Sophie Grégoire Trudeau tiene 43 años y una importante carrera en el periodismo canadiense. Está casada con el carismático Justin Trudeau, primer ministro de ese país. Los dos son una especie de emblema de la democracia liberal del Norte.
En el marco de la visita oficial del G20, Grégoire solicitó a la Embajada de Canadá que organizara un encuentro con periodistas argentinas para conocer la situación de los derechos de las mujeres aquí.
A la iniciativa denominada "Sin Estereotipos: combatiendo la violencia de género", asistieron activistas, comunicadoras y también periodistas de PERFIL y PERFIL CORDOBA.
La reunión tuvo lugar en una especie de living de la embajada canadiense, donde en una ronda -integrada por las periodistas y Grégoire- se pintó, en tan solo 50 minutos, un panorama de los avances y las deudas de los derechos de las mujeres en Argentina, con especial énfasis en el fallido intento de legalizar el aborto.
Canadá, de la mano de Trudeau -autodefinido feminista- plantea algunas cuestiones de vanguardia en lo que se refiere a temas de género.
Por caso, cuando armó su gobierno, tres años atrás, formó un gabinete con idéntico número de hombres y mujeres.
Entre las numerosas frases a resaltar de la inspirada y articulada charla que Grégoire diseñó luego de escuchar el diagnóstico de las periodistas, se destaca la importancia que le da a las asimetrías persistentes entre géneros.
“La desigualdad de género es un insulto a la inteligencia de hombres y mujeres”, dijo, y agregó que “no tiene que ser considerada normal, si no que tenemos que redefinir qué es lo normal. El modelo de dominación y control es lo opuesto a la libertad. La verdad y la libertad deben estar por sobre las creencias”.
Haciendo gala de un conocimiento preciso sobre la situación del movimiento de mujeres, cerró una de sus alocuciones con el lema de parte del feminismo argentino de los últimos tiempos: “Ni una menos, vivas nos queremos”.
Al escuchar el diagnóstico de retroceso -en relación a los cuestionamientos, por ejemplo, de la Ley de Educación Sexual Integral, sancionada hace más de 10 años- Grégoire ensayó como respuesta que hay que resistir, “incluso, en la oscuridad”.
En Canadá el aborto es legal desde hace 30 años. Al respecto, hacia el final de la charla, advirtió que el matrimonio Trudeau está a favor del derecho a decidir.
“Desde Canadá siempre vamos a apoyar el derecho a decidir", concluyó, y dijo adiós tirando un beso con la mano acompañado de un “Chau, hermanas”, en perfecto español, luego de recibir de obsequio un pañuelo verde, libros sobre el movimiento feminista en la región y, por supuesto, las medias con el logo del aborto legal, seguro y gratuito estampado blanco sobre verde, para su marido.
Medias cordobesas por la legalización
Trudeau tendrá sus medias verdes y blancas prolegalización de la interrupción voluntaria del embarazo. Llegaron desde Córdoba a manos de su esposa, que se comprometió a dárselas.
Es que el primer ministro canadiense suele usar sus calcetines para pronunciarse sobre determinados asuntos e, incluso, por diversión.
Antes, al comienzo de la reunión, el embajador de Canadá en Argentina, David Usher, también obtuvo sus medias y se las puso durante el encuentro, antes de partir a una reunión con Jorge Faurie, ministro de Relaciones Exteriores y Culto de Argentina.
Las medias, de acá. Carolina Goldberg es la propietaria de la marca cordobesa que las comercializa. Se trata de Tomas & Anouk. Cabra es la marca que las diseña.
Al ser consultada por las motivaciones para involucrarse en esta movida, Godlberg advierte: “Siempre que podamos aportar, lo hacemos. La moda suele pecar de frivolidad y nuestro propósito es demostrar que se puede vivir la experiencia desde otro lugar, distinto. Incluso podés elegir tu ropa como si fuera un uniforme de lucha, por el amor propio y por el derrumbe del estereotipo. Nos interesa trabajar la moda desde ese lugar y perspectiva, no caer en lo inaccesible”.
—¿Cómo llegaste a las medias?
—Hace unos meses con Tomas y Anouk y The Basic Store, una división del local que selecciona proveedores y otras marcas, decidimos abrir el espacio para invitar a diseñadores a que exhiban sus productos. Hubo un gran crecimiento y decidimos hacer una movida para las fiestas de fin de año con la idea de incentivar la compra del diseño local e independiente.
Dentro de esos diseñadores, está la marca Cabra, que hicieron las medias. Lo que sucedió es que nos pusimos al hombro públicamente la lucha feminista y por el aborto legal, tanto en las redes sociales como en el local, que se transformó en punto de venta también de los pañuelos verdes de una cooperativa que los fabrica. También les hacemos donaciones con unos pins alegóricos. En ese marco, empezamos a vender las medias y fueron un boom, que van de la mano con nuestros valores y nuestra filosofía, no solo de la marca sino también de todas las personas que trabajamos en el local.
—¿Qué repercusión tuvieron?
—Gracias al alcance que tuvimos al tomar posición, al no ser tibios, es que Cabra se contactó para exhibir sus productos, en este caso, las medias. No es nuestro diseño, y en ningún momento quisimos adjudicárnoslo. Y ahora estamos en tratativas para que nos manden más medias porque se empezaron a vender un montón gracias a la foto del embajador de Canadá.
—¿Cómo combinás el activismo y el negocio?
—La marca es una parte muy importante de mi vida, no solo mi trabajo sino también el disfrute. Me ayudó a crecer, fui abrazando un montón de causas que no puedo separar del trabajo. No lo puedo evitar. Mi trabajo refleja lo que soy.