El peronismo de Córdoba concluye uno de los años más duros que le tocó vivir en términos políticos desde que es gobierno. Sin discusión en el ámbito de la gestión, donde los índices de aprobación siguen acompañando, pero sí con varios interrogantes con respecto a la solidez de la coalición. Las derrotas de agosto y octubre, sumadas a las consecuencias que dejó la votación de la reforma previsional en el Congreso, pintan un 2018 que se vivirá con el clima de un año electoral, tal cual lo describen dirigentes de todas las fuerzas.
El comienzo de la semana terminó por confirmar la grieta que existe hoy entre el gobernador Juan Schiaretti y su antecesor José Manuel de la Sota, el primero apoyando de manera explícita a la Nación con sus votos en el Congreso; y el segundo, aprovechando la ocasión para volver a cruzar al Gobierno de Mauricio Macri. Escenario similar al que se presenta en otras provincias en las que el PJ se maneja con el doble comando: por caso, San Juan, Tucumán o La Rioja. En Córdoba, además, las bases se mostraron reaccionarias al apoyo schiarettista y esto caló hondo en la imagen de algunos dirigentes. Por ejemplo, en el vicegobernador en uso de licencia y hoy diputado nacional, Martín Llaryora.
Cerca del dirigente de San Francisco reconocieron a PERFIL CÓRDOBA que "está muy golpeado". Las consecuencias -políticas y virales, en tiempos de redes sociales- fueron duras para el llaryorismo que hasta hace poco se mostraba como la renovación del PJ. "Nos tuvimos que comer otro sapo", sintetizó un dirigente que conoce al ex intendente de San Francisco desde hace años. Lo que tienen claro hoy, cerca del diputado, es que llegó el momento de dar vuelta la página y pensar, en tiempos de pos verdad, a construir un relato propio. Pero no distante del que encabeza Schiaretti. Por cierto, más de una fuente reconoció esta semana a este medio que en el Congreso el margen es escaso y que el propio Llaryora ya está empezando a convencerse del plan "Schiaretti 2019".
El parlamentario comprobó esta semana que las órdenes en Diputados son verticales y ésta partió desde el momento en que se votó el Consenso Fiscal entre Macri y Schiaretti. Ya en ese momento, los diputados cordobeses con línea directa a El Panal sabían que tenían que acompañar. Sin embargo, lo que terminó por molestar al llaryorismo, fueron los mensajes que hicieron públicos algunos dirigentes. "Yo no me enojo con que jueguen a 'hacer política', pero que ese juego lo hagan pegándole a Macri no hacia adentro del partido", sostuvo un llaryorista con peso territorial en el interior.
Encima, esta semana hasta los propios concejales oficialistas de San Francisco, y que responden al bloque del intendente Ignacio García Aresca, uno de los aliados de Llaryora, se opusieron a la reforma macrista.
Al margen de esta polémica, en el llaryorismo también miran de reojo el movimiento que viene haciendo De la Sota, de quien piensan que está esperando ver cómo termina de acomodarse Schiaretti en la relación con Macri. El exgobernador dará señales más duras a mediados del próximo año, por ahora solo seguirá hablando "a través de", razonan.
También ven, con respecto al caudillo con base en Río Cuarto, que anhela un contexto similar al de 2009, aunque hoy haya grandes diferencias. En aquel momento, Eduardo Mondino fue el candidato a senador de Schiaretti al Senado y perdió. Consecuencia: De la Sota reclamó la presidencia del partido y se la dieron. Donde se distingue un contexto del otro, es que en aquel momento Schiaretti, que gobernaba y venía de ser vice entre 2003 y 2007, no podía tener reelección. Hoy, sí.
Con las cartas sobre la mesa, la grieta entre delasotistas y schiarettistas llegó para quedarse y sigue escribiendo capítulos de una novela que superará el verano para convertirse en el culebrón 2018.