A Miguel Ocampo no le agradaban demasiado los términos rimbombantes. Dueño de un carisma que lo hacía un artista muy especial, el pintor pasaba horas dentro de la sala en la que exponía sus obras, encontrándose con su público y dialogando con ellos.
“La colección de Miguel tenía tal magnitud que decidimos montar este lugar, que fue inaugurado en 2007, con la idea de poder preservar y exhibir aquí todo este corpus. El optó por llamarla sala porque ‘museo’ le parecía demasiado, pero hemos decidido dar un alto cualitativo, convertir el espacio en un museo y profesionalizar la gestión”, detalla Sebastián Martínez Villada, director del lugar y quien ayudó al artista a proyectar el edificio.
Con una idea original de Laura Ocampo (su hija), acudieron a la mirada de María José Herrera para realizar la curaduría de la muestra ‘Intuiciones’, que sería inaugurada en Semana Santa del año pasado y se postergó a causa de la pandemia.
La puesta en marcha del museo implicará, además de la exhibición de su obra, un área de extensión educativa y actividades de investigación de este artista que fue dibujante, retratista, pintor de figuras humanas, desnudos y paisajes, además de arquitecto y diplomático.
La propuesta es más que ambiciosa, empezando por la catalogación de toda la obra, que implica investigación y revisión de archivos para determinar el valor de este patrimonio, hasta la digitalización del corpus del artista, para ponerlo online, y la edición de un libro.
La muestra. “Lo que hemos hecho es poner en diálogo obras que a pesar de estar separadas por más de tres o cuatro décadas tienen cierta similitud. Cuando llegó a La Cumbre miraba el paisaje emocionado y en la obra de Miguel puede verse esta pasión constructiva. Luego, están las obras pintadas en París, al calor de las luchas de los ‘60 donde se puede ver una técnica de salpicado de pintura”, explica María José Herrera.
Ocampo fue un artista muy formado y en toda su obra se pone de relieve esa cultura del arte que sustentaba sus búsquedas y sus experimentaciones. Dueño de una biblioteca maravillosa y con una marcada influencia del arte japonés, tuvo una trayectoria muy variada: en la década de 1950 fue uno de los pintores de la vanguardia concreta y participó de bienales como las de San Pablo y Venecia, representando a la Argentina.
El espacio. “La sala es un paquete simbólico, pensado para mostrar la obra de Miguel específicamente. Tiene un sistema de luz filtrada natural –mezcla luz natural y artificial– que al momento de su inauguración era muy de la vanguardia en Europa”, dice Herrera.
En el mismo sentido, Agustín Lucovas, coordinador del museo agrega: “Él decía que había imaginado esta sala como si fuese una nubosidad blanca y que de esa bruma surgían las obras. Y me pareció muy poético. Y la sala es así: blanca, con espacios bien pulidos y las obras como flotando”.
Además, la sala tiene forma de trapecio, lo que habla de una ruptura de las reglas de la geometría. La muestra ‘Intuiciones’ podrá verse en el Museo Miguel Ocampo durante todo el año y luego prevé llegar a otros museos del país. “Nos gustaría mucho llevarla al Museo Caraffa”, indicó en ese sentido Jorge Torres.
El pintor del cuadro azul
El concepto de la muestra era relacionar dos etapas pictóricas diferentes: una, situada en los años ‘60 y la otra más cerca del 2000. Pero esa línea curatorial tiene una excepción: un cuadro azul ubicado en el medio del salón, frente a un banco donde los visitantes pueden sentarse a contemplar la obra. “Este era el cuadro que más le gustaba a Miguel y lo pusimos en honor a él. Sabemos que escapa al concepto de la muestra pero él decía que siempre ten ía que estar presente en la sala. El cuadro se llama Vacío Germinal, es un acrílico del ‘90”, explica Lucovas.
Horarios de visita
El museo, ubicado en José Hernández 630 (La Cumbre), está abierto de viernes a domingos de 11 a 13.30 y de 18 a 20.30. El costo de la entrada es de $300 por persona.