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PANDEMIA COVID-19

La ruta de los residuos patógenos en Córdoba

No se trata de una actividad nueva, pero sí muy riesgosa en el marco de la pandemia del coronavirus. Desde los llamados 'generadores' hasta su destino final, PERFIL CÓRDOBA siguió la ruta de los residuos.

Patógenos
PATÓGENOS. Los residuos son retirados de los generadores en bolsas rojas, de 120 micrones, precintadas. | FINO PIZARRO

Hospitales, clínicas, sanatorios, consultorios odontológicos o laboratorios de análisis, entre otros, generan residuos considerados patógenos (o patogénicos) como producto de su actividad esencial. En esta época de pandemia de Covid-19, con el grado de contagiosidad que presenta el virus, esos desechos pueden representar mayor peligrosidad.

No se trata de los habituales residuos peligrosos de muchas actividades económicas, como la industria por ejemplo, sino de los restos provenientes de la atención de la salud humana, por lo que exigen estrictos protocolos de bioseguridad en su administración y eliminación.

Con esas premisas, PERFIL CÓRDOBA fue en busca de ‘la ruta de los residuos patógenos’, para establecer el grado de seguridad que implica la gestión de este aspecto de la sanidad pública para la población en general y para quienes realizan la tarea, en particular.

 

Generadores

Y el camino comienza precisamente en lo que se denominan los ‘generadores’, es decir donde se originan esos residuos patógenos, que son de la más diversa variedad y actividad, desde hospitales, sanatorios y clínicas, hasta geriátricos, consultorios odontológicos, laboratorios de análisis y veterinarias, pasando por talleres de tatuajes, entre otros.

La primera tarea, la separación de los desechos, corre por cuenta del generador, que debe seleccionarlos y acondicionarlos para su almacenamiento. Los de mayor volumen de actividad los depositan en recipientes localizados en espacios específicos, próximos a la generación de los residuos, generalmente junto a las salas de necropsia, sujetos a estrictos protocolos y de ingreso restringido.

Se colocan en bolsas de polietileno de 60X90 cm, de 120 micrones de espesor, de color rojo que, una vez llenas, se cierran herméticamente con un precinto de seguridad. Los elementos punzocortantes (como agujas, hojas de bisturí, etc) deben acondicionarse dentro de unos recipientes especiales llamados ‘descartadores’.

Cuando el contenido está relacionado con restos que hayan estado en contacto con pacientes Covid, las bolsas, además del color rojo, los sellos identificatorios de ‘patógenos’ y la información del generador, llevan adherida una cinta amarilla.

 

Transporte

Este es el paso intermedio en la gestión de los residuos patógenos, desde su generación hasta su destino final. Los transportistas deben estar registrados y son permanentemente supervisados por dos organismos oficiales, el área de Calidad Alimentaria de la Municipalidad y la Secretaría de Ambiente de la Provincia.

Enzo Feroli, de NEO SA, explica que, en general, es una actividad compleja que exige muchos cuidados, pero que el protocolo que se utiliza, con la aparición del Covid-19, “se ha ajustado y hecho más estricto”. Estimó, en ese sentido, que “es un sistema de manejo de residuos en el que hay que tener muchas precauciones, que ahora se extremaron un poco más, pero no ha cambiado la metodología del manejo en los transportistas”.

“Lo que sí se ha incrementado es la cantidad de kilos de residuos que se transportan porque, en el caso de los profesionales que atiendo, como odontólogos por ejemplo, tienen que usar batas, cubrecalzado y cofias, que se tienen que descartar después de cada paciente”, indicó.

También los choferes de los vehículos que hacen la recolección tienen que ajustarse a un protocolo que incluye el uso de equipos de protección personal (EPP), guantes (de látex o de nitrilo), antiparras, cubrebocas y máscaras y, además, deben aplicarse alcohol al 70% en las manos cada vez que toman una bolsa de residuos.

En cuanto a los vehículos que se utilizan, del tipo furgón o utilitario, relató: “Cada vez que termina la actividad diaria, al entrar al garaje donde quedan guardados, se desinfectan con una lluvia de amonio cuaternario (un poderoso desinfectante)”.

“El interior del área de carga, que está aislada de la cabina de manejo, está revestida con fibra de vidrio y pintura epoxi (impermeable y resistente) y cada vez que ingresa al centro de disposición final de los residuos, es desinfectado con agua con hipoclorito. Otros vehículos, de mayor porte, tienen un área de carga térmica”, destacó.

Carla Romina Demo, de Servicios Lacar SRL, la única mujer dedicada a esta ocupación, señaló que su actividad, dirigida principalmente a consultorios odontológicos, laboratorios de análisis y veterinarias “no se ha incrementado mucho, pero sí se ha hecho más exigente el manejo de los materiales de desecho”.

Puso como ejemplo los residuos cortopunzantes, como agujas y bisturíes. “Para estos residuos –dijo– es obligatorio utilizar lo que llamamos ‘descartadores’, que son recipientes como una botella, con tapa, en los que se deben depositar antes de introducirlas en las bolsas. Es una medida necesaria para evitar accidentes en la manipulación de los restos”.

Carlos de Anquin, de Ecosystem SRL, señaló que la tarea de los transportistas “es la más simple; la más complicada es la de sanatorios, hospitales y los geriátricos, que son los que tienen contacto directo y tienen que tratar con los pacientes y los residuos. En la otra punta del proceso, las plantas de tratamiento también corren mucho más riesgo que nosotros, los transportistas”, advirtió.

“Es muy difícil que un chofer o un transportista de residuos patógenos se contagie si guarda todas las precauciones y asume los protocolos respectivos; justamente, la mayor cantidad de contagios es de gente que no guarda los recaudos, no se cuida, como los que asisten a reuniones sociales o se juntan a comer un asado”, afirmó.

 

Destino final

En Córdoba funcionan dos plantas de tratamiento de residuos patógenos, una en camino a Capilla de los Remedios km 692, Toledo, y otra en Villa María, que concentran el tratamiento de la totalidad de los desechos. Cabe recordar que antes se utilizaban hornos pirolíticos (mediante calor a altas temperaturas), pero ese tipo de hornos está prohibido en la provincia.

Ahora se utilizan autoclaves, similares a los que usan los odontólogos o los hospitales para desinfectar el instrumental, pero de 1,5 metros de diámetro y seis metros de largo, que esterilizan los residuos mediante el uso combinado de vapor y presión.

Como son recipientes estancos, no se elimina nada al exterior. Los restos quedan descontaminados, luego se tratan como los residuos sólidos urbanos y van a terminar en la misma disposición que estos.

“En el autoclave no hay transformación, si se pone un vaso de plástico, sale un vaso de plástico. La única diferencia es que entró contaminado y salió aséptico”, explicó un operador.

 

Claves del manejo de los residuos

  • Algunos transportistas mueven un promedio de 1.000 kilos diarios.
  • Los hospitales y sanatorios grandes pueden generar en torno a 200/300 kilos por día.
  • En Córdoba, extraoficialmente, se estima una cifra aproximada a las 400 toneladas por mes.
  • A los pequeños generadores se les cobra un abono mensual para la eliminación de los residuos; a los grandes se les cobra por kilo transportado.
  • La actividad está registrada y supervisada por dos organismos oficiales, el área de Calidad Alimentaria de la Municipalidad y la Secretaría de Ambiente de la Provincia.