Este miércoles y como cada 26 de julio Argentina celebra el Día de los Abuelos, fecha demarcada por la religión católica en conmemoración de la onomástica de San Joaquín y Santa Ana, padres de la Virgen María.
Pese a que puede sonar como un día quizás marcado por lo comercial muchos remarcan la importancia a las fechas en los más chicos.
Siesta Animal, el programa radial de las siestas en radio Mitre, mantuvo una emotiva y reflexiva charla con el médico pediatra Enrique Orchansky.
“Los abuelos se han puesto indispensables”, tira sobre la mesa el invitado para comenzar el debate. Y remarca cualidades que tienen los mayores que los padres perdieron. Para Orchansky son tres aspectos que los distinguen: primero, todos los abuelos tienen tiempo; segundo, tienen ganas, que los padres no tienen; y, como tercera cualidad, están disponibles.
Para Orchansky “un nieto cambia el día, para los descreídos importa el llamado. Los grandes marcan muchas cosas con las miradas, los chicos también extienden la vida con sus miradas. Los nietos son lo mejor que hay en el mundo”, comenta el profesional y genera que José Ravalli, el periodista de la mesa reconozca que ahora, ya grande pudo entender que “ahora hacemos tiempo con los nietos que antes no hacíamos con nuestros hijos”.
Abuelos malcriadores
Los abuelos son malcriadores pero no es una manera de cuestionarlos, sino de reconocerlos. “Los abuelos son malcriadores pero cama afuera”, aclara Orchanky, “nosotros no tenemos que cuidarlos cuando tienen fiebre pero estamos en el momento exacto y siempre con ganas”.
La relación de los más grandes de los hogares, para quienes los tienen, con sus nietos o nietas son clave. Para el pediatra, es tiempo de revancha de la vida. Se debe tomar como una segunda oportunidad de dar tiempo y descubrir cosas que muchas veces como padres no se podían percibir. La diferencia está en los detalles, “hay detalles que perdimos de nuestros hijos que los vemos en los nietos. Yo lo llamo revancha. Estábamos tan preocupados como padres por educar a nuestros hijos que los perdimos versiones. Hay versiones que son fantásticas, todos tenemos versiones de nosotros en el trabajo, con los amigos, a dentro de la casa. La versión de los chicos que se usan los abuelos es fantástica, casi tan buena como la que usan los amigos”, describe.
Los “toques de los abuelos”
Omar Pereyra, el conductor del ciclo, cuenta el recuerdo tiene de su abuela, que dista mucho de su madre. “Esos toques de abuela me llenaron el corazón”, transparenta. Orchansky toma la anécdota y refuerza un concepto poco distinguido: “Los abuelos miran sin juzgar, escuchan y a veces, como no ven bien (por ahí se olvidan de los lentes) pero miran a lo lejos y ven cosas que uno no ve, y transmiten una forma de pensar la vida distinto. Juegan a cosas que no se enchufan. Saben que tal vez le quedan pocos años por delante, quizás sean muchos, pero los sienten como pocos. La falta de vértigo se nota. A diferencia de los padres que están con vértigo para llegar a fin de mes, de pagar por las cosas, de retarte por las zapatillas. Yo no conozco abuelo o abuela que rete”.
Abrazos irremplazables
“Hoy en la actualidad es irremplazable un abrazo de un nieto. Yo siempre trato que sea interminable. Me conmuevo” cuenta “Pepe” al aire, en plena nota.
Para Orchansky, los abuelos le dan una tranquilidad eterna a los nietos y nietos les dan una eternidad a los abuelos, es una sociedad que ambas partes son beneficiadas. “Cuando a un abuelo le dicen que sus nietos se parecen… Ahh... Cuando dicen tiene tus ojos, ¡la fiesta que se arma! O… mirá como camina, como la abuela. Como abuelo uno se dá cuenta que no hay un fin, hay una eternidad. Es la ilusión de la pelea eterna con la finitud”.
“Los abuelos nunca mueren, solo se hacen invisibles”, marca como un sello su frase Orchansky.
Siempre hay olor a los abuelos, ellos estarán para toda la vida.