La renuncia de Agustín Rossi al Ministerio de Defensa para ser precandidato a senador por Santa Fe provocó una aglomeración en las puertas de las barberías de todo el país: no hubo palangana capaz de contener a tantos postulantes que debieron poner las barbas en remojo. Funcionarios que habían pedido licencias en hasta siete cargos consecutivos para sumarse a una lista, empezaron a hacer memoria para recordar cuál había sido la primera designación que habían aceptado, y así saber a dónde terminarían desempeñándose luego de renunciar a una tras otra. Incluso no faltaron exagerados que pretendían que Martín Gill volviera al puesto de rector de la Universidad de Villa María y que Luis Juez regresara como titular de la Oficina Anticorrupción.
Todavía en su carácter de Secretario de Obras Públicas de la Nación (aunque con la firma delegada), Gill participó el jueves pasado de un acto con el que el gobernador Juan Schiaretti inauguró en Villa María un puente sobre el río Ctalamochita. Rodeado de los candidatos de Hacemos por Córdoba Alejandra Vigo, Natalia de la Sota y Eduardo Accastello, como cabeza de la lista de diputados por el Frente de Todos Martín Gill se debe haber sentido más solo que metalero en un recital de Arjona. Tal vez por eso, en previsión de que se pusiera áspero el asunto, consiguió que le haga la gamba el intendente de Villa Nueva, Natalio Graglia, también postulado por el FdT.
Y como no podía pasar una semana sin morder la banquina, Luis Juez sorprendió a Viviana Canosa con una sucesión de guarangadas que hizo empalidecer a la conductora aún más de lo pálida que ya es naturalmente. Acostumbrada a ser ella la que insulte, tal vez Canosa no podía creer lo que escuchaba, mientras por la cucaracha le iban relatando cómo subía el rating. Bastó que ella mencionara la palabra “Cristina”, para que Juez empezara a rugir como el Demonio de Tasmania y se despachara con epítetos que habrían puesto en alerta al INADI, a Amnistía Internacional, a Human Rights Watch y a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos de la OEA.
Mientras tanto, el tan esperado regreso a clases presenciales en Córdoba coincidió con una ola de frío polar que hizo que al tomar asistencia, algunos maestros constataran la presencia en los pupitres de pingüinos emperadores, focas, renos y leopardos marinos. Hay quienes aseguran que un buey almizclero llegó a pasar al pizarrón para desarrollar una ecuación de primer grado, pero la información fue desmentida de plano por un ejemplar de lemming siberiano que, aprovechando la temperatura bajo cero, ocupó el lugar de un preceptor que había faltado en el colegio Palmiro Caballasca de barrio Residencial Severus Snape.
Esta semana, Córdoba fue noticia por la desgraciada aparición de casos de la variante Delta del coronavirus, algo que irritó a los servicios informativos porteños que se vieron obligados a ocuparse de un acontecimiento que sucedió fuera de la capital del país. De hecho, habría habido intentos por dar en Buenos Aires con personas portadoras de una supuesta cepa Omega, más contagiosa que la risa de Marcela Feudale. Como esa versión no prosperó debieron volver al viejo recurso de los cortes en Panamericana, el embotellamiento en la Autopista 25 de Mayo o el precio de los inmuebles en Puerto Madero, temas que tanto interés despiertan en Caleta Olivia, Guaymallén y la Quebrada de Humahuaca.
En Latinoamérica, lo más destacado en estos días fue la asunción del presidente electo en Perú, Pedro Castillo, quien durante la campaña electoral era presentado como un Che Guevara mezcla con Mao Tse Tung y Abimael Guzmán, pero que a juzgar por lo que dijo en su primer discurso tras ser ungido, más bien parece un Mahatma Gandhi mezcla con Pepe Mujica. A su regreso del hermano país, el mandatario argentino Alberto Fernández y su comitiva debieron permanecer en estricto aislamiento, bajo la severa custodia de jóvenes libertarios que controlan durante las 24 horas quién entra y quién sale de Olivos. Así como descubrieron que la modelo Sofía Pacchi habría ingresado en la residencia presidencial más de 60 veces durante la cuarentena estricta, ahora estarían a punto de revelar en cuántas ocasiones se lo vio entrar allí a Litto Nebbia.
(*) Sommelier de la política