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Opinión

Un Cromañón permanente

“La violencia del fútbol -no la violencia en el fútbol, que es como hablar de algo caído del cielo, siendo que es un fenómeno que el propio fútbol generó- sigue siendo un problema cultural, y además un problema organizativo.

Botellazo Chacarita
BOTELLAZO. El partido Tigre-Chacarita, por la Copa Argentina, fue suspendido tras la agresión a Fernando Brandán, jugador del ‘Funebrero’. | CEDOC PERFIL

“La violencia del fútbol -no la violencia en el fútbol, que es como hablar de algo caído del cielo, siendo que es un fenómeno que el propio fútbol generó- sigue siendo un problema cultural, y además un problema organizativo.

En cuanto a lo cultural, se mantiene una filosofía barrabrava; hay un sector enorme que ha sido amparado por muchos años de dirigencia. Quizá haya en los clubes gente que esté en contra y que quiera combatirlos, pero se trataría de una excepción y no creo que pase.

Es un monstruo que inventaron otros hace medio siglo, y ese monstruo creció tanto que es muy difícil de sacar. En algunos casos, hasta tienen dominio sobre las divisiones inferiores, porque los barras se apoderaron de las fichas de algunos chicos que son promesas, con presiones a los padres y a los clubes. Eso no se cambia si no hay un plan, un proyecto, y eso no pasa en Argentina porque el Estado no existe en todo esto, y lo vengo diciendo desde hace tiempo. Para cambiar esta realidad, el Estado tiene que estar.

Que dos hinchadas no puedan estar juntas en un mismo espacio es un gran fracaso social, y eso ocurre hace más de una década en nuestro país. En lugar de estar preocupados, todos los clubes grandes o medianamente grandes se han acomodado a esta situación, y la han aprovechado para vender más entradas o dar más espacios a sus hinchas.

Esto hace que deje de importar que el otro también esté, desconocerlo, negarle la chance de compartir un evento deportivo. Además, ha generado que aparezcan las facciones de los clubes locales, que compiten por todo el botín posible: viajes, prebendas, entradas, ropa, drogas y explotaciones de todo tipo. La falta de proyecto hace que la violencia, lejos de desaparecer, se transforme.

"Que dos hinchadas no puedo estar juntas en un mismo espacio es un gran fracaso social, y eso ocurre hace más de una década en nuestro país".

Que haya habido dos víctimas fatales en tan poco tiempo, tal como sucedió este año, no deja de ser un hecho accidental, casi azaroso, porque el fútbol argentino vive en un Cromañón permanente.

Se juegan partidos en canchas sin habilitación, y a nadie le importa. Y los dirigentes están metidos en un espiral en el que todo les da más o menos lo mismo. Los hinchas hacen ostentaciones de poder enormes, como tirar tiros al aire desde un micro o velar a un barra dentro de un campo de juego, y los clubes no hacen nada.

Puede que ser que algunos estén asustados y por eso no enfrenten a esos tipos que trabajan de barras full time, pero también saben que son esos mismos los que los votan y por eso terminan abriéndoles las puertas de los clubes y hasta compartiendo negocios. Y nada de esto es normal.

Además, los hinchas compran ese discurso del aguante y entonces sucede en las canchas que, lejos de repudiar o combatir los actos violentos, todos terminan aplaudiendo a las barras y cantando lo mismo que ellos cantan.

Del gobierno nacional, sorprende que las nuevas autoridades son personas sin el más mínimo conocimiento para estar a cargo de un asunto tan importante. Eso es grave, porque no tienen ni la menor idea de qué hacer con esto, y entonces van a utilizar el ‘bla, bla, bla’ para tratar de resignificar las cosas y explicar lo inexplicable, intentarán llegar hasta donde puedan o directamente buscarán arreglar con los violentos.

Da la sensación de que en ninguno de los estamentos hay una real voluntad de propender hacia la recuperación de una relación normal entre los hinchas.

(*) Sociólogo y periodista deportivo