COLUMNISTAS

Verano porteño

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Qué bochorno, todo el mundo de vacaciones, las playas rebalsan de gente, Retiro está que arde, por la Ruta 2 circulan miles de autos, el mar está tibio e incluso no hay aguavivas, y yo aquí, sin un peso, sin poder salir de vacaciones, caminando cabizbajo a pleno sol por la calle Corrientes. De golpe se me ocurre entrar a La Paz a ver si me encuentro con Fogwill o Zelarayán, tengo ganas de hablar mal de todo el mundo… pero me dicen que se murieron hace años… el calor me debe estar afectando. Hace mucho calor, es cierto (de hecho, debe haber afectado también a algún corrector de este diario, porque en la nota que mandé la semana pasada escribí essai, así, en francés, en un evidente guiño a los Essais de Montagne, el libro fundador del género; pero manos mágicas la transformaron en essay –así salió publicado–, en un inglés que no tenía relación alguna con lo que la columna venía diciendo). En fin. Tener que quedarme en Buenos Aires me volvió resentido. Y el resentimiento me hizo muy susceptible. No obstante, en un esfuerzo por superarme, por sacar lo mejor de mí, por ser altruista, pienso con amor y bondad en cosas lindas que pasan afuera, en el extranjero, en cualquiera de esos lugares a los que me habría ido de vacaciones si en vez de consagrar mi vida a la literatura de vanguardia –actividad que me ha vuelto un roto y un laucha– me hubiese dedicado, no sé… al periodismo de investigación, o a cualquiera de esos oficios que lo vuelven a uno millonario. Pues, para todos aquellos que tampoco tienen un duro para viajar por el mundo, paso a mencionar nombres, firmas, productos que se pueden ver por internet (de hecho, ahora mismo estoy en un cíber de Corrientes, de esos que cuestan $ 5 la hora: se me rompió mi compu y no tengo para arreglarla) y que nos harán la vida más amigable. Pienso en Piauí, revista brasileña (en la web se pueden ver números atrasados y sólo parte del material del número de cada mes) que se edita en San Pablo, y que es una muestra más de la vitalidad de esa ciudad. Piauí es básicamente una revista de crónicas y grandes reportajes. El de enero es el número 100, pero en el 92 hay un artículo sobre la vida cotidiana de las FARC en La Habana, ciudad donde negocian la paz con el gobierno de Colombia, realmente notable.
Nunca dejo de leer las columnas de Christopher Domínguez Michael y Guillermo Sheridan en Letras Libres de México. Domínguez Michael es probablemente el más interesante crítico literario de hoy en día, con el que, sobre literatura y no sobre política, concuerdo en casi todo (salvo cuando escribe sobre mis libros). Sheridan posee un estilo más aireado, pero siempre agudo (acabo de terminar de leer su “falsa” autobiografía, Toda una vida estaría conmigo, y vuelvo a comprobar la influencia –tan central como secreta– que tuvo Alejandro Rossi en la vida literaria mexicana). Y en España, por supuesto, las columnas de Ignacio Echevarría en El Cultural de El Mundo. Repárese en la del 24/10/2014, en la que Echevarría describe la tensa relación editorial entre España y América Latina, tema sobre el que propio Echevarría ha vuelto más de una vez. Incluso hace no tanto tiempo mantuvo una correspondencia sobre el asunto –publicada en una revista online norteamericana en castellano– con no sé qué escritor argentino que no le llega a los tobillos.