Perfil
CóRDOBA
EL HUMOR AL PODER

Presupongamos el presupuesto

1-11-2020-Logo Perfil
. | CEDOC PERFIL

“Está más difícil que acertarle al porcentaje de inflación que va a haber el año que viene”, me había confesado un diputado del Frente de Todos cuando le pregunté cómo venía la aprobación del presupuesto nacional 2022 en la cámara baja. Fue esta una semana de arduas negociaciones, en las que el gobierno intentó seducir a las bancadas mediante el viejo método de “billetera mata galán”. Para conseguir el dictamen favorable en Comisión, el Ejecutivo ya había incrementado el gasto en 180 mil millones de pesos, por lo que se supone que obtener la mayoría en la sesión iba a insumir un costo expresado en números imaginarios en vez de números enteros.

En el proyecto, Córdoba se iba a ver beneficiada con una suba del 70 por ciento en los subsidios al transporte, algo que muchos temieron iba a repercutir de modo negativo en una de nuestras tradiciones navideñas de mayor arraigo: la solicitud de un aumento del boleto por parte de los empresarios. Por supuesto, primó la voluntad de preservar esa costumbre que se escenifica desde tiempos inmemoriales en los primeros días de enero, cuando los ciudadanos se encuentran todavía durmiendo la mona después de las reuniones familiares típicas de estas fechas. Habiendo otras opciones como la bici o la caminata, tal vez se considere que quien quiera viajar al centro en colectivo deba atenerse a pagar lo que vale semejante “lujo”.

Como si no bastara la inquietud por amenazas como este nuevo golpe al bolsillo, el avance de la variante Ómicron o la necesidad de proteger a las mascotas de la pirotecnia, a los argentinos se nos presenta ahora otro problema en ciernes: que designen a la ciudad donde vivimos como Capital de la República Argentina. No importa que sea Monteros,  Río Cuarto o El Arañado, podrían nominar a cualquier punto del territorio nacional, con el consecuente impuestazo que sufrirían los contribuyentes de la localidad en cuestión. La alarma se encendió cuando el presidente Alberto Fernández dijo que todos los días piensa “si la ciudad capital de la Argentina no tendría que estar en un lugar distinto”, de la misma manera que nosotros reflexionamos sobre si no deberíamos cambiar de sitio el retrato del abuelo o la heladera.

Sin embargo, no es este el asunto que les quita el sueño a algunos intendentes cordobeses, sino la chance de que los re-reelijan tantas veces como sea necesario hasta romperle el récord a Vladimir Putin. Me comentan el caso de Villa Loma del Orco, un pueblo donde se dictó una ordenanza para que el cargo de jefe comunal sea hereditario y que, además, quien lo ocupe reciba el trato de “vuesa majestad” y se traslade por las calles en un carruaje tirado por caballos de la raza Fell, tal como lo hace la nobleza británica.

En tanto estos alcaldes se prueban la corona, el bastón y la capa, los súbditos escuchamos azorados cómo vuelven a trepar las cifras de contagios de Covid-19, en un ascenso que supera al del valor del kilo de pechuga de pollo. A falta de dinero para irse de viaje, habrá quienes se entretengan durante el verano descargando y reinstalando aplicaciones para acceder al preciado pase sanitario, hasta que la memoria del teléfono explote y haya que volver a apelar al viejo método de la papelería impresa. En ese caso, hay que prestar mucha atención para que no nos pase como a un amigo mío, que cuando le pidieron el carnet de vacunación, de puro atolondrado, mostró el de su fox terrier.

Por suerte, en la Argentina todavía contamos con propuestas políticas moderadas y no padecemos la situación de Chile, donde en el balotaje se definirá hoy entre un candidato de extrema izquierda y otro de extrema derecha. Es como si en nuestro país fueran a la segunda vuelta Nicolás del Caño y Javier Milei, o como si Palermo y Riquelme se disputaran la presidencia de Boca. Pero hay algo en lo que Gabriel Boric y José Antonio Kast coinciden: erradicar la pobreza. Sólo que el ex líder estudiantil lo lo haría de manera vintage, al estatizar, socializar y ensayar la reforma agraria, en tanto el pinochetista lo conseguiría mediante el moderno método de cavar una zanja para detener migrantes.

(*) Sommelier de la política