Con la expectativa puesta en un Congreso que se renovará a partir del próximo 10 de diciembre, el clima en los poderes legislativos cordobeses atraviesa distintas atmósferas: la Unicameral, que ya debate casi en punto muerto transitando el último tramo del 2017; y el Concejo Deliberante que, después de la polémica en torno al aumento del boleto, parece volver a su estado de beneplácito. Pese a esto, opositores a las gestiones de Juan Schiaretti y Ramón Mestre descuentan que el respaldo que sus legisladores brindarán a las reformas que pretende impulsar Mauricio Macri en el Congreso, tendrán su réplica en territorio cordobés. Es decir, en la jerga legislativa: “te voto allá, acompañame acá”.
Ahora bien, qué tienen para negociar Schiaretti y Mestre en la Legislatura y el Concejo, es la gran incógnita. Cuánto poder tienen sobre sus propios bloques, también.
En la Unicameral, la administración provincial ya mostró sintonía fina con el modelo de Macri desde el comienzo. Cuando en 2015, en la última sesión del año, el Gobierno cumplió con la promesa de campaña y derogó la Ley 10.078 que difería seis meses los aumentos jubilatorios pero terminó sancionando la 10.333, fijando en el 73% móvil el cálculo para las jubilaciones provinciales. En aquel momento, el oficialismo sumó los votos del interbloque Cambiemos, demostrando que se respetaban lineamientos foráneos.
Casi año y medio más tarde, en mayo pasado la Legislatura cordobesa terminó adhiriendo a la Ley de ART que se había sancionado en febrero en el Congreso. También con polémica, la provincia fue la primera en adherir aunque con algunas modificaciones a la normativa nacional y también el proyecto lo impulsó el oficialismo con Cambiemos y el Encuentro Vecinal de Aurelio García Elorrio como aliados.
Lo que queda. En la Legislatura provincial resta poco y nada por debatir hasta fin de año. El Presupuesto, con las discusiones de siempre pero con los votos que da la mayoría y no mucho más. Algunos dejan abierta la posibilidad de que se pueda abrir el juego para el cannabis medicinal o la Ley de Bosques, pero las chances no son firmes.
Con esto, la preocupación en el ámbito de la Unicameral pasa por los cambios que se producirán en el Gobierno y el respaldo sólido que tendrá –o no- Schiaretti en el recinto.
El bloque, sacando la jefatura que ejerce Carlos Gutiérrez y algunos nombres más, tiene mayoría delasotista que ya empieza de a poco a levantar el perfil. Es por ello que los cambios y pases de un bloque a otro que se dieron en estos casi dos años, se hicieron más pensando en este escenario y no en la mayoría automática ya conseguida. Es decir, Ricardo Vissani, Fernando Salvi, Nora Bedano y Adriana Oviedo se sumaron para engrosar el schiarettismo más que la bancada de Unión por Córdoba en sí. A De la Sota, por su parte, le responden Daniel Passerini, Marcos Farina, Franco Miranda, Tanya Kyshavevych, Walter Saieg, José Pihen, Hilda Bustos y la lista se extiende.
Panorama con el cual, aquellos que lideren el bloque oficialista deberán lidiar para los dos años que quedan. Soportando además a una oposición expectante como la de Cambiemos con la que se deberá negociar vía Casa Rosada; y atendiendo la posibilidad de sumar aliados eventuales en la kirchnerista bancada Córdoba Podemos.
¿La Legislatura a Río Cuarto? En este comienzo de round de estudio entre schiarettistas y delasotistas post elecciones, el legislador Franco Miranda empezó a dar señales de discusión con un proyecto que para muchos tiene a la figura de De la Sota detrás: llevar la Legislatura a Río Cuarto, pago chico del exgobernador. Miranda, que tiene línea directa con el exmandatario, dijo que se enmarca en la Ley de Distribución de los Poderes Públicos. En tanto, en el schiarettismo consideran que lo hace como previa de la sesión especial que se llevará a cabo en el Imperio del Sur el próximo 15 de este mes, pero descartan que prospere una radicación definitiva del cuerpo allá.
Blindar el Concejo, el objetivo de Mestre. La aprobación de la suba del boleto del transporte urbano el pasado viernes en el Concejo Deliberante, no motivó ninguna negociación exagerada por parte del oficialismo municipal. El intendente Ramón Mestre contó con el respaldo del bloque al que se sumó la socialista Laura Sesma que integra una banca unipersonal pero que vota siempre en sintonía con su anterior bancada.
Con miras a 2019, Mestre tiene la obligación de contener a un bloque que tiene, además de internas propias de las fuerzas que la componen, la UCR y el PRO; roces entre los mismos radicales. Es por ello que la suba del boleto el año próximo, se dará sin pasar por el Legislativo municipal, sino que ya tendrá Mestre el poder para hacerlo efectivo en 2018.
No obstante, la conducción del bloque la tiene el intendente vía Lucas Balián ahora, antes con Lucas Cavallo –de roces entre ellos hace un tiempo-; y a éstos se suman Miriam Acosta, Juan Balastegui, Belkis Garda, Héctor Carranza y Gustavo Fonseca. Pero además, debe negociar casi de manera constante con los macristas Aníbal de Seta y Abelardo Losano; Juan Negri y los ediles de Miguel Nicolás. Situación que pone al Ejecutivo con la lupa sobre un bloque que se alimenta de internas y una oposición que, heterogénea, no da señales de preocupación cuando se junta por no hacer peligrar la mayoría oficialista.