El martes último, la Cámara Federal de Apelaciones de Córdoba ordenó el procesamiento de los contadores Carlos Hernán Dotto y Gustavo Reynaldo Cena por tentativa de estafa procesal y dispuso la falta de mérito del abogado Martín José Carranza Torres en la causa que inició Andrea Franceschini. A Dotto y Cena se los acusa de presentar un documento que aparenta la cesión de la marca de repostería Andrea Franceschini, cuando en realidad se trataría de la cesión de una franquicia para transferir la marca de su dueña original a otras personas.
En la misma sentencia, el tribunal integrado por Graciela Montesi, Eduardo Avalos e Ignacio Vélez Funes apartó al juez federal 3, Hugo Vaca Narvaja, y dispuso que el futuro magistrado que asuma la causa profundice la investigación precisamente en la disputa de la marca de tortas más famosa de Córdoba. Este fallo se sumó al pedido de elevación a juicio, resuelto por el fiscal provincial José Bringas hace poco más de un mes, contra Arturo Javier Sánchez (exesposo de Andrea), Dotto, Cena y otras ocho personas, acusadas con diferentes grados de participación de los delitos de estafa, defraudación por administración fraudulenta y falsedad ideológica.
En esta causa, en cambio, se investigó el presunto desapoderamiento de las acciones de la empresa original que pertenecía a Franceschini y su esposo, en beneficio de un grupo de personas, incluyendo a Sánchez –su ahora exmarido- en la participación de la maniobra. Ambas resoluciones son un mojón importante en la larga batalla judicial que viene dando en los tribunales federales y provinciales Andrea Fabiana Franceschini.
PERFIL Córdoba la entrevistó. Una mujer sola, contra todos; y todos, contra ella. Recomenzó varias veces. Se hizo como empresaria tanto como aprendió a cocinar sus postres. Esa es la primera impresión que surge tras más de dos horas de diálogo.
—¿Quién comenzó a fabricar las tortas?
—Yo. Tenía 28 años. Empecé con un emprendimiento de la nada, repartiendo tortas en colectivos. Fue para ayudar a mi familia, que pasaba por una crisis económica muy grande.
—¿Cómo se hizo conocida?
—Se dio de boca en boca. Recibía pedidos por teléfono en mi casa. Así comencé a crecer.
—¿Se sumó su mamá a su empresa o ella generó una propia?
—Yo le enseñé porque ella también estaba pasando una situación particularmente mala. Entonces, le dije: así como esto me ayudó a salir adelante, te doy la idea. Las recetas se las enseñé yo, para ayudarla.
—¿Qué significó la disputa con su familia por la marca Franceschini?
—Una historia muy triste. Me separé de mi familia por un tema comercial. Creo en los valores de la familia. Y por dinero o cosas que no se entendieron, se terminó disolviendo.
—¿Actualmente tiene relación con ellos?
—Solo con mi papá. No tendría ningún problema, incluso traté de acercarme a mis hermanas, pero hay cosas que se fueron rompiendo. No pude volver a formar un vínculo, me hubiera gustado hacerlo.
—Se elevó a juicio una causa con 11 imputados por estafa en su contra. Ahí está su exesposo. ¿Qué significó para usted?
—Estoy muy cansada. Fueron años de injusticias. Yo solo quiero trabajar de lo que sé, tranquila. Tengo necesidad de justicia para que esto se resuelva y me devuelvan lo que es mío. Quisiera que la gente entienda que Andrea Franceschini es mi nombre, soy una persona. Vivo de lo que hago. Hasta el nombre me han usurpado. Abrís Facebook y hay muchos perfiles Andrea Franceschini. Siento una gran impotencia. Me defraudaron las personas que más quise, mi familia y mi expareja.
—¿Refundó la empresa?
—Tuve que empezar de nuevo varias veces. Todo lo que encaré fue con éxito. Hace ocho años comencé de nuevo y actualmente tengo 24 franquicias. Me va bien. Tengo que hacerle entender al público que hay una Andrea Franceschini “naranja” (hace referencia al color del logo de otra empresa que no es suya, aunque lleva su nombre) que no soy yo y la otra que sí soy yo, la de “rosa, verde o colores pasteles”. Quiero responder por mis propios productos, no por los errores de los demás. Quiero que me devuelvan mi nombre.
