La pandemia de coronavirus afecta a todas y a todos, en casi todo el mundo. Pero no del mismo modo: diferencias de clase, de edad, y también de género deciden cuales son las personas más expuestas a sufrir los efectos de la Covid-19. Si la edad, como es sabido, es un factor decisivo en la gravedad y letalidad de la enfermedad, las condiciones de pobreza también incrementan el riesgo: por el hacinamiento de las viviendas, por la falta de infraestructuras sanitarias, por los problemas alimentarios -obesidad o malnutrición o, lo que es cada vez más frecuente, ambas-, por las patologías asociadas con la pobreza.
Pero el género es también un factor decisivo. Si los hombres son más vulnerables biológicamente, por razones aun no precisadas, las mujeres están más expuestas: con más frecuencia realizan tareas de cuidado que exigen la proximidad con otras personas, o tareas esenciales en contacto con públicos diversos.
Léxico de la pandemia: confinamiento
Al mismo tiempo, el confinamiento también afecta de modo diverso a unos y a otras, por la asimétrica forma en que se distribuyen las tareas asociadas con la reproducción en el seno de los hogares. Como afirma la doctora en sociología Constanza Tabbush en esta entrada del Léxico de la Pandemia, “la relación entre pandemia y familia es de ida y vuelta; por un lado, la pandemia tiene un efecto profundo en la organización familiar y el mundo doméstico, y, a la vez, los arreglos familiares también tienen incidencia en la forma y la velocidad de la pandemia, en las posibilidades que tienen las personas de protegerse, sobrellevar efectos sociales económicos, la soledad, el afecto…”.
La soledad en tiempos de coronavirus
Al analizar esa dinámica de ida y vuelta entre la pandemia y la familia, Tabbush nos muestra de qué modo funcionan los patrones culturales y los arreglos familiares ante la pandemia. Este nuevo capítulo del Léxico de la Pandemia, un proyecto de Alejandro Katz y Nicolás Kwiatkowski realizado gracias al apoyo de la Fundación Medifé y publicado por Perfil, nos lleva, de la mano de Constanza Tabbush, a un conclusión desgraciadamente previsible: “las epidemias tienen a reforzar las desigualdades de género preexistentes en la familia”.
