COLUMNISTAS
Apuntes en viaje

Viajeros

¡Qué pobres viajeros somos ahora viendo miles de imágenes de los sitios a los que vamos a viajar antes de viajar, sintiendo cuando estamos allí que ya lo conocemos demasiado!

22_06_2025_viajero_martatoledo_g
| MARTA TOLEDO

Hace más de una semana que estoy de viaje: otra lengua, otro horario, una primavera casi verano que es mi revancha al team invierno. Sólo traje dos libros delgados, dos nouvelles, una de Joyce Carol Oates y otra de Ana Paula Maia, y uno más para una amiga, Mi hogar de niebla, el que más regalo junto con la poesía reunida de Figueroa. Como además estoy escribiendo, busco y leo mucho en la web, artículos de ciencia más o menos chascos, más o menos serios o bastante serios, mi poco conocimiento en la materia no me permite discernir. Pero lo curioso es que en esos artículos por momentos me topo con alguna cita de viajero, de algún viajero ilustre, por supuesto. Leo sobre la influencia de la luna llena en el comportamiento de los animales y aparece una nota de Cristóbal Colón donde observa unos gusanos marinos en su rito de apareamiento y los describe como “la llama de una pequeña vela que se levanta y se baja alternadamente”. ¿No es hermoso? Leo sobre los arroyos entrerrianos y uno de los ensayitos se refiere a Alcide D’Orbigny, un naturalista francés que a principios del siglo XIX remontó el río Paraná relevando flora y fauna. Lleno de asombro, escribe: “la naturaleza era viva por doquier”. Me encanta la palabra doquier. También usa otra: apuntamientos (en vez de apuntes o notas). Según el artículo y las citas que van salpicando el texto, D’Orbigny inventarió miles de clases de pájaros, mamíferos, árboles, crustáceos, peces, insectos… y también asistió, ya hace dos siglos, al comienzo de la devastación de la hermosa mesopotamia argentina a manos de los carboneros que “ahuman a veinte leguas a la redonda”; contemplar el escenario “me dio un sentimiento profundo de dolor y espanto”.

¿No les pasa cuando viajan que les da ganas de leer libros de viajeros? Me arrepiento de no haber traído alguno de los varios que tengo sin leer… Pienso en esos tipos (en general nos llegaron los diarios de viajes de autores hombres así que siempre recomiendo El río Paraná, de Lina Beck-Bernard) que llegaban con la mirada virgen a un lugar desconocido, dispuestos al asombro, al encantamiento, a la curiosidad y a la incertidumbre. ¡Qué pobres viajeros somos ahora viendo miles de imágenes de los sitios a los que vamos a viajar antes de viajar, sintiendo cuando estamos allí que ya lo conocemos demasiado! Por eso me gustan tanto las crónicas de viaje de Hebe Uhart, ella tenía la mirada fresca, la oreja abierta. Siempre me acuerdo de algo que contó Leopoldo Brizuela de un viaje a Berlín con Hebe. Ella fue al zoológico, nadie del grupo quiso acompañarla y cuando regresó de su paseo le preguntaron qué tal el zoo. Hebe contestó: “un mono tosió”.

Hace poco también leí unos textos muy breves de Alfonsina Storni, a propósito de un viaje en tren que hizo por la pampa. El fanzine se llama Kodak Pampeano y está ilustrado por Jimena Bordón, un objeto precioso de la editorial Fruto de Dragón, que también publicó en el mismo formato Merodeo callejero, de Virginia Woolf. En Kodak Pampeano, Storni desgrana sus impresiones en pocas oraciones, cargadas de poesía. Escribe, por ejemplo: “Las ovejas pastando parecían, con las cabezas pegadas al suelo, grandes hongos amarillentos nacidos del humus negro”. Es muy extraño lo que vemos en un viaje, a través de una ventanilla, a veces en el medio de la noche. Una vez, en un camino rural de Bolivia, en la oscuridad, desde la minúscula ventana de una van, vi una manada de cebúes blancos. Parecían ánimas en pena flotando sobre los campos.

Esto no les gusta a los autoritarios
El ejercicio del periodismo profesional y crítico es un pilar fundamental de la democracia. Por eso molesta a quienes creen ser los dueños de la verdad.
Hoy más que nunca Suscribite