En una fría noche de 1978, 18 agricultores chinos de la pequeña aldea rural Xiaogang, en la provincia de Anhui, suscribieron un pacto secreto por el cual decidieron terminar con el régimen de comuna rural, que había colectivizado la producción. En su lugar, buscaron instaurar un sistema que reconociera el rendimiento en el trabajo, con el objeto de cumplir con la cuota exigida por el Estado, pero a la vez distribuir los excedentes a fin de dar alimentos a sus respectivas familias.
Este pacto contravenía el régimen imperante en toda la agricultura china, que había ‘estatizado’ el mecanismo de producción, generando un enorme desincentivo al esfuerzo. El modelo productivo, instituido durante el período del Gran Salto Adelante, fracasó estrepitosamente, dejando como secuela una enorme hambruna en el pueblo chino.
Con un simple papel rubricado mediante sus huellas dactilares remojadas en tinta roja, los 18 agricultores de la aldea rural de Xiaogang iniciaron la más formidable revolución agrícola de la que se tenga memoria, con sus resultados en la siguiente cosecha, que incrementaron de 15.000 a 60.000 kilos de granos la producción. Así, cada uno de los agricultores pasó de percibir como ingreso 20 yuanes (US$ 3) en una cosecha a 400 yuanes (US$ 58) en la siguiente.
Tal mecanismo de ‘Contrato de Responsabilidad Familiar’, que premiaba el rendimiento productivo, recién se aprobó en 1982 pero, después del éxito de la aldea de Xiaogang, el modelo se popularizó en muchas áreas agrícolas con el asentimiento silencioso de las autoridades. El éxito productivo del modelo de un año a otro, conmovió al nuevo liderazgo chino encabezado por Deng Xiaoping, que estaba atravesando un lento pero sostenido proceso de cambio en la estructura económica y social.
En efecto, ese mismo diciembre de 1978, en un hotel de Beijing, se reunía el XI Comité Central del Partido Comunista Chino. En esta oportunidad, el organismo aprobó un conjunto de directivas que comenzaron a desmantelar las fallidas ideas colectivistas e inició el proceso necesario para corregir muchas de las terribles injusticias políticas cometidas durante la Revolución Cultural. A partir de entonces, tuvo formal inicio el plan de Reforma y Apertura, sentando las bases de la más ambiciosa transformación china.
Con las reformas de 1978, de la cual en 2018 se conmemoran 40 años, se demostró al mundo que la economía de mercado ‘con características chinas’ fue el mecanismo idóneo para aprovechar la ‘ventaja del atraso’ que, sobre la base de cambios macroeconómicos e incentivos adecuados, promueve el éxito y los resultados que tanto impactaron en la historia contemporánea.
En efecto, el plan Reforma y Apertura de China permitió aumentar su PIB per cápita de US$ 156 en 1978 a US$ 8.827 en 2017, incorporar a millones de ciudadanos a la exigente clase media –The Economist calcula que en 2030 la integrarán 500 millones de personas– y abrir el país al mundo, con acceso a tecnología, capitales y mercados internacionales. La reforma integral china se amplió desde el mundo rural a las empresas industriales y de servicios y promovió el comercio internacional, la apertura al capital extranjero y el acceso a tecnología de punta en todos los rubros.
En números, la Reforma y Apertura iniciada en 1978 y cristalizada en el siguiente año con un conjunto de decisiones gubernamentales, permitió que China lograra, entre 1979 y 2014, 35 años continuados de incremento anual de su PIB del 9,7% y provocara cambios no sólo en China sino en el mundo entero.
Los valientes agricultores de Xiaogang aportaron el argumento decisivo a los líderes de China para transformar su mecanismo de producción agrícola, pero sobre todo contribuyeron con la experiencia práctica de sus resultados. Deng es un líder conocido en China y el mundo, pero los 18 héroes de Xiaogang son todavía desconocidos en occidente, a pesar de su enorme contribución a la historia del progreso de la humanidad. Sacar a más de 700 millones de personas de la pobreza en tan corto período, es lo más parecido a un milagro en la vida de una nación.