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Una receta contra los optimistas

La fábula no es un género que goce hoy ni de prestigio ni de buena salud. Y sin embargo la editorial Acantilado acaba de distribuir en edición de bolsillo Juego de azar, uno de los cuatro libros de relatos traducidos al español del dramaturgo y escritor Slawomir Mrozek, que luego de dedicarse al periodismo alcanzó celebridad mundial por su obra de teatro Tango (1964).

Tomas150
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La fábula no es un género que goce hoy ni de prestigio ni de buena salud. Y sin embargo la editorial Acantilado acaba de distribuir en edición de bolsillo Juego de azar, uno de los cuatro libros de relatos traducidos al español del dramaturgo y escritor Slawomir Mrozek, que luego de dedicarse al periodismo alcanzó celebridad mundial por su obra de teatro Tango (1964). Mrozek nació en 1930 en Borzecin, Polonia, pero entre 1963, cuando dejó su país natal, y 1996, cuando regresó, vivió en todos lados: Italia, París, México. Estudió arquitectura, historia del arte y cultura oriental, y trabajó como dibujante. Antes de la reedición actual de sus relatos satíricos breves (en volúmenes como Dos cartas, El árbol, La mosca), su obra circuló en la Argentina en los años 60 y 70, en antologías como El elefante (Seix Barral) o Mi lucha (Centro Editor de América Latina). Sus fábulas giran casi siempre alrededor de la misma idea: poner en evidencia el absurdo presente en casi todo intercambio humano. Si bien uno de los centros preferidos de su ironía suelen ser las contradicciones del ex régimen comunista, el polaco admite que no se siente particularmente tentado de ridiculizar a la clase política: “Se puso de moda despreciar y ridiculizar a los políticos, pero nos olvidamos que tenemos la clase política que merecemos. Los políticos no llegan en paracaídas, sino que surgen de nosotros, están hechos a nuestra imagen y semejanza”.

Aunque prolífico –además de varias obras teatrales, sus cuentos y relatos están recogidos en diversas antologías–, Mrozek no es muy afecto a ofrecer entrevistas. Una de las últimas que se conocen en español es la que le dio al diario El Mundo en 1995. Allí, la periodista aprovecha que Mrozek vivió los rigores del comunismo polaco para interrogarlo sobre las bondades del capitalismo. Pero el escritor no se muestra todo lo entusiasmado que podría esperarse: “A diferencia del comunismo, que se basa en conceptos, el capitalismo no es un sistema”, responde. “Es más bien un proceso espontáneo que sólo mucho después fue reconocido como método. Quizás el sistema capitalista se derrumbe por su propio peso, como sucede con las formaciones decadentes y arrogantes en exceso, y de hecho ya son visibles los síntomas de su ruina y degeneración. Pero si eso sucede, también sucumbirá el mundo que conocemos, porque el capitalismo es, hoy, nuestro mundo.” Más adelante, como era de esperar debido a su fama de misántropo, confiesa que no mantiene contacto con otros narradores: “Nunca he llegado a entender por qué los escritores tienen que formar grupos por el mero hecho de que se dedican a escribir. Aparte de algunos asuntos prácticos, como las leyes de derechos de autor, no veo qué otra cosa puedan tener en común”.

Juego de azar, el último de los volúmenes de relatos aparecido, reúne en apenas cien páginas una treintena de fábulas que tienen como denominador común la sencillez formal y un agudo sentido del humor. En El actor, la historia gira en torno a la impostura presente en la despedida de un colega a otro durante un funeral. En El profeta, se narra la crueldad con que el cuerpo social termina segregando a aquel que encarna lo distinto. Por último, en La justicia –tal vez el relato más representativo del humor de Mrozek–, tres ciudadanos se dirigen a la casa del ex alcalde con la idea de ajusticiarlo, pero de a poco van cambiando de parecer mientras descubren que la traición mutua los iguala a su víctima. Mentiras, falsedades y engaños en dosis homeopáticas: ésa es la receta literaria de Mrozek contra los que aún creen que el mundo es un lugar pleno de felicidad y armonía.