Muchos cordobeses pusieron el grito en el cielo en estos días, a raíz de que las protestas del Suoem impidieron el desarrollo de actividades esenciales, como realizar trámites en la Municipalidad, circular con normalidad por las calles céntricas, practicar running en el Paseo Sobremonte o jugar al ajedrez en Las Tipas.
Por el contrario, fueron jornadas de gloria para los vendedores callejeros de choripán y sobre todo para los skaters que ensayan sus piruetas frente al Palacio de Tribunales sobre Caseros y que aprovecharon la aglomeración de empleados municipales para practicar slalom esquivando manifestantes a muy alta velocidad. Faltó esta vez la habitual quema de cubiertas, porque con el precio que tienen las gomas, hubiera salido más barato prenderle fuego a un Rolls-Royce.
La tregua impuesta en el conflicto por la intervención del Ministerio de Trabajo, habría dado tiempo a ambas partes para acercar posiciones o, al revés, para estudiar nuevos mecanismos de presión. Me contaron que desde el Palacio 6 de Julio se estaría analizando tomar una medida inversa a la de la jefatura de Gobierno de Buenos Aires: se obligaría a Rubén Daniele a utilizar el lenguaje inclusivo en sus arengas, lo que le restaría virulencia y comprensibilidad a su discurso. Desde el sindicato, podrían apelar a un recurso extremo: rodear el edificio municipal con trabajadores que oculten su cara tras máscaras con los rostros de Rodrigo de Loredo y Luis Juez.
Esa dupla de dirigentes de Juntos por el Cambio, mientras tanto, todavía no define si seguirá unida, si se enfrentará en internas o si formará un dúo de reguetón para competir con Mau y Ricky. Tras sus declaraciones acerca de que le pediría prestados funcionarios a Juan Schiaretti en caso de llegar a la gobernación, Juez fue desafiado por el intendente de Guatimozin en el terreno humorístico, donde el titular del Frente Cívico se maneja como Rafa Nadal en polvo de ladrillo. El radical José María Muguerza se mofa del precandidato de Juntos por el Cambio en un video que se viralizó y que entre los tiktokeros de boina blanca cosechó más likes que el hilo de Twitter de Gerardo Morales defendiendo a Hipólito Yrigoyen.
Quien se tornó indefendible para el gobierno nacional fue Matías Kulfas, al que se le solicitó que renuncie a su cargo como ministro de Producción por unas declaraciones en off que después desmintió en on. Fue algo así como robarle una banana a King Kong para después, segundos antes de que el simio nos arroje desde el helipuerto de la torre Ángela, devolverle el plátano y hacerle unas cosquillas cariñosas en sus pectorales. Quizás no use mucho la lapicera, pero Alberto Fernández viene utilizando la tarjeta roja más que Javier Castrilli, sin siquiera chequear con el VAR las faltas cometidas por miembros de su gabinete.
Muy lejos de Comodoro Py, donde el ahora exministro se desdijo sin ruborizarse, el presidente argentino pronunció un osado mensaje antiestadounidense en la Cumbre de las Américas. Quizás a los asesores del mandatario se les olvidó advertirle que no estaba en la Plaza de la Revolución de La Habana, sino en Los Ángeles, Estados Unidos, un país que ostenta el récord internacional de magnicidios. Fernández tal vez debería pedirle a Kulfas un coaching en arrepentimiento, más allá de que algunos diplomáticos le sugirieron que cuando se acerque a saludar a Joe Biden, no lleve su guitarra para cantarle canciones de Silvio Rodríguez.
Con menos repercusión que la reunión de jefes de Estado en California, pero no por ello con menos contrapuntos, en el Congreso Nacional se vivieron jornadas de encendidos debates que incluyeron una primorosa guirnalda elaborada la diputada Graciela Camaño con votos de diversos partidos políticos. También se había pensado armar un avioncito de papel con la Boleta Única, pero no hizo falta ese argumento para que el proyecto opositor fuera aprobado en la Cámara Baja.
La iniciativa tomó como base el éxito del llamado “modelo cordobés” de sufragio, lo que sumado al show de la Mona Jiménez en el Obelisco puso en alerta a los porteños, quienes temen que ahora se expanda la moda del “pritiau” en los boliches de Recoleta; y que Soledad Acuña, ministra de Educación de la ciudad de Buenos Aires, imponga en los colegios la instrucción de que los alumnos hablen comiéndose las “s”.
(*) Sommelier de la política