que “no son” y su subalimentación los convierte en semi-personas rodeadas de hacinamiento y promiscuidad. Esa es su vida no elegida y allí nace la monstruosidad de estos seres que sin la alimentación adecuada llegan a convertirse en pseudos niños con graves lesiones neurológicas irreparables.
El nivel de conciencia de que estos pseudos hogares existen hoy en el país creo que es alto. Pero el nivel de complicidad de no poder ver la gravedad de la situación también es alto. Nacen monstruos todos los días en nuestro país. Niños descartables. Superfluos. No es un problema sólo de organizaciones sociales. Creo que es un problema de Estado. Y es un problema urgente y vigente.
La presidenta electa brasilera dijo en su primer discurso como primer mandataria electa, que el principal tema de su gobierno será intentar erradicar la pobreza y la indigencia. Lo dijo tres veces en 40 minutos. Sus palabras comprometían el proyecto igualitario anhelado de intentar lograr una mayor igualdad social y mayor redistribución de la riqueza.
Cristina no debe querer un país dividido, recortado. Pero tiene que recordar permanentemente que de los 40 millones que somos, existen 12 millones que viven debajo del nivel de pobreza, con todas las consecuencias sociales que eso acarrea.
A Cristina militante le debe molestar y mucho que el diez por ciento de la población gane 32 veces más que el diez por ciento con menos recursos. Para eso debe escucharnos a todos. No a la derecha reaccionaria. Pero sí a todos los demás que no pensamos igual. La tremenda desigualdad social es obscena y ella lo sabe. Desde otro lado: ¡Fuerza Cristina!

*Médico, actor y psicoterapeuta de grupo.

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