—¿Siente que se está haciendo justicia?
—La última resolución me alivió. Puedo seguir creyendo.
Justicia investiga cómo desapoderaron a Franceschini de la fábrica
El fiscal de Instrucción Distrito I Turno V, José Bringas, elevó a juicio a Pablo Abdón Dahbar, Carlos Hernán Dotto, Ricardo Rubén Martínez, María Soledad Bessone, Osvaldo Sergio Terragni, Gerardo Andrés Oddone, Gustavo Reynaldo Cena, María Cecilia Dahbar, Luis Rodolfo Jara, al escribano Bernardo José Juan Borcosqui y al exmarido de Andrea Franceschini, Arturo Javier Gerardo Sánchez. Se los acusa de los delitos de estafa, defraudación por administración fraudulenta y falsedad ideológica.
Según relató Franceschini, a pesar de haber sido la creadora de la empresa y de haber inscripto la marca Andrea Franceschini en el Instituto Nacional de Propiedad Intelectual (INPI), “de un día para el otro entró gente a la planta que teníamos en calle Guillermo Reyna, Alto Alberdi”.
Explicó que se debió a que su entonces esposo, Sánchez, trabó contacto con prestamistas para salir de la crisis financiera que tenía la firma a pesar de su próspera inserción en el mercado comercial cordobés. Ellos se hicieron cargo y la fueron desplazando incluso de la producción. Hasta ese momento, trabajaban bajo el sello de “Repostería Tradicional S.A.”. Según se logró probar en la Justicia, las personas imputadas con sucesivas cesiones de acciones fueron vaciándola, para hacer nacer “De Dulces SRL” y desde ahí volvieron a hacer migrar las acciones hacia “Fajo SRL”.
En la actualidad, esta empresa tiene más de 150 franquicias y comercializa tortas con el nombre Andrea Franceschini con packaging color anaranjado. Atrás había quedado la disputa intrafamiliar -que merecería un capítulo aparte- en el que Andrea Franceschini se opuso a la inscripción de la marca Graciela Franceschini, posterior a la suya, y con la que comercializaba tortas su mamá. Eso motivó el distanciamiento de toda su familia. Después del fallecimiento de Graciela Abratte de Franceschini, su esposo Armando y sus cuatro hijos siguieron manejando la empresa de repostería.
Cómo fue el engaño de apropiación
Un documento fue clave, desde la perspectiva de la querella, en la investigación que realizó la Justicia federal: la aparición del original de un “Contrato de cesión de derechos de marca” entre Andrea Franceschini y Luis Rodolfo Jara, fechado en 2007.
Hasta mayo de este año, esa prueba había sido incorporada como copia certificada en la causa tramitada en los tribunales provinciales. Franceschini siempre reconoció su firma estampada en el reverso, pero negaba que ese escrito expresara su voluntad de transferir la marca. Relataba en sus declaraciones que ella había firmado la cesión de una franJusticia investiga cómo desapoderaron a Franceschini de la fábrica quicia. Al peritar el original, “saltaron” varias incongruencias entre el anverso y el reverso.
El abogado querellante, Alejandro Zeverín, puso como ejemplo que en el anverso se habla de “la” cedente, en el reverso de “el” cedente; hay errores ortográficos en un lado que en el otro no existen. Todo ello sumado a que en el Protocolo Notarial donde se lo inscribió no figuraba bajo el concepto de cesión de marca.
La presunción es que la empresaria fue engañada al firmar un papel creyendo que otorgaba una franquicia, cuando en realidad estaba cediendo a otro la marca de su producto. A partir de la decisión de la Cámara de procesar a los contadores Cena y Dotto, lo que sigue en este itinerario judicial es la designación de un nuevo juez, ya que fue apartado por posible parcialidad el titular del Juzgado Federal 3, Hugo Vaca Narvaja.
La querella solicitará encuadrar la maniobra como asociación ilícita y pedirá que cese la actividad comercial bajo la marca Andrea Franceschini a la empresa operada por quienes fueron procesados, para que solo pueda ser utilizada por la repostera que le dio origen, que refundó la empresa hace ocho años y hoy vende sus tortas en envoltorios de colores pasteles.