Hace nada más que cinco meses que les hicieron un refugio para esperar el colectivo los días de lluvia, y ahora protestan porque llevan veintidós horas sin luz, ¡qué injustos!”
–“Nada los conforma, les consiguieron la mejor mesa y se quejan porque la comida llegó fría”.
–“¡Una desagradecida!, el ferretero le hizo un descuento enorme y la señora lo critica porque no le quiere dar factura por la compra.
Probablemente, a esta altura de la nota, muchos lectores se estarán preguntando, bastante desconcertados: Pero… ¿qué tiene que ver una cosa con la otra? Nada.
Recurro a estos ejemplos inventados con el claro propósito de destacar –a través de lo variado de los mismos– lo fuera de lugar de este tipo de razonamientos donde se asume que hacer algo bien, es suficiente excusa o justificación, para hacer alguna otra cosa mal.
Es precisamente eso lo que hizo el periodista Diego Brancatelli en sus declaraciones en Teleshow. Allí, entre otras cosas, dijo: “La gente es muy ingrata. La gente, vos le diste cuatro vacunas y después te está criticando la fiesta de Olivos. No valoran ese esfuerzo que hizo el Gobierno para distribuir cuatro dosis de vacuna”.
La afirmación merece ser analizada aun después de reconocer que –tal como sucede con los ejemplos del inicio– nada tiene que ver una cosa con la otra. Vacunar es una obligación y festejar en pandemia, una actitud fuertemente criticable. Por lo que haber hecho algo que correspondía hacer (vacunar), bajo ningún punto de vista puede esgrimirse como justificativo para callar una crítica honesta sobre algo inmoral (hacer esa fiesta). Punto.
Asimismo, llama la atención la reiterada calificación como exitosa, de la campaña de vacunación contra el covid que miembros y simpatizantes de la coalición gobernante realizan a menudo (“ha sido un éxito total” dictamina Brancatelli en ese misma nota). Eso merece una revisión cuidadosa.
Llama la atención que se califique como exitosa la campaña de vacunación del covid
Reconozcamos que, si bien felizmente, tenemos un alto porcentaje de la población vacunada; calificar de éxito absoluto el modo como se realizó la campaña, es cuanto menos, audaz. Esa campaña “exitosa” reconoce, entre otros “méritos” (sí, sí, claro, estoy siendo un poco sarcástico), los siguientes:
- La “irónica” reflexión vicepresidencial respecto a que era Rusia quien nos vendía la vacuna contra el covid, que permanece aún hoy sin aprobación de la OMS; más el “patriótico” rechazo de otra vacuna (esta sí aprobada por la OMS) que demoró insólitamente la firma del contrato respectivo.
- Un sistema discriminatorio a favor de algunos amigos vip que les permitió recibir anticipadamente –es decir: cuando no les correspondía– un bien escaso que podía hacer la diferencia entre –nada menos– la vida y la muerte. Sin dejar de recordar que –en medio de la indignación provocada por ese “privilegio criminal”– una didáctica explicación presidencial nos informaba que vacunar a quien se adelantó en la fila no está previsto en ningún tipo penal (o sea: no es delito).
- La sorprendente vacunación “anticipada” y designación “tardía” como personal estratégico de algún funcionario “amigo de la casa”. Aclaración Uno: “tardía” quiere decir a posteriori de su vacunación. Aclaración Dos: también fue vacunada su esposa en ese momento.
- Las innumerables fotos subidas a las redes de jóvenes militantes oficialistas, celebrando el haber sido vacunados (también, obviamente, salteando turnos).
- Y como si todo esto no fuera suficiente para descalificar tanto elogio desmedido (“un éxito absoluto” según Agustín Rossi); considero inevitable recordar la angustia de muchísimos mayores de setenta años por los meses de demora con respecto al cronograma original, para recibir la segunda dosis de la vacuna.
Por eso esta reacción indignada ante esas desacertadas declaraciones del periodista que tiene la irreverencia de hablar de críticas ingratas.
O dicho de un modo mucho más directo: la gente no es ingrata. La gente está harta de los privilegios y las mentiras de los políticos. Ya sea porque se vacunan cuando el resto debe esperar su turno, o porque brindan con amigos cuando el resto debe permanecer encerrado en su casa.
*Licenciado en Administración. Aliado estratégico.