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Una plegaria

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Ayúdeme, señor, para elegir un presidente que no anteponga su ambición personal al bienestar de la ciudadanía, que no gobierne con mentiras ni estimule los resentimientos de la sociedad civil para mejor reinar e imponer su voluntad.
Ayúdeme, señor, para elegir un presidente que no funde su política económica en el consumismo desenfrenado, que proteja los bosques y las selvas, que prohíba las aventuras mineras y petroleras que contaminan el paisaje y destruyen la vida, que expulse de la patria a los patentadores de material genético, que ponga en el centro de su programa de gobierno la salud, la educación y el transporte.
Ayúdeme, señor, para elegir un presidente que no lucre con la miseria sino que la elimine para siempre de nuestro horizonte, que no persiga a balazos “a los pibes del Conurbano” (me hago eco de la plegaria de mi hijo Tomás), que no saquee los bolsillos de la clase media y las cajas de jubilación para subsidiar la compra de valijas y juguetes en Miami.
Ayúdeme, señor, para elegir un presidente que escuche las demandas ciudadanas, que atienda las necesidades de los más pobres, que no estetice la “cultura villera” sino que transforme las villas de emergencia en barrios y que estimule la solidaridad entre nosotros.
Ayúdeme, señor, para elegir un presidente que no se llene la boca de palabras (ya ni siquiera hermosas por lo mucho que han sido bastardeadas) y que demuestre con sus políticas públicas su compromiso con el crecimiento, la justicia, la libertad, los derechos humanos y la igualdad de oportunidades.
Ayúdeme, señor, para elegir un presidente que proteja a los ancianos, que estimule la creación de fuentes de trabajo, que sostenga la infancia como espacio de imaginación y no de mendicidad creciente.
Ayúdeme, señor, para elegir un presidente que castigue a los corruptos, que premie la honestidad y el mérito, que sancione el nepotismo y la plutocracia, que elimine el servilismo político y que fomente el federalismo hasta sus últimas consecuencias (la educación, sin embargo, que sea política nacional).
Ayúdeme, señor, para elegir un presidente que pueda gobernar y que su gobierno sea en favor de todos y cualquiera, que elimine con un solo gesto la violencia de género, la violencia social y la violencia política.
Ayúdeme, señor, para elegir un presidente que nos permita recuperar lo mejor de Argentina y olvidar para siempre, para siempre, las peores pesadillas.
Y si alguna de estas cosas no estuvieran a su alcance, señor, no importa. Después de todo, la democracia garantiza períodos cortos al término de los cuales la ciudadanía puede evaluar, con su sabiduría, la gestión de gobierno.
Ayúdeme, señor, para que dentro de cuatro años no tenga que recurrir a este recurso extremo (rogarle a un espacio vacío) y pueda votar, en segunda vuelta, al Frente de Izquierda.