Las cenizas aún
están. Todavía
no se fueron.
Las marcas
persisten, aunque
se trate de
limpiarlas. Pero
esas huellas
le dan fuerzas
al “Diablo” para
levantarse. Una vieja revista
de “El Gráfico” está ahí, parcialmente
quemada. Y él se
resiste a tirarla. Adentro hay
fotos de un pasado glorioso
que no quiere olvidar y pretende
conservar. Las guardará en
una bolsa de nylon, para que
al menos algo permanezca.
Una concatenación de sucesos
ingratos e infelices le
viene sucediendo en los últimos
días a Roberto Carlos
Monserrat. Dicen que a veces
las “malas” llegan todas juntas.
Pero también afirman que
después de la tormenta llega
la calma. Y el “Diablo” espera
que se concrete la segunda
sentencia popular.
En la siesta del miércoles 19
de julio la vivienda de la familia
Monserrat, ubicada en Valle
Escondido, se incendió casi
totalmente. Ya pasó un mes de
aquel suceso inesperado que
le trajo más de un dolor de
cabeza al otrora futbolista de
Belgrano, San Lorenzo, River
y Racing de Nueva Italia, entre
otros clubes.
Pero no todo quedó en el
incendio...“¿Cómo estoy? Y...
bien, no sé... Voy de mal en
peor, pero la familia está bien,
y hay salud”, responde Monserrat,
al tiempo que agrega:
“Del incendio ya estamos
mejor. Parte de la cocina comedor
este fin de semana la
terminé de
pintar y acomodar
para
que no tenga
tanto olor a
humo y todo
eso negro
que había
quedado. Ya
nos instalamos
con la familia.
Después, estamos viendo
cómo levantar el resto de
la casa. En algún momento...”
-¿Por qué “de mal en peor”?
-Porque a la semana siguiente
del incendio me robaron
el auto. Lo bueno es que
el auto sí tenía seguro. Pero
más allá de eso, me robaron
documentos, papeles. Incluso,
me habían quedado dos pares
de botines y estaban adentro
del auto. Así que también me
los robaron... Y más, el lunes
estábamos acomodando unas cosas que me habían quedado
en la casa y me di cuenta de
que me habían robado de mi
casa armas y otras cosas. Estoy
complicado, pero hay que
seguir.
Se ríe de la impotencia. Se
le nota la bronca por el momento.
Busca encontrar una
respuesta esperanzadora
a la
situación. “Lo
importante es
que ni cuando
se me quemó la
casa ni cuando
me robaron ,
estábamos presentes.
La familia
está bien”,
repite una y otra vez. “Es que es insólito lo me pasó.
El auto lo estacioné y a los
20 minutos ya no estaba más.
Ahora me entero del tema de
las armas. En este último mes
estuve más tiempo en la comisaria”,
dice resignado.
Ascendió con Belgrano en
1991. Logró sacar campeón a
San Lorenzo en el ’95 después
de 21 años de sequía del club
de Boedo. Dio cuatro vueltas
olímpicas con River. También
logró ascensos en Villa Dálmine, Racing de Nueva Italia
y Alumni de Villa María. Roberto
Carlos Monserrat, que
en un mes estará cumpliendo
49 años, es uno de los ilustres
futbolistas de la provincia.
-Se decía que estabas “salvado”
económicamente. ¿Era
así? ¿Te afectó mucho en lo
económico esta situación?
-No... Económicamente yo sigo
laburando. Trabajo todos los
días. No estoy en el fútbol pero
trabajo. Tengo salón de fiestas
infantiles y laburamos con mi
señora todos los días. Los fines
de semana disfruto un poco del
fútbol y los domingos de la familia.
Tengo que trabajar para
vivir. No estoy en mi casa rascándome.
Sí me afectó muchísimo porque perdí todo lo que
tenía. Me quedé con lo puesto.
Gracias a Dios me quedó ese
cuarto de la casa, donde hoy
puedo dormir, comer, ver TV y
estar con la familia. Eso es material
y hay mucha gente que
nos ayudó con ropa, colchones...
y ahora estamos bien.
Simpatía con el Diablo
En
el caos de la adversidad siempre
aparece alguien que se pregunta
¿en qué puedo ayudar?
Es una constante en este país
que aparezcan quienes están
dispuestos a dar una mano. Y
con la situación del “Diablo” no
fue una excepción.
Tal cual narró, amigos y
vecinos colaboraron para la
reconstrucción de su hogar,
pero también con lo simbólico
para un futbolista.
La gente
que forma parte
de la Hemeroteca
del club Belgrano
se acercó
para colaborar
con el archivo
de su vida en el
Pirata.
La hemeroteca
del Celeste es una idea que
se viene gestando desde hace
unos cuatro años en Alberdi, y
es una antesala de lo que será
el museo de Belgrano. Se ha
reunido material de diarios,
revistas, carnets, de todo un
poco de la historia del club.
Además de una colección de
imágenes de dos fotógrafos
históricos como Ricardo Villalón
y Juan Carlos Gómez.
Dentro de esa colección, Víctor
Baissi, miembro del grupo
de socios que llevan adelante este proyecto cultural, encontró
fotos de Monserrat y se
comunicó con el jugador para
reconstruir al menos esa parte
de su pasado futbolístico.
“En una primera búsqueda
encontramos más de 50 fotos
de él sólo o con compañeros,
en formaciones de equipos.
Todo en Belgrano. Incluso hay
una cuando jugaba en inferiores.
Pero estamos seguros que
si hacemos un nuevo rastrillaje
encontraremos más fotos de
Monserrat”, explicó Baissi,
quien se ha comunicado con
el “Diablo” para hacerle llegar
copias de ese material.
Cuando sucedió lo del incendio,
el jugador contó que
había perdido camisetas, trofeos
y recortes que tenían que
ver con su pasado como futbolista.
Dentro de las cenizas y
escombros, encontró hace un
par de días que sobrevivieron
seis camisetas, dos trofeos
y algunos recortes, un tanto
quemados. “Sólo se salvó eso,
no me quedó nada. Camisetas,
pantalones y trofeos se perdieron.
Tenía carpetas de fútbol
desde que arranqué, de cada
equipo. Sí me llamó un chico
de Belgrano que tenía unas 50
fotos o más. Y le dije que apenas
me acomode un poco las
pasaré a buscar para volver a
armar algo. Después hay gente
conocida que me acercará
videos, algunos “El Gráfico”.
Me quedan revistas quemadas,
pero algo se ven y no las
quiero tirar”,
le cuenta el
ex volante
a PERFIL CÓRDOBA.
¿ Porqué
guardar ese
material?
“No soy un
loco de las
camisetas y
de las fotos, pero las guardaba
para mostrarle a mis hijos,
a mis nietos...”
Combatiendo con los demonios
del lógico desánimo
que pueden provocar esta seguidilla
de sucesos ingratos,
el “Diablo”, con una sonrisa,
repite que “lo importante es
que la familia está bien, de
a poco nos vamos a ir levantando”.
Y por eso, junto a su
esposa e hijos, se unen para
reconstruirse. Y agradecer las
manos solidarias