Buscó alejarse del nihilismo, intentó aclarar que su pensamiento tampoco era existencialista, se malinterpretó su vínculo con el absurdo y reivindicó la naturaleza humana que Sartre negaba, algo que le valió un distanciamiento que devino en mito, un mito de enemistad. Albert Camus fue una figura clave del pensamiento europeo en un escenario tan complejo como devastado, de ciudades destruidas y familias diezmadas por la guerra, donde la figura del hombre y sus ideas necesitaban reconfigurarse para no morir bajo el manto perverso de los principios totalitarios.
Este es el año camusiano. El escritor francoargelino hubiese cumplido su centenario de vida y por tal motivo Buenos Aires le rendirá homenaje a través de diversas actividades promovidas por la Sociedad Latinoamericana de Estudios Camusianos, la Alianza Francesa y el Gobierno de la Ciudad, que tendrán lugar durante noviembre. Además, Planeta acaba de sacar al mercado una edición de lujo de El extranjero, la primera novela publicada por Camus y tal vez la obra más significativa entre sus escritos, que le valió el reconocimiento y la expansión de su nombre, aunque no fueron menos los cuestionamientos que debió soportar en la época (salió a la luz en 1942). La reciente edición, realmente para amantes del autor, con notables ilustraciones de José Muñoz y de tapa dura, ronda los 400 pesos en las librerías locales.
“El extranjero resulta emblemática en relación con la distinción requerida por Camus entre lo verdadero y lo falso. Camus dice: ‘En una época de mala fe, el que quiere distinguir lo verdadero de lo falso está condenado a una suerte de exilio’. La novela está articulada en dos partes que ilustran esta antinomia. Esto es lo que le pasa al protagonista: extraño, extranjero, exiliado…”, dice Inés de Cassagne, directora de la Sociedad de Estudios Camusianos en Latinoamérica y, como tal, una de las que estarán a cargo de las actividades, que entre el 14 y el 20 de noviembre se concentrarán en la sede central de la Alianza Francesa.
Josefina Delgado integra un plantel que brindará el seminario “Camus y la libertad”. La especialista en el autor de El hombre rebelde asegura que “El extranjero y La peste son las novelas que mejor expresan la metáfora de un mundo en franco derrumbe, con la pérdida de los sentimientos humanos elementales y el terror a la muerte y al vacío de la soledad”.
¿Cuán cierta o falaz resulta esa parte de la historia que nos contaron sobre un supuesto altercado entre Camus y Jean Paul Sartre? ¿Llegaron a cruzarse realmente sus palabras y diferencias sobre las ideas de libertad, del ser y la esencia humana? “Recientes investigaciones sirven para conjeturar que las cartas de Camus a Sartre fueron apócrifas”, asegura Delgado. “Sí puede decirse que las posturas de Sartre y de Camus frente al stalinismo fueron la estratégica postura de un defensor del comunismo (Sartre) y la rebeldía de quien rechazó cualquier forma de sectarismo, fuera político o religioso (Camus)”. Al respecto, Inés de Cassagne sostiene que Camus “empezó a ser malinterpretado, pues se lo asimiló a la temática del absurdo y existencialismo sartreanos. Este malentendido se disipó al publicar en 1951 El hombre rebelde. Allí Camus explica que en la rebeldía hay una reivindicación: el hombre que reacciona al punto de dar la vida lo hace en nombre de algo valioso, que posee y comparte con los demás: ‘La esencia o naturaleza humana’, dice, y subraya: ‘En contra de lo afirmado por ideologías o pensamientos que la niegan’. Fue entonces cuando Sartre le dio la espalda. Para Sartre, el hombre es pura libertad y cada uno se inventa a sí mismo; dice textualmente: ‘No hay una naturaleza humana’. Por el contrario, Camus defiende la libertad como un rasgo constitutivo de la ‘esencia humana’, y este compartir con los demás la misma naturaleza lo hace capaz de diálogo”.
Recibió el Premio Nobel de Literatura en 1957, tres años antes de que una dudosa muerte (se sospechan las causas del accidente que tuvo) se lo llevara. El galardón fue otorgado al conjunto de reflexiones que su obra planteó a la humanidad de esos tiempos y que, desde luego, no han perdido vigencia alguna. En 1982, los franceses fundaron la Société des Etudes Camusienes, con sede en París, de la cual se desprendió treinta años después la que funciona aquí.
El primer hombre es la novela que el escritor llevaba en el auto cuando murió, sobre la que estaba trabajando, y que recién se publicó en 1996. “La tarea más importante de la Société... fue este trabajo de años, así como de los demás escritos del autor: carnets, artículos periodísticos, etc. Finalmente quedaron listas las Obras completas, en 2009. El primer hombre, además de ser una indagación biográfica, implica una indagación de sus orígenes, enfoca por ello el problema argelino, acuciante en ese momento en que había una guerra civil”, dice De Cassagne. “Camus era partidario de una integración, no de una separación. Arriesgó su vida yendo a Argel, pidiendo una tregua civil”.