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PANORAMA / DOLAR

Vivir en banda

La franja fijada al tipo de cambio es la madre del temblor financiero. Aspiración y voto útil.

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VERDE DESESPERANZA Nicolás Dujovne | DIBUJO: PABLO TEMES

"No estamos preocupados por el dólar”. Fue una de las frases de la semana. La pronunció el ministro de la Producción, Dante Sica. Fue la misma frase que se dijo desde el Gobierno cuando ya arreciaba la corrida cambiaria de abril del año pasado, que fue el origen de la crisis económica de la cual no se termina de salir. Curioso que un hombre de la experiencia de Sica no haya aprendido la lección de la historia que demuestra lo riesgoso que es para un gobierno tapar el sol con la palma de la mano y no entender, además, el afecto que el aumento del dólar tiene sobre los precios de los productos de consumo masivo.  
La tendencia que se percibe en los así llamados es a acompañar la apreciación del dólar, que  a fin de septiembre estuvo en $ 42, lejos de ese máximo que hoy sería $ 52, arriba de la banda. Igual, la Argentina exagera los movimientos de los países emergentes y de Latinoamérica.
Hay que tener en cuenta que tiene mucho impacto el desacople de las elecciones de los gobernadores y la no recuperación en las encuestas de Mauricio Macri. Faltaba explicitar políticamente un plan B para Cambiemos. No solo no hay un plan económico, no hay plan político alternativo a un Mauricio Macri que se desbarranca en los sondeos.

Medidas. Desde el BCRA anunciaron que reducirán el ritmo de aumento de la banda. Con esa medida vuelven a equivocarse lamentablemente. La raíz del problema es que el Fondo Monetario Internacional no tendría que haber autorizado una banda tan amplia y generar un margen de intervención donde la parte superior de la banda fuera más baja.
No tiene sentido tener una banda cambiaria donde el tope es $ 50, si cuando el dólar llega a $ 43 tiembla el Banco Central y la Casa de Gobierno. Fijar el límite en $ 50 es ridículamente alto.
 No hay oferta de dólares para los dólares financieros que exceden la demanda de los dólares comerciales que tiene el mercado. El Gobierno se ilusiona con los dólares que proveerán el campo y el mismo FMI. Nada de esto parece tranquilizar a los mercados porque el riesgo país ha escalado esta semana hasta tocar los 800 puntos.
Si en el aspecto macroeconómico las cosas no andan bien, en el ámbito de la llamada economía real el panorama es igualmente malo. Es lo que evidencian las suspensiones en las empresas automotrices, que en 2017 fueron una de las estrellas de la tenue primavera de recuperación que ensoberbeció al oficialismo y, sobre todo, al PRO.
Cuando hay industria automotriz, el sector industrial va a donde va la industria automotriz, y esta última tiene una perspectiva muy mala para este año. Hay una drástica caída en unidades ensambladas y esto se refleja en la cantidad de chapa que encargan. “Estábamos en un millón de unidades por año, pero este año vamos a estar en 450 mil aproximadamente. La industria está trabajando con esas cantidades y ahí es que se empieza a suspender personal”, explica un consultor económico.

Efectos. Las consecuencias políticas que este desbarajuste de la economía está produciendo en el interior de Cambiemos son cada vez más difíciles de ocultar. Cambiemos cruje. El pretendido optimismo de Marcos Peña del que participa el Presidente es cada vez más difícil de verificar en la realidad. La calle hoy destila desencanto, frustración, enojo y angustia. Y estamos hablando de la calle que refleja el pensamiento y el sentir de muchos de los que votaron al actual gobierno. Esas voces afirman con rotundez dos cosas: no quieren el regreso al poder de Cristina Fernández de Kirchner pero tampoco quieren a Macri. Están ávidos de algo diferente. Y si la opción es Macri o CFK, lo votarán al Presidente pero con resignación. Macri ha acabado con sus esperanzas de un futuro mejor.
Hoy, el Gobierno enfrenta un test electoral con repercusión nacional: la elección a gobernador en la provincia de Neuquén. En una disputa muy pareja, se encendió una luz naranja en la mismísima Casa Rosada: la posibilidad cierta de que el candidato del kirchnerismo, Ramón Rioseco, gane. De hecho, los que conocen la intimidad de Balcarce 50 señalan que las encuestas que por allí circulan le dan una ventaja de 2 a 3 puntos. De confirmarse ese resultado sería un verdadero mandoble a la mandíbula del oficialismo.
Neuquén, con Vaca Muerta, ha sido el mascarón de proa del nuevo modelo productivo y de desarrollo al que ha apostado el Gobierno. Macri ha exhibido Vaca Muerta como emblema de su gestión. Una derrota allí a manos de Rioseco dejaría a esa provincia de capital importancia para el desarrollo energético del país en manos del kirchnerismo. Eso complicaría toda la estrategia de desarrollo energético ideada por el Gobierno. Además de esta circunstancia, Neuquén debería representar un alerta para Cambiemos: si en esa provincia donde se ha verificado un innegable florecimiento de la economía gana el candidato K, ¿qué futuro le aguardará en la mayoría de las otras en las que casi todo es penuria?
En estas últimas tensas horas, en forma subterránea se comenzó a trabajar la consigna del voto útil de Cambiemos, que significa que en vez de votar a su candidato, Horacio “Pechi” Quiroga, se lo haga por el actual gobernador, Omar Gutiérrez. Esto no es algo novedoso en la historia del PRO. Es lo que hizo en 2013 al votar por Sergio Massa y frenar así un triunfo del Frente para la Victoria, que le hubiera abierto la puerta al proyecto de reelección indefinida con el que soñaba CFK.

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Juntos o revueltos. El acto del peronismo en el microestadio de Ferro demostró lo difícil que le será concretar la unidad por la que muchos desesperan. El “vamos a volver” es la expresión de un revanchismo que anida en el kirchnerismo duro y que no puede augurar otra cosa que el fracaso. Lo reconoció con todas las letras Felipe Solá, allí presente. Habrá que ver si la ex presidenta lo comprende.
Donde no hay división es en la protección política que, ante su complicadísima situación judicial, le sigue dando el peronismo. Es lo que se vio tras el fallo de la Corte Suprema de ordenar la prisión preventiva de CFK. Las evidencias en su contra son apabullantes: el testimonio más arrasador de todos los recolectados en las diferentes causas que enfrenta ha sido y es el de su ex contador Víctor Manzanares.
Pero eso poco parece importarles a quienes la protegen. He ahí, un augurio de impunidad.

Producción periodística:
 Lucía Di Carlo.