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MÁS EQUILIBRIO, MENOS DÓLARES

Massa, con las obsesiones equivocadas

11-9-2022-Massa
. | CEDOC PERFIL

El Estado argentino se mal acostumbró a estar en déficit de manera permanente. Tal es así que en los últimos 60 años siempre hubo desequilibrio entre los ingresos y gastos. La actualidad no es la excepción y este año el déficit total del Estado Nacional asciende a 6,2% del PIB: 2,2% por déficit primario (gastos menos ingresos), 1,5% por el pago de intereses de la deuda del Tesoro y 2,5% por el pago de intereses de deuda del Banco Central. Este enorme y recurrente desequilibrio no solo muestra lo mal que funciona el Estado, sino que tiene implicancias directas sobre los precios de los bienes y servicios de la economía -a este ritmo la inflación va camino a ser 100% a fin de año- y sobre el mercado de cambios: personas, familias y empresas buscando dólares para resguardar sus ingresos.

No obstante, los sucesivos gobiernos reconocen los problemas que el déficit fiscal genera en la economía. Siempre se queda a mitad de camino y la tentación de gastar en exceso le gana a la decisión de ordenar las cuentas públicas. Pareciera ser que se quiere la gloria de bajar la inflación, sin los costos que ello supone, que es trabajar sobre el ordenamiento del Estado para reducir el déficit fiscal. En el mismo sentido, se cree erróneamente que se sale de la crisis económica con solo aumentar las reservas. El reciente lanzamiento del “dólar soja” tendiente a incentivar la liquidación de las exportaciones va en ese sentido, pero se trata de una medida que agrava la ya inconsistente estrategia para contener la inflación.

Inflación: estrategia insostenible para contenerla. El desequilibrio fiscal se cubre con deuda o con emisión monetaria. Al gobierno le va quedando cada vez menos espacio para nueva deuda por lo que debe apelar más intensamente a la emisión. Pero la emisión en exceso presiona sobre la inflación. Lo que viene haciendo el Central para neutralizar estos efectos es sacar los pesos excedentes ofreciéndole a los bancos la suscripción de Leliq. Es decir, el dinero que los bancos reciben por los depósitos de sus clientes, en lugar de prestarlo a otros clientes, se lo prestan al Banco Central suscribiendo Leliq.

El Central les paga a los bancos intereses (con los cuales los bancos remuneran a sus clientes por los depósitos que captan y obtienen un margen de rentabilidad). El problema es que estos intereses son pagados por el Banco Central con mayor emisión. Así queda planteada la principal paradoja. Una herramienta ideada para evitar presiones inflacionarias se convierte en un factor que retroalimenta la inflación a futuro por la emisión que genera para el pago de sus intereses.

Lo más impactante es la magnitud.  En agosto del 2022 el stock de Leliq rondó los $ 7 billones de pesos y los intereses con los que el Banco Central remunera a los bancos por suscribirlas superaron los $ 300.000 millones. Una cifra que equivale a dos tercios del presupuesto de la ANSES o a 8 millones de jubilaciones mínimas por mes.

El “exitoso” dólar soja. Con el objetivo de promover la liquidación de exportaciones, el pasado domingo el gobierno creó un régimen temporario para que las exportaciones de soja sean liquidadas a un tipo de cambio de $ 200 por dólar. Para los exportadores la medida es equivalente a si se hubiesen eliminado las retenciones por los próximos 25 días. La expectativa es inducir la liquidación durante septiembre, que es cuando rige el decreto, por unos
US$ 5.000 millones.

En la medida anunciada subyace el convencimiento de que tener tan bajos niveles de reservas en el Banco Central genera inestabilidad y vulnerabilidad. Incluso pareciera que si se pudieran conseguir más dólares, se podría financiar aún más gasto.

Pero no hay que perder de vista las implicancias que tal nivel de ingresos de dólares va a tener en la emisión de pesos ante los niveles de inflación vigentes. La emisión adicional que el Banco Central colocará en el mercado si los sojeros le venden US$ 5.000 millones se estima en $ 1.000.000 millones. Para tener una idea del orden de magnitud de esta cifra, equivale a obligar al Banco Central a incrementar en 14% el stock de Leliq (aumentando los intereses, que generan más emisión e inflación) o, en su defecto, equivale a aumentar en 24% el stock de moneda en poder del público, o una combinación de ambas.

Seguir agregando emisión en las actuales condiciones es riesgoso. La población viene dando muestras muy claras que no desea tener tantos pesos en su poder y los excesos de pesos presionan cada vez más sobre los precios.

Obsesiones equivocadas. El nuevo régimen para la liquidación de las exportaciones de soja sirve para revelar el error de diagnóstico que prima en el gobierno nacional. En Argentina no faltan dólares sino que sobran pesos. Faltan reservas porque sobran pesos. Y sobran pesos porque hay un enorme y persistente desequilibrio fiscal.

La obsesión no debería ser acumular reservas, sino bajar el gasto público para corregir el déficit fiscal. El testimonio más contundente de que falla el diagnóstico está en el Capítulo V del decreto que crea el dólar soja, donde se establece que el incremento de la recaudación de retenciones sobre las exportaciones que genere este incentivo no será destinado a reducir el déficit fiscal sino a aumentar el gasto público.

En paralelo, el gobierno está demorando la implementación de la segmentación de tarifas con la quita de subsidios, algo que podría ayudar a morigerar el gasto, pero si está dedicado a buscar dólares en Estados Unidos.  Estas acciones delatan hasta qué punto prevalecen ideas equivocadas: la obsesión está en conseguir dólares y no en bajar el gasto público.

No hay malabarismos financieros ni cambiarios que permitan eludir el abordaje del descalabro fiscal. En esta materia se necesita un ordenamiento integral del Estado. Pero lo urgente es salir del irracional manejo de las tarifas de los servicios públicos. Es decisivo reducir los subsidios económicos y para lograrlo es necesario que las tarifas crezcan por encima de la inflación. Esto parece muy difícil de conseguir con el enmarañado esquema de segmentación anunciando. Que la crisis no siga escalando depende de que el gobierno encuentre una alternativa para tender a equilibrar las cuentas públicas, no de conseguir más dólares.

Coordinadora de Investigación de Idesa Argentina