Horacio Verbitsky, en su último panorama político antes de las elecciones publicado en Página/12 el domingo pasado, escribió: “... la mayoría de los análisis sólo ven estos comicios de medio término como anticipo de las elecciones presidenciales que tendrán lugar en octubre de 2015. Más aún, consideran que sus resultados definirán las alternativas para entonces. Con escasas excepciones (Jorge Fontevecchia, Manuel Mora y Araujo, por ejemplo) dan por sentado que el kirchnerismo concluirá su ciclo en forma inexorable con el segundo mandato de la presidente CFK, que no puede aspirar a renovarlo aunque sus índices de aprobación popular se mantienen en los mismos niveles con que fue reelecta en 2011.”
Seguramente no por casualidad Manuel Mora y Araujo también escribe en PERFIL. Pero no porque todos los columnistas de este diario piensen igual –de hecho lo más duros analistas anti K escriben en PERFIL desde las épocas en que nadie se animaba a criticar a este Gobierno– sino por la pluralidad con que se elabora este diario.
Lamentablemente algunos lectores se sienten incómodos y la carta de Juan Manuel De Cillis –que se publicará completa en el Correo en la edición de mañana– es un buen ejemplo. Nuestro (espero que no ex) lector sostiene: “No me puedo imaginar cómo usted, que fue agredido física, mediática y comercialmente, puede hincar la rodilla ante quien lo persiguió. Sólo se explica entendiendo que una de las habilidades más grandes del kirchnerismo fue hacer eficiente el uso del Síndrome de Estocolmo.”
El viernes 25 de octubre el obudsman de PERFIL me envía un mail pidiendo que responda al lector. Le expliqué que ese fin de semana tenía que escribir tres contratapas para nuestras habituales ediciones de sábado y domingo más la de la edición especial por las elecciones, y que le avisara a Juan Manuel De Cillis que pospondríamos por una semana la publicación de su carta para poder responderle.
No imaginaba por entonces que a menos de dos días de las elecciones se daría a conocer un fallo ampliamente favorable al Gobierno en la Ley de Medios, que cambiaría el clima de derrota poselectoral. Tampoco hay que sobrevalorar eso, porque el verdadero problema del kirchnerismo no son las críticas que provienen de los medios del Grupo Clarín sino la pérdida constante de reservas de dólares, que no cesa y se hizo más pronunciada tras las elecciones.
Ni tampoco se podía imaginar el día previo a los comicios que tan pronto y de manera tan frontal Macri iba comenzar a confrontar con Massa desluciendo el triunfo de ambos. Pero los dos hechos sirven para ejemplificar cuánto tiempo son dos años en política. También sería un error creer que ahora es Clarín quien está vencido y no comprender que seguirá siendo el más importante jugador de los medios de Argentina por mucho tiempo. Esa tendencia a dar por muertos a quienes gozan de buena salud es resultado de la ansiedad que anticipa los acontecimientos, adecuando los tiempos a los deseos y no a la ponderación de datos objetivos:
1) Que la Presidenta con su enfermedad aumentó significativamente su imagen positiva.
2) Que aun con la derrota electoral, el kirchnerismo seguiría con la posibilidad de controlar las dos cámaras del Congreso.
3) Que a pesar de todos los desastres en el manejo económico, aún les quedan herramientas para evitar una debacle.
No es mi deseo, señor De Cillis, que el kirchnerismo resurja de sus cenizas (aprovecho a pedirle que por favor continúe siendo nuestro lector). Por el contrario, pretendo hacer una descripción de la realidad lo menos contaminada de mis propios deseos.
Aún con el fin de que se cumplan verdaderamente esos deseos, es necesario tener un correcto diagnóstico para poder construir estrategias verdaderamente superadoras. Estoy muy lejos de ser kirchnerista, fíjese que hasta el propio consultor de Macri, Jaime Durán Barba, en la edición especial de PERFIL post electoral escribió: “Cristina conserva una fuerza importante, Scioli es un buen candidato y juntos pueden dar una sorpresa representando a muchos argentinos que quieren que siga el “modelo”.
Tampoco hay que creerse que Jorge Capitanich será el seguro nuevo presidente y continuador del kirchnerismo en 2015. Quizás la sobreactuación de Abal Medina ninguneando a Scioli y trayendo forzadamente a la escena de la noche del domingo al triunfante gobernador de Chaco no sea una demostración sólo de fuerza, sino de posible debilidad frente a un Scioli a quien le estaban marcando la cancha para forzarlo a negociar un capitulación más honrosa del kirchnerismo, diciéndole algo así como “ojo que no sos la única carta que tenemos”.
El viernes de la semana próxima se cumplen los 30 días de reposo mínimo prescripto a la Presidenta. Es una incógnita cómo regresará: golpeada emocionalmente por la constatación de los límites de su cuerpo y la finitud de todo lo humano, o fortalecida por un descanso de un mes que le permitirá renovados bríos y que como regalo de recibimiento tenga la Ley de Medios.
En la columna del día después de la elección (antes del fallo de la Corte), escribí: “Ayer, entonces, no comenzó el fin del kirchnerismo como quieren ver quienes no sólo discrepan con el Gobierno sino que también los irrita. Lo que ayer se oficializó fue el fin de la hegemonía no sólo del kirchnerismo sino del PJ, y no porque se vuelva a generar el bipartidismo radical-peronista y su alternancia, sino por la creación de un sistema de balances y equilibrios en algo que podría definirse como tetrapartidismo, con cuatro sectores que pueden aspirar a entre el 15 y el 30% del total de los votos, lo que hará imprescindibles los ballotages y una gobernabilidad basada en alianzas o concesiones recíprocas. (...) No están las cartas echadas. La política argentina recupera un equilibrio después de la crisis de 2001, un equilibrio diferente,”
A pesar del fallo judicial a favor del Gobierno, sigo pensando lo mismo.