COLUMNISTAS
el kirchnerismo en su laberinto

Unasur, corrupción y después

Las causas judiciales por las coimas bolivarianas, el Remediogate y enriquecimientos varios son, hoy, la principal oposición. La banca K.

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Las balas de la Justicia pican cada vez más cerca de Néstor Kirchner. Las sospechas de coimas bolivarianas, dinero sucio para la campaña de Cristina y enriquecimiento ilícito se transformaron en su principal oposición. Ni la “concentración mediática” ni el resto de los partidos políticos han inventado nada. A lo sumo, aprovechan la corriente para multiplicar el daño que le producen al oficialismo y, para que no se apague, avivan el fuego que va quemando a los K.

Hay mucha dirigencia opositora que tiene su defecto en esa virtud denunciadora. Su corajuda lucha por la transparencia a veces aparece casi como su única actividad estratégica y eso los muestra a la defensiva, corriendo desde atrás, reaccionando siempre después de una acción del Gobierno. El peligro que muestran las últimas encuestas es que aumentó la cantidad de argentinos que compraron la idea de Cristina de que “no es tiempo de poner palos en la rueda”. Desde hace tiempo hay un humor social decididamente en contra de la crispación, pero últimamente esa es una factura que no sólo le pasan al matrimonio presidencial. También la oposición pierde imagen positiva o intención de voto cuando aparece apenas como un freno a la codicia de los Kirchner.

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El Gobierno debe explicar muchas veces lo inexplicable de la gigantesca caja negra que acumuló para hacer política. Y la oposición debe mostrar una agenda constructiva y un modelo superador del actual, cosa que hasta ahora no logró hacer.

Es cierto que tanta confrontación autoritaria y maltrato construyó un sólido 70% de votantes que esperan agazapados una la segunda vuelta para decirle que no a Néstor en 2011. Pero no se puede obviar en el análisis que no hay nadie del otro lado que aparezca con el liderazgo, la iniciativa, la capacidad movilizadora de los sectores más dinámicos y recursos para utilizar discrecionalmente que tiene Néstor Kirchner.

Los embates que producen las investigaciones judiciales encuentran a un Kirchner que aumentó la protección de su coraza con tres cargos reales y uno virtual. Ahora, además de copresidente de la Nación, es diputado nacional, titular del PJ y secretario general de la Unasur.

Todo está en discusión. En El Calafate, su lugar en el mundo, la pareja que define los destinos de la Argentina analiza qué les conviene hacer con la banca parlamentaria. Si la conserva, Néstor teme ser atacado por no atender con exclusividad el frente externo continental para el que fue elegido por unanimidad. Si pide licencia, pagará costos por especular con la posibilidad de jugar en todos los puestos y apostar a la suma del poder público. Y si renuncia será fustigado por ser el cuarto candidato testimonial que no respeta el contrato electoral después de Daniel Scioli, Nacha Guevara y Sergio Massa. El mayor peligro, sin embargo, es que se quedaría sin esos fueros que actúan como armadura ante el avance de algunas causas judiciales.

Las más graves son los expedientes en los que todos los caminos conducen a Kirchner. En la ruta del dinero hay dos avenidas con nombres y apellidos: Claudio Uberti y Héctor Capaccioli. Las millonarias valijas de retornos venezolanos y los aportes ilegales de la mafia de los medicamentos tienen sendos escalones antes de llegar a Néstor. Julio De Vido y Alberto Fernández fueron los superiores jerárquicos de Uberti y Capaccioli, respectivamente. ¿Esos dos ministros tan poderosos en la época que se está investigando podían ignorar lo que hacían sus amigos y compañeros de la primera hora? Uberti fue una pieza clave del kirchnerismo desde su génesis patagónica. Y Capaccioli fue mano derecha, tesorero y recaudador de Alberto, el porteño que más temprano y durante mas tiempo acompañó a los actuales inquilinos de Olivos.

Si se sigue tirando de la cuerda la pregunta será: ¿podría Néstor Kirchner, un jefe que hiperconcentra el poder y las decisiones, desconocer lo de Venezuela y las donaciones para la campaña de su esposa? Si Mauricio Macri va a ser procesado por los delitos cometidos por Ciro James, empleado de un ministerio, ¿qué puede esperar Kirchner cuando su poder entre en el ocaso?

El juez Julián Ercolini tiene en su escritorio el testimonio de un testigo protegido que cuenta con lujo de detalles la matriz de los sobornos chavistas y ya pidió informes a Miami y Panamá. El juez Norberto Oyarbide escuchó muchas conversaciones telefónicas esclarecedoras y las confesiones de Gabriel Brito, el primer arrepentido, como lo bautizó Graciela Ocaña, la incansable batalladora contra las estafas de Estado. Los que siguen de cerca la investigación dicen que el próximo turno es para Héctor Capaccioli y que si levantan la tapa de la olla de Droguería Urbana van a encontrarse con los negocios de Hugo Moyano.

Las respuestas del Gobierno frente a tamañas acusaciones es desprestigiar al mensajero. Utilizan cada vez con más saña el aparato de difusión oficial y paraoficial para desacreditar a los medios que revelan los detalles y a los denunciantes. El ex embajador en Venezuela Eduardo Sadous, el ex defensor del Pueblo Eduardo Mondino y la ex ministra Ocaña son el centro de operaciones de prensa cargadas de mentiras. Hay periodistas que prestan su voz y su firma porque son aptos para todo servicio. Algunos lo hacen por convicciones ideológicas y otros por negociaciones incompatibles con la función de periodista. En su sobreactuación quedan salpicados para siempre. Una cosa es defender un proyecto político y otra muy distinta, la complicidad ante claros casos de fraude con los dineros públicos de altos funcionarios millonarios que no pueden explicar sus declaraciones juradas.

Encima, todo periodista que tenga una mirada crítica se convierte en un derechista destituyente y monopólico. En el caso de Teodoro Petkoff ese rótulo se les complica. Es director del diario venezolano Tal Cual, que tituló: “Un Korrupto en Unasur”, con un fotomontaje de Néstor Kirchner llevando una valija desbordante de dólares al más puro estilo Antonini Wilson. Petkoff, quien caracterizó al político pinguino como “un ladrón de siete suelas”, es un prestigioso intelectual y ex guerrillero comunista que fue diputado y candidato a presidente por el Movimiento al Socialismo, del que fue fundador. No tiene nada que ver con la derecha destituyente ni monopólica y, aun así, para él también las balas de la Justicia pican cada vez más cerca de Néstor.