CRíTICAS
Crítica: series

Arenas movedizas: el lado B de los adolescentes del Primer Mundo

La serie de Netflix explora las angustias que atraviesan a los jóvenes.

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Golpazo. La actriz sueca Hanna Ardéhn lleva sobre sus espaldas los seis episodios de la serie. | Netflix

Calificación: Muy buena.

Los policiales son algo así como patrimonio cultural de los nórdicos. Desde las novelas de Henning Mankell (la más famosa, Wallander), hasta la trilogía de Stieg Larsson sobre Los hombres que no amaban a las mujeres, que fue realizada en miniserie y en cine por los norteamericanos como La chica del dragón tatuado. Arenas movedizas sigue en ese camino y no decepciona. El inicio –no es spoiler– es un tiroteo en un colegio de clase alta en el barrio más lujoso de Estocolmo, Djursholm. 

Aparece Maja Norberg  (Hanna Ardéhn), como en un sueño, con las manos ensangrentadas, detenida por la policía que termina en la cárcel. Una cárcel casi cinco estrellas al lado de las de nuestro país. Ahí arranca con todos los temas propios de los chicos ricos de un país del Primer Mundo, y va recorriendo los hechos capítulo a capítulo: Maia, Custodia, El funeral, La reconstrucción, La prueba y Los testigos. No es previsible, lo cual es un alivio.

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Los padres contratan a un abogado caro, Peter Sander (David Dencik), quien empieza a interrogarla acerca de su vínculo con Sebastian Fagerman (Felix Sandman), hijo de millonario, Claes, con una historia de vida complicada. Ella decide ir relatando los hechos que terminan con cuatro muertos en el tiroteo, cómo era la relación tortuosa de Sebastian y Claes, que desata otro homicidio, y la furia de su novio. Van surgiendo los temas de drogas, violencia, traiciones, inmigración, acusaciones y deseos y objetivos impuestos. Mientras transcurre el juicio, se ven las imágenes de las fiestas alocadas de Sebastian, las drogas que le vende Dennis (justo un africano), el enfrentamiento del padre con el hijo, la mirada de Samir, el extranjero, resentido por el trato que le dan sus compañeros, su mejor amiga Amanda, y su novio, Labbe, que será testigo de cargo. Maja está en riesgo de quedarse presa durante 14 años y todo parece conducir a ese resultado. 

Es bien interesante como se muestra a los adolescentes, que al parecer llegan a este mundo con mucho resuelto, y sin embargo el vacío afecta tanto a los ricos como a los pobres. Las actuaciones son muy buenas, el ritmo, lento al lado de las series norteamericanas, es pausado, pero tiene sentido. También el papel que les otorgan a los medios y sus juicios previos cuando la Justicia actúa. Y aporta una mirada más profunda a las masacres que se dan cada vez más seguido en los Estados Unidos.