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Una transición a fojas cero

La victoria sí da derechos. En contraposición a la magnánima teoría argentina acerca de los beneficios de la guerra, el concluyente resultado del domingo le da un cheque firmado, pero no en blanco, al próximo Gobierno.

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La victoria sí da derechos. En contraposición a la magnánima teoría argentina acerca de los beneficios de la guerra, el concluyente resultado del domingo le da un cheque firmado, pero no en blanco, al próximo Gobierno. El razonamiento es simple: ¿por qué debería cambiar si esta política catapultó al éxito asegurando cuatro años más de poder? Como dicen los analistas, la expansión del ingreso, la caída del desempleo y el aumento del poder adquisitivo, especialmente en la base de la pirámide social, explicaron el grueso del voto K. Para este núcleo, el contraste con la megacrisis 2001-2002 es tan fuerte que muchas trivialidades se pasan de largo. Pasar del segundo subsuelo al cuarto piso da una sensación de altura que es más difícil de repetir en el futuro. Desde ahora, la gestión del próximo equipo económico no tendrá como puntos de comparación los indicadores de la recesión y el pánico, sino los logrados a fuerza de inflar la demanda y recalentando la economía. Tampoco se podrá echar mano al recurso del chivo expiatorio del gobierno pasado.... La antropofagia no figura todavía en el menú conyugal presidencial.
La transición bajo el mismo techo de presidente saliente y la entrante aceitará muchas decisiones. No sería lógico que se descargue todo el peso de las correcciones en la administración naciente. Las secuencias irán marcando parte de la agenda de traspaso, pero también. El primer hierro caliente que deberá tomar el flamante equipo será la inflación. Las fracasadas políticas del garrote con las empresas y la intervención de facto al INDEC, jugarán ahora una mala pasada. Desprovisto de credibilidad, la paradoja es que la primera medida para atacar la inflación sea devolver el prestigio antes de que devuelva la confiabilidad a las mediciones para evaluar, con certeza, el éxito de la política antiinflacionaria.
Otro rubro a tener en cuenta serán los salarios.
Con el argumento de que los índices oficiales no son creíbles pero sabiendo que el mercado laboral está, en algunos tramos, sobredemandado, las negociaciones colectivas que se avecinan serán duras, pero más todavía, la tarea de desarmar expectativas. La encuesta de percepción de inflación que en el estudio de clima de negocios realiza SEL Consultores arroja una brecha del 100% entre el IPC proyectado (8,7%) y la “sensación” de inflación (16,5%).
El tema podría pasar a una estricta órbita privada, en la que se manejarán mejor los ajustes de cada sector, ya que la ocupación de la capacidad de producción difiere en cada uno. Mientras que en el cuatrienio 2003-2007 la construcción aumentó un récord de 313% su masa salarial, el total del sector privado lo hizo 103% y el sector financiero, un 50%, según datos de la misma empresa.
Sin embargo, el aspecto que será mucho más difícil de zanjar es el de los salarios estatales, mucho más rezagados que los privados y que constituyen el grueso de los presupuestos provinciales, que se irán convirtiendo en el gran karma del próximo período presidencial. Sobrevuela el fantasma de la emisión de cuasi monedas de 2001 en presupuestos con ingresos fijos (impuestos directos y coparticipables) y un gasto creciente por inercia o clientelismo.
La recuperación salarial y la creciente demanda en cantidad y calidad de servicios ofrecidos por las provincias (salud, educación y seguridad) jaquean un sistema que vivió de la inercia recaudatoria del Tesoro central. Paradójicamente, la denostada teoría del derrame de los 90 (los que se benefician van dejando ganancias a los que rezagados) se ha seguido al pie de la letra en la relación Nación-provincias.
Finalmente, el otro frente que deparará mucho sudor y pocas alegrías será el de las infraestructuras de servicios públicos. Atrapados en el dilema de sincerar las tarifas para facilitar la inversión retrasada y evitar colapsos futuros, y no parecer contradecir el credo K, el margen de maniobra es cada vez más estrecho, en las vísperas de un verano caliente. ¿Alcanzará la energía de la nueva presidenta para suplir lo que la lógica del sistema interconectado no abastecerá? Las palabras murieron ayer. Empezó el arte de lo posible. La política con mayúscula